VIII Jornada ambiental de la Vía Verde del Maigmó – Agost (5-Mayo-2013)

Un año más me apunto a la carrera de la vía verde, este año en principio tenía que ir acompañado por 4 componentes de A TO TRAPO pero entre uno que le dolía el pié, el otro que estaba indeciso y la fecha que es el día de la madre, me cogí mis zapas y me fui sólo a Agost.

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Muy buena carrera para ser gratuita, recomendable 100% no hay grandes regalos como en otras carreras pero al ser gratuita y en estos tiempos que corren organizar una carrera GRATIS no está al alcance de cualquiera.

Llego a Agost a las 9:15 y empiezo a ver rostros conocidos, el ambiente de las carreras es lo que tiene, encima es una carrera de 400 personas entre corredores y senderistas.

Nos suben en autobús hasta la gasolinera del Maigmó, allí veo a mi amigos de la infancia de  los Jesuitas, Alberto Cordero y Javi Leach (corredores solitarios), y nuevos fichajes de A TO TRAPO a los cuales me uno para hacer la carrera con un calor y un sol bastante fuerte.

Empiezas viendo verde y cuando llevas 5 km lo verde ha pasado a secarral pero es bonita porque vas por las antiguas vías que nunca fueron usadas para el tren Agost-Alcoi.

Los km van cayendo entre túneles y más túneles, el ritmo es muy bueno 4:20, 4:30, todo bajada hasta el km 19 que pasas Agost y nada más acabar la vía verde giras a la izquierda, los últimos 3 km se hacen mortales e insufribles ya que te has acostumbrado durante 19 km a ir de bajada a un ritmo constante de 4:20, 4:30 y son 3 km de subida que te desfondas llegando a 5:20 en mi caso … Al final mi Garmin me marca 22 km 700 metros con una marca de 1h 38 minutos.

Una carrera más y a las 12:30 en casa para disfrutar de un arrosset de senyoret en compañía de mi madre y mi familia.

Confusión

Llego a la playa, como muchos otros días, en esta época de primavera. Saco la toalla de la bolsa y la extiendo sobre la arena. Hoy ciega el sol. Dejo la bolsa junto a la toalla y, como de costumbre, comienzo a caminar por la arena. Luego un ligero trote hasta aquel edificio azul que muchas veces me sirve de referencia. Ya algo acalorado me voy adentrando en el mar poco a poco. Primero me mojo los brazos, la cara con las manos, un poco de agua por el cuello y por el pecho y finalmente ¡zas! Inmersión. Una ligera impresión sacude el cuerpo pero tras unas pocas brazadas se restablece la sensación de bienestar. Aún no invita de todos modos a permanecer placenteramente quieto  el cuerpo en el agua. No está fría. Fresca. Nuevo paseo por la arena, ya caliente, a veces caminando por el agua hasta la pantorrilla. El pequeño oleaje y las zancadas van levantando gotas que salpican rodillas y torso. Apenas alguien paseando por la arena. A bastantes metros de distancia alguna toalla tendida. Me doy un último baño y salgo. El sol deslumbra. Me dirijo hacia la toalla, la sacudo para que se desprenda la arena que la brisa ha posado sobre ella y comienzo a secarme el pecho y la cara. Cuando me quito la toalla de la cara veo a un bañista que me mira insistentemente saliendo del agua en dirección hacia mí. Miro la bolsa y la toalla y compruebo que  las mías están unos metros más allá. Dejo la toalla sobre la arena, le dirijo un gesto de disculpa al bañista y me encamino hacia mi toalla. El chico regresa al agua y yo me alejo sonriendo para mí y pensando con qué facilidad nos confundimos.

José Luis Simón Cámara

San Juan 21 de abril de 2013

II Carrera Popular Policía Local de Alicante (4-Mayo-2013)

Es una carrera especial, puesto que se realiza sábado y en un marco único, por la fachada litoral.

La salida tuvo lugar en la Puerta del Mar y el trazado transcurre por el Postiguet hacia la playa de Cocó, regreso hasta Panoramis, vuelta hacia el Postiguet y entrada al puerto marítimo con subida a pasarela, pero la vuelta es por encima de la misma con unas vistas únicas y para finalizar la meta en el Postiguet con una distancia total de 6km realmente bonitos (1 vuelta).

