Vergüenza ajena

Que la Vicepresidenta 1ª del Gobierno de España, líder de la moralidad, que exige el linchamiento laboral del, por otra parte impresentable Presidente de la Real Federación Española de Fútbol, por un beso en público, no se avergüence, con tanta sensibilidad moral, de ir a ponerse a los pies de una rata prófuga que ha burlado a la justicia española desde hace varios años abandonando a su fieles seguidores que han pagado “su pecado” en la cárcel mientras él se había preparado la confortable fuga en Waterloo, me parece realmente miserable.
Que el Gobierno de España vaya a depender, según sus proyectos, de este fugado de la justicia que tiene además como objetivo la destrucción del actual estado de derecho español y del sistema político fruto de la decisión democrática de todos los españoles, me parece incongruente, irracional y absurdo.
Pongámonos en situación.
El partido socialista acusa al partido popular de asociarse con la ultraderecha y apoyarse en ella.
El partido popular acusa al partido socialista de asociarse con la extrema izquierda y con partidos independentistas.
Ambos empatados
Unos dicen que se asocian con la extrema derecha condenada en gran parte de Europa por racistas, homófobos y fascistas.
Otros que con extremistas de izquierda, comunistas, estalinistas y nacionalistas virulentos que quieren destruir España.
De acuerdo con ambos puntos de vista.
Admitamos que es así objetivamente aunque los que aceptan, desean o consiguen sus apoyos no lo vean así.
¿Parece razonable que los partidos mayoritarios que mantienen en sus programas y declaraciones la defensa de la unidad de España y el sistema de la monarquía parlamentaria, se apoyen en los partidos que pretenden modificar en uno u otro sentido la Constitución?
Ambos partidos mayoritarios si, como dicen, el Gobierno de España debe representar a la mayoría de los españoles y no depender por tanto de los intereses de partidos minoritarios de cualquier signo, tienen a su alcance la posibilidad de llegar a un acuerdo para que el 2º en número de votos y de diputados apoye al 1º con ciertas condiciones para no entregarle un cheque en blanco al partido que forme el gobierno.
Un acuerdo en este sentido reduciría a la irrelevancia política a esos partidos que con un número muy reducido de votos y escaños se erigen en imprescindibles con su apoyo a unos u otros a cambio de cesiones que ofenden la dignidad de los ciudadanos y de las instituciones que nos hemos dado.
O habrá que pensar que toda la retórica común a todos los partidos no es más que eso, retórica, y que su máximo interés es la poltrona y no, como dicen, el interés común.
Por otra parte, no menos importante, nos evitaría el lamentable espectáculo de ver a un alto representante del Gobierno ir a suplicar a Bruselas a quien debería traerse de la oreja para que mordiera el polvo en alguna de las cárceles aunque fuera de la Generalitat.
Hace ya más de 500 años dijo La Celestina que la justicia o es igual para todos o no es justicia.
José Luis Simón Cámara.
4 de septiembre de 2023.

Pedro el generoso o gobernar desde la oposición.

Las elecciones generales del 23 de Julio dejan un panorama meridianamente claro. Ningún partido puede gobernar solo ni tampoco con sus afines.
El partido ganador quemó las naves de posibles pactos con los grupos independentistas, por lo que su gobierno con ellos es imposible.
El partido socialista, que ha capeado difíciles temporales con sus socios estables y esporádicos, se metería en un berenjenal de resultados imprevisibles si aceptara humillarse más aún a sus apoyos del pasado, sobre todo al del que huyó como una rata.
La otra alternativa, repetición de elecciones, la descartamos por agotadora después de tantas convocatorias y por inútil a tenor de las últimas repeticiones que arrojaron casi el mismo resultado.
¿Qué opciones quedan?
Desde hace años los partidos ganadores sin votos suficientes para gobernar solos habrían deseado el apoyo o la abstención de la oposición mayoritaria para no depender de los partidos minoritarios que siempre acaban sacando tajada en sus circunscripciones, habitualmente en perjuicio, así lo perciben al menos, del resto de los españoles. Todos se han quejado alternativamente de las concesiones que los distintos gobiernos del Partido Popular o del Partido Socialista han pactado con sus socios de investidura para mantenerse en el gobierno.
Puesto que ha quedado muy claro que el pueblo español no quiere dar la mayoría absoluta a ningún partido ni a ningún bloque, los políticos deben sentarse a dar salida a la situación.
La solución que iría en la dirección del voto mayoritario sería un gobierno del PP con el apoyo o la abstención del PS a cambio de unas condiciones. Siempre sería más razonable someterse a las condiciones de un partido que ha obtenido el 31% de los votos que a las del que sólo ha obtenido el 11%.

