ZEGAMA 2025

¿Qué se puede decir de Zegama que no hayáis oído, leído o visto? La verdad es que fue una auténtica Ley de Murphy que me tocase justo este año. Mira que hay gente esperando mucho más tiempo y va justo cuando me preinscribo para que “no me toque”… Pues va y toca. Todo esto viene porque coincidía con el finde de la comunión de mi sobrina. Comunión sábado, Zegama domingo. Pues después de varias semanas de estrés y conflicto familiar tuve que viajar el día antes de correr. No es la mejor forma de ir a Zegama, pero era la única. Cogí el último vuelo a Bilbao el sábado 24 a las 21:30. Después de subirme en el coche alquilado sobre las 23:30 y dar alguna vuelta extra al aeropuerto, ya que iba más perdido que un gorrino en un garaje de bicicletas, llegué a Segura, un pueblo muy cercano que encontré revisando diariamente las webs de alojamiento esperando alguna cancelación… Bingo. Pues ya solo tocaba dormir y descansar, aunque fueran 4 horas. La mochila la llevaba preparada de Alicante para ahorrar tiempo de la mañana.

El día de la carrera amaneció despejado y con 8 graditos muy agradables. Como no sabía si me despertaría, mis gallos mañaneros y telefónicos fueron Jota y David Gil. Decidí irme antes de las 7:00 (2 horas antes de la salida) para el pueblo y así evitar tráfico y estrés precarrera. La locura fue ver como se estaban llenando de coches los arcenes con gente que iba a vernos. La organización nos facilitó un cartelito con ZEGAMA 2025 con el que la policía y los voluntarios nos permitieron el acceso al aparcamiento prioritario. Ya había mucha gente danzando por las calles cerca de la salida. Yo recogí mi dorsal y en uno de los bares que estaba abierto compré algo de desayuno. En el parking modelo jardín privado desayuné tranquilamente mientras decidía si me ponía/quitaba algo de ropa, manguitos. Etc. Los autóctonos iban a lo pecho palomo como si estuvieran en julio, a mí me castañeteaban los dientes como una máquina de morse.

La salida era un hervidero de gente, de cámaras, de fotógrafos, corredores, familiares… Está mal que lo diga, pero era un placer ir con el dorsal mientras te miraban en plan “hijo de puta con suerte que corres hoy”. Control de material (vaso, manta y membrana) y al corralito a ver como presentaban a la élite. De verdad que era increíble el ambiente que hay allí. El silencio en el Aurresku era sepulcral. Nadie se movía ni hablaba. Y pum, todos para adelante. La salida hace un bucle para poder volver a pasar por la salida y recibir todos los aplausos y ánimos de los que allí estaban, una marabunta. Con el ritmo de la salida estaba por hacerme el loco y seguir hasta el coche… Pero bueno, HEMOS VENIDO A JUGAR, no?.

Tenía mentalizados los 2 primeros puntos de corte. Ultzama a 8,5k con 1h30 para pasarlo y unos 540 de desnivel… No había tiempo para dormirse y mirar floretes. La gente ya estaba al borde del camino animando desde el primer metro de la subida. Es alucinante el volumen de personas que van a disfrutar de la carrera de esa forma. Cogí un buen ritmo y conseguí pasar en 1h07, cuando mi objetivo era 1h15. No iba mal la cosa.

El siguiente punto después de una bajada divertida y embarrada, rollo Tobo era Atabarreta km.13,5 y superando los 1000+ de desnivel. Llegué con margen de casi media hora del corte. Ya empezaba a picar la cosa porque era todo subida hasta el Aratz. A lo lejos, y quiero decir ALLÁ, se veía en un pico un montonazo de gente que acorralaba a los corredores que allí subían