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Organizada por la Policía Local de Alicante, concretamente por Mauri Ruiz como Poli, promotor y organizador de la prueba, más que una carrera es un regalo para cualquier corredor popular. En este caso es la segunda edición y aun siendo gratuíta, nos obsequiaron con una bolsa variada y un almuerzo excepcional gracias a la gentileza del Kiosco puerta del mar, en el cual su dueña nos recibe, atiende y anima a degustar el exquisito almuerzo que ha preparado, se nota que es una prueba preparada con mucho cariño.

Por mi parte, enhorabuena a los organizadores (Policía Local de Alicante) apoyados por el Grupo Brotons, enhorabuena a Mauri Ruiz, el cual no logró “atraparme” 🙂

Ojala que el año que viene sea todo igual, no hace falta que sea mejor, pues lo bueno si es breve, dos veces bueno.

Aunque el resultado es lo de menos, tuve la suerte de encontrarme bien y hacer la segunda posición absoluta, si a esto se le añade almorzar con amigos y gente que también comparte este saludable hobby, ¿que más se puede pedir?.

Juan Carlos de Cabo Blasco-Mutxamel

Central Station o Grand Central Terminal o Grand Central Station.

No, no es que Marco Polo hubiera estado también en América, pero supo de su existencia por las informaciones recibidas en sus remotos viajes, y aunque se sintió atraído por la inquietante aventura de conocer aquellas tierras, no disponía del tiempo necesario para poder llevar a cabo su deseo sin abandonar todos los compromisos adquiridos con los sátrapas del lejano Oriente donde había llegado a convertirse en embajador para Occidente. “El libro de las maravillas” no había caído en saco roto. Era uno de los libros de cabecera de Cristóbal Colón, estudioso del orden geográfico de la tierra, dividido entre las concepciones geocéntricas de Ptolomeo y las ya heliocéntricas de Aristarco de Samos, aunque fuera Copérnico quien les dio asiento científico no reconocido por todos, especialmente por la iglesia de Roma que años después aún amenazó a Galileo con la tortura a través de la Inquisición. También se habla de que los vikingos llegaron a Norteamérica en alguna de sus expediciones, pero está fuera de toda duda que otros pobladores anteriores a las glaciaciones que separaron definitivamente el continente americano del euroasiático llegaron a aquellas tierras ricas en agua y alimentos vegetales y animales y allí se establecieron. Todo lo que ocurrió después ya es historia, llegaron los colonizadores y trataron de imponer sus leyes a sangre y fuego con la pobre oposición de los nativos y la endeble ayuda de algunos colonizadores. El más significado, sin duda, y nombrado además defensor de los indios, fue Bartolomé de las Casas, admirado por los escasos descendientes de aquellos  pieles rojas por los que se jugó la cabellera. Lo tacharon de loco. Luego ya sabemos, luchas por la línea de demarcación de aquellas tierras entre portugueses y españoles, con la santa sede como mediadora atendiendo con cualquier pretexto de designio divino los intereses de los esclavistas que decidían quiénes tenían o no tenían alma, aunque a ellos lo que realmente les interesaba era el cuerpo. Después los franceses y los ingleses en otras tierras y con otras lenguas, pero siempre la misma historia. Tras luchar entre sí, otra vez contra los indios, desplazándolos, quitándoles las tierras y la vida, encerrándolos en reservas porque eran unos salvajes que cortaban la cabellera del hombre pálido, solo porque éste les había arrebatado las praderas y los búfalos y los adornos de oro. El ferrocarril fue el mensajero que llevaba las decisiones del hombre blanco, era su caballo de hierro que resoplaba humo y transportaba a gentes y herramientas y maderas con las que iban sembrando pueblos y más vías que hacían avanzar la cultura de la fuerza y las pistolas en aquel mundo primitivo y salvaje. Una de las primeras impulsoras de aquella civilización fue la familia Vanderbilt. “Si hubiera aprendido educación no habría tenido tiempo de aprender nada más” decía Cornelius Vanderbilt, que a los 11 años renunció a la escuela, uno de los magnates del transporte y del ferrocarril. El comodoro, que desoyendo a quienes consideraban que la isla de Manhattan era “el fin del mundo” y una estación tan al norte era una idea descabellada, construyó la primera Central Station en 1873.