Las condiciones son pocas y claras:
Ni un paso atrás en derechos laborales, sociales e individuales.
O si hay un paso atrás a cambio de dos adelante. Esto a nivel de política interna. A nivel de política exterior, primero consensuar algunos temas como el Sáhara y esas sospechosas concesiones a Marruecos en detrimento de los Saharahuis y de Argelia. En cuanto a Europa, teniendo en cuenta que los líderes de los dos partidos siempre tienen en la boca la defensa de los intereses de España, el futuro presidente Núñez Feijóo debería aprovechar el cartel que tiene su predecesor en los ambientes europeos y su competencia lingüística para investirlo su representante en los asuntos de Estado para la política exterior.
Esta división de quehaceres redundaría sin lugar a dudas en eficacia, presencia y prestigio de España como Estado modelo de convivencia y progreso.
Dejaría por otro lado a las fuerzas periféricas nacionalistas, no en la irrelevancia pero sí en su justo lugar.
Sería además un ejemplo de convivencia, diálogo y tolerancia que se transmitiría a los ciudadanos que muchas veces imitan el comportamiento de sus líderes, dejando atrás épocas de crispación, insultos e intolerancia.
Seguro que todos saldríamos beneficiados. Y también, sin duda alguna, los gobernantes que, anteponiendo los intereses del país a los suyos propios, han llevado a cabo esta experiencia.
Su ejemplo quedaría grabado en el mural de la historia como el de aquellos gigantes que, con tantas diferencias, consiguieron, cediendo en sus posiciones, sacar a España de la dictadura a la democracia que disfrutamos.

San Juan, 24 de julio de 2023
José Luis Simón Cámara.

¿Indiferencia o hastío?

En esta ocasión, por primera vez en muchos años, suponía que me iba a resultar indiferente el resultado electoral¹, cualquiera que fuera. Era también de las primeras veces en que no había formado parte del grupo de militantes o simpatizantes que se sienten identificados con un partido y lo apoyan en reuniones, distribuyendo propaganda, pegando carteles por las calles o en los momentos álgidos de mi participación política cuando incluso formé parte de las listas electorales. No, hacía ya bastante tiempo de mi “enfriamiento” en el apoyo. De ir en las listas del “partido comunista” o más tarde de “Izquierda unida” hasta abandonar la primera línea y limitarme a colaborar ya en los últimos años como interventor de esas agrupaciones, he pasado en la actualidad a observador de las pugnas en que se ven enzarzados los distintos partidos, sorprendido por la parcialidad de los posicionamientos que los defensores de unos y de otros dan muestra, ajenos en sus argumentos a la más mínima objetividad. Para el que defiende una alternativa política, todo lo relativo a sus posicionamientos, programa, táctica, propaganda, es plausible, inmejorable, digno de elogio y apoyo. Y por supuesto las personas que lo encarnan, sus militantes y líderes que, si no rozan la perfección, están muy cerca de ella.
Por el contrario, los que defienden otra opción política, cualquiera que sea, son personajes taimados, irresponsables, malignos, dañinos para la sociedad igual que sus ideologías, opresivas, injustas, perniciosas.
Es tal la ceguera o tan alto el grado de envenenamiento que pienso que estas personas instaladas en lo que podríamos llamar primera línea de la política militante o de soporte ideológico están incapacitadas para analizar la realidad con un mínimo de objetividad porque le aplican un mecanismo de análisis viciado por los posicionamientos previos adoptados que les impiden ver con ojos limpios lo que ocurre a su lado. Personas muy próximas de mi entorno por razones familiares, de vecindad o de amistad, muy capaces en sus actividades profesionales, de la índole que sea, de fina sensibilidad para las más variadas cuestiones, artísticas, sociales, culturales… Cuando se tocan temas directa o indirectamente relacionados con la política, parecen perder la capacidad y sensibilidad que los caracteriza en la mayoría de los asuntos que nos rodean y, de forma incomprensible, se deslizan por un tobogán vertiginoso en el que la velocidad de desplazamiento les imposibilita para analizar con ecuanimidad y objetividad las virtudes y defectos propios y ajenos. Y en un “totum revolutum” son incapaces de admitir ningún aspecto positivo del adversario ni de ver alguno negativo del propio.
La vieja historia evangélica de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
A sabiendas de esos posicionamientos me resulta tan aburrido, estéril y absurdo tratar esos temas que prefiero obviarlos y dedicar el precioso tiempo a asuntos más placenteros y gratificantes.

1 Elecciones municipales y autonómicas del 28 de Mayo de 2023.

San Juan, 4 de junio de 2023
José Luis Simón Cámara.

Señora con carrito

Desde que la vi, a pesar del porte, señora alta, entre los 60 y los 70, erguida espalda y cabeza, paso firme, supuse lo que pocos segundos después se confirmó. Al menos para mí. Siempre que me encuentro con una persona mayor de las llamadas sin techo, esa es al menos mi impresión, me pasa por la cabeza la imposible probabilidad de que se encontraran entre ellas mis padres ya fallecidos hace años y que nunca afortunadamente se encontraron ni de lejos en esa triste situación. Pero la sensación se acrecienta, quizá por ser menos frecuente, cuando se trata, como en este caso, de una mujer. Los “clochards”, así llamados los sin techo o vagabundos en Francia, son mayoritariamente varones. No es que haya o no una razón que lo justifique o explique, pero suele ser así. Aunque hay excepciones como me ocurrió aquella vez en París. Hace de esto muchos años, pero no se me olvida con el paso del tiempo. Caminaba yo solo por aquella ciudad, siempre grande para cualquiera y más aún para un joven de provincias ni siquiera de cualquiera de las regiones de Francia sino del Levante de España y apenas acostumbrado a la soledad de un aislado monasterio en la montaña. Ya sin el aturdimiento de los primeros días, con gentes cruzándose en todas direcciones por las anchas aceras de la ciudad, casi tropiezo con una señora tumbada sobre unos cartones. Había visto el bulto desde lejos, pero nunca pensé que pudiera tratarse de una persona. Quizás una bolsa de basura tirada en la calle, un abrigo arrugado caído a un paseante, pero no, era una persona acostada encima de unos cartones sobre unas rejillas metálicas, respiradero del Metro. La gente pasaba a su lado sin hacerle el más mínimo caso. Muchos ni la miraban, otros desviaban la mirada al verla, pero nadie reducía el paso o detenía la mirada en aquel desecho humano. Yo me detuve a su lado sin saber qué hacer. ¿Cómo pasar de largo con una persona tirada en el suelo? Lo más probable es que necesitara algún tipo de ayuda. No suele la gente andar tirada en medio de la calle sin algún motivo. Un desvanecimiento, un mareo, un infarto… ¿Quién sabe? Mientras la gente pasaba a nuestro lado indiferente a la escena me agaché y la toqué tímidamente intentando llamar su atención: “¡Madame, madame!” Pero parecía dormida. Al menos no daba muestras de escucharme. Minutos después se paró a mi lado una joven, también extranjera, como averigüé enseguida. De habla francesa pero canadiense. También impresionada de ver a aquella señora por los suelos. Ante la falta de respuesta me incorporé como buscando ayuda y vi a lo lejos a un policía al que hicimos señas de ayuda. El policía se acercó y cuando llegó a nuestra altura, la señora, que había permanecido inmóvil a mis requerimientos, giró la cabeza y mirándome a mí y al policía gritó: “Il m´a volé!” (“Me ha robado”). Yo no sabía cómo reaccionar, tampoco la joven canadiense, perplejos de sorpresa e indignación. El policía hizo con las manos un gesto de calma, tranquilizador, a la vez que nos decía:
“Ne vous inquietez pas, c´est une clochard. Allez vous en calmement” (“No se preocupen, es una vagabunda. Váyanse ustedes tranquilos”).
Volviendo a la actualidad seguí con la mirada a aquella mujer que caminaba por la acera delante de mí, como ausente. En la puerta de un supermercado, junto a su bicicleta con una caja de plástico en el sillín, donde guarda objetos que le dan o recoge de los contenedores, un señor pide limosna sentado en su banqueta. Al paso de la señora le pregunta: “¿Cómo estás?”. La mujer, que ya lo había rebasado, giró la cabeza y sin decir nada hizo una mueca de aflicción y siguió caminando sola por la acera con su carrito.