Pero la prohibición de las máquinas de vapor a raíz de una grave colisión que provocó muertos y heridos en 1902 supuso la demolición de la estación originaria y la construcción de la actual y remozada estación en 1903 y 1913. Situada en la confluencia de la calle 42 y Park Avenue, sus esculturas monumentales en la fachada, su gran vestíbulo de mármol de 114 mts. de largo por 36 de ancho la convierten en uno de los lugares más atractivos de la ciudad. Aquello es un hervidero humano. No solo los miles de viajeros que salen o llegan a la estación sino también los miles de turistas o neoyorquinos que se pasean, compran, descansan, observan. Puede uno allí tomarse las ostras más frescas en el Oyster restaurant y visitar el mercado, de los más asequibles por su tamaño y organización. Los alimentos están al alcance de la mano, casi los tocas con la vista. Todo fresco y de calidad: frutas, verduras, carnes, quesos, mariscos, aceites, especias,…

Cien años después de su reinauguración se celebran festejos, se recuerdan escenas de películas allí rodadas y de personajes inolvidables, reales o de ficción, que han pasado, paseado, comido o pernoctado en alguna de sus muchas y amplias dependencias.

Allí pasa la noche Holden Caufield, el protagonista de “El guardián entre el centeno”, en su escapada por Nueva York, tras ser expulsado del colegio. La novelista canadiense Elizabeth Smart titula su novela “En Grand Central Station me senté y lloré”. Lee Stringer, el escritor vagabundo y adicto al crack escribió los cuentos de Grand Central Winter. Alfred Hitchcock pasea por ella en películas como “Encadenados” o “Con la muerte en los talones”. Allí fue donde desde los estudios de la CBS Edward Murrow cargó contra la caza de brujas de McCarthy. Allí la gente se protegía de la lluvia y hasta de la policía.

Allí subían al tren, pisando la alfombra roja, camino de Chicago, estrellas como Marlene Dietrich o cazadores de recompensas, camino del medio Oeste donde los forajidos asaltaban el incipiente imperio de los Vanderbilt. Gentes como Lee Van Cleef, impecablemente vestido, con su pipa humeante y el revólver en el hueco del falso libro de la Biblia, con su caballo en el vagón de al lado y la decisión suficiente para tirar de la palanca de emergencia y hacerlo parar en seco donde él decide.

En los rincones de aquella gran nave han dormitado Billy el niño y Pat Garret antes de adentrarse en los inmensos territorios donde arrebataban parte de su riqueza a los comerciantes para repartirla entre los miserables y para ir tirando, hasta que los años, que no perdonan, compraron el corazón de Garret para acabar con su amigo y compinche de media vida.

Allí, en un rincón, junto a donde la voz se desplaza por la bóveda, jugaba al póker Doc Holiday, el amigo de Wyatt Earp, mientras se tomaba una botella de wisky entre tos y trago. No sé por qué a Gary Cooper no le gustaba la estación, al menos no tengo constancia. Era muy alto, es cierto, pero no tanto como para que le rozara el sombrero en el techo. Burt Lancaster sí que estuvo. No solo como Wyatt Earp sino como Burt Lancaster, como persona. No sé si antes de trabajar en el circo fue allí mismo mozo de cuerda llevando las maletas de los viajeros adinerados.

Yo no iba a tomar ningún tren, y fui con mis amigos, a confesar a la pared, como Utnapistin, mi amor por mi amada, para que la pared se lo dijera, a perderme como una hormiga en aquella inmensa y hermosa nave donde miles de personas pueden moverse como si sólo fueran una docena, a ver la luz que, a raudales, desborda los enormes ventanales, a apoyar mis antebrazos en la ventanilla donde posiblemente los había apoyado Marilyn.

José Luis Simón Cámara

San Juan, 18 de abril de 2013.

2ª Carrera por montaña Xtreme de Elche (28-Abril-2013)

Cuando me apunté a esta prueba, no podía imaginarme ni por un segundo como iba a transcurrir. Se podría resumir en dos palabras: Agua y Barro.

Durante todo el sábado estuvo lloviendo, y aquí en San Juan, incluso granizó. Las previsiones para el domingo no eran mucho mejores, así que cuando sonó el despertador, lo primero que hice fue mirar por la ventana y sí, ahí estaba, esa lluvía que tanto he echado de menos muchos días y que tan poco me apetecía hoy.