San Juan, 16 de abril de 2023.
José Luis Simón Cámara.

El Vagabundo Real

Me gusta caminar por la ciudad, por el campo, por la montaña. Junto al mar escuchando el susurro de las olas. Caminar solo y acompañado. Estos días pasados en Madrid lo he hecho en las dos modalidades. Por el día, con Inma y mis nietos, casi siempre rodeados de gentes a las que también nosotros rodeamos. Quizá sea Madrid una de las ciudades donde más acompañado se encuentra uno por la calle. A cualquier hora. Porque también he paseado solo por la noche cuando ellos ya dormían y temprano por la mañana cuando aún no se habían despertado. ¡Qué placer caminar a mis anchas en cualquier dirección sin estar sujeto a los gustos, deseos o cansancio de los otros! Ir mirando escaparates, observar de reojo a los vagabundos ya recostados sobres sus cartones, tapados con mantas, un pie descalzo fuera y bien arrebujada la cara. Llegar a lo más alto de la Gran Vía y desde allí observar el movimiento de gentes que vienen como de la Plaza de España. Son oleadas. Hasta que veo que todos llevan una bolsa con el dibujo del Rey León. Todos salen de esa representación en una de los teatros de la calle. En la otra dirección ese amplio giro hasta la bifurcación con Alcalá. Apenas hay portales libres de vagabundos. ¿Cómo ha podido esta sociedad del bienestar tolerar situación que avergüenzan al más insensible? Opulencia y miseria. Aquí y en Sebastopol. Los he visto en París, en Munich y en Nueva York. No sé de otros países ni quiero pensar lo que pueden hacer en Venezuela, Bombay o Manila. Porque sé que hay donde los centrifugan. Y no me pregunto, de pavor, lo que eso significa.
Íbamos una de las mañanas, en este caso con Inma y los nietos, de visita a los Reales Lugares. Bajando la cuesta de Santo Domingo tropezamos con el Teatro Real de cuya fachada colgaban como pendones banderolas con la programación operística de la temporada. Fresca mañana de Abril. Caminamos hacia el Palacio Real donde veríamos un rato después el solemne cambio de guardia que se hace el primer miércoles de mes. Exhibición de caballos blancos, peinadísimas cola y crin, montados por caballeros de rojo, precedidos por bandas militares, seguidos por caballos negros aún más brillantes, compañías de la guardia civil de gala, la multitud sorprendida vitoreando, haciendo fotos y al final, colofón clarificador, carros tirados por cuarterones portando sendos cañones. Es la guardia ¿no?. Pero no fue eso ni con mucho lo que más nos impresionó. Más que el desfile les asombró, me refiero lógicamente a mis nietos, el paseo por el Viaducto, ese puente altísimo protegido por una muralla de cristal a ambos lados para dificultar el salto de los suicidas. Altura, como decía Max Estrella en Luces de Bohemia, desde donde regenerarse con un vuelo. Aún más que el desfile y el Viaducto les pasmó aquel señor que nos tropezamos tumbado sobre un banco de los jardines de la plaza de Oriente, entre el teatro y el palacio real. Como ya empezaban a deslumbrar los rayos del sol, se incorporó de su lecho, cartones y mantas, y desperezándose nos dio los buenos días. Mi nieto le preguntó dónde vivía, si no tenía casa y el vagabundo, con una sonrisa irónica, le dijo: “Esta es mi casa, jovencito. Vivo en los jardines del Palacio Real”.

San Juan, 18 de abril de 2023
José Luis Simón Cámara.