Me reuno con Adi en el punto de encuentro y rápidamente nos metemos en el coche y nos vamos a buscar a Pablo. Como es habitual, durante el trayecto a Elche vamos charlando y conociéndonos un poco más. Una vez allí, nos dirigimos a recoger el dorsal, y mientras esperamos nos llega el rumor de que la organización se está planteando suspender la prueba de 30 km y hacer una única prueba de 15 km. Con el dorsal ya en la mano volvemos al coche a prepararnos para correr. Si en Castalla ya tuve dudas sobre que ropa usar para la carrera, aquí, ya no sabía ni que hacer. Hace frío, pero no demasiado y llueve sin parar, pero tampoco en gran cantidad. Además en la salida hemos visto de todo, gente en tirantes y gente que parece que vaya al polo norte de excursión. Al final me decido por las mallas cortas y una camiseta de manga larga debajo del chubasquero.

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Ya en la zona de salida y mientras calentamos, la organización confirma que se suspende la prueba de 30 km, pero que se va a disputar sobre 18 km. Por lo que después pudimos saber, en el recorrido de 30 km había una bajada que con el agua que había caído podía ser muy peligrosa.

Se da la salida y allá que vamos, al principio vamos los 3 juntos con relativa calma para ir entrando en calor. Los primeros kilómetros son mitad asfalto y mitad tierra, y se hace cómodo, pronto llegan los primeros charcos grandes y los primeros atascos, porque nadie quiere meter los pies en los charcos (ilusos…). Una vez que dejamos el asfalto empieza lo divertido, una zona donde hay bastante barro (o eso creíamos) y donde mucha gente va andando, lo que nosotros aprovechamos para ir ganando alguna posición.

En la primera rampa un poco más dura me doy cuenta de que no puedo seguir el ritmo de Pablo y Adi, porque si lo intento voy a reventar. Ellos están más acostumbrados y pueden seguir corriendo, mientras que a mi me cuesta y prefiero subir andando, y aunque durante toda la prueba voy viendo a Adi unos minutos por delante de mi, ya no volvería a coincidir con ellos.

Más o menos en el primer avituallamiento coincido con otro corredor, con el que pronto establezco una conversación y con el que vamos alternándonos para tirar un poco e ir adelantando a más corredores. Por cierto, que me recomendó la prueba de Calpe, me dijo que estaba muy bien.

En el segundo avituallamiento decido pararme un poco a comer y beber con más tranquilidad y mi compañero de fatigas se va delante. Pronto me doy cuenta que la vuelta la estamos haciendo por donde hemos salido, así que pronto llego de nuevo a la zona de más barro, pero con la lluvia que ha caído, hay mucho más que antes. En este tramo he adelantado a algún otro participante que era incapaz de correr por lo resbaladizo del terreno. Ya en la última parte, a falta de unos 3 km para llegar a la meta, me adelanta un corredor y haciendo un esfuerzo intento seguirlo. Un error, y no porque no lo pudiera seguir, sino porque si le hubiera dado unos metros más de ventaja, no habría acabado en mitad del río con el agua por las rodillas, jajajaja. Ninguno de los dos hemos visto la cinta que marcaba el camino y con el agua enturbiada hemos pensado que sería otro charco más de los muchos que hemos pasado, pero no era así, era el cauce de un pequeño río que con el agua caída había crecido. La parte buena es que así se han limpiado las zapatillas, que hacía un rato que no me las veía. De aquí hasta la meta, sin novedad.

Cuando llego a meta, veo a Adi y Pablo, que están reponiendo fuerzas comiendo y bebiendo, y me doy cuenta de que Adi también tiene las zapatillas muy limpias, ¿adivinais por qué?

Como viene siendo habitual, Adi, ha quedado la primera de su categoría, así que después de una reconfortante ducha con agua caliente, ha subido a recoger su premio, y nos hemos ido a tomar unas más que merecidas cañas.

Quiero dar las gracias a Adi y a Pablo por haber hecho que un día tan desapacible se haya convertido en una experiencia tan agradable.

Un saludo.

Pirri.

Enlaces sobre esta prueba

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Adi VF1 1:59:31 98 1
Pirri GH 2:02:18 106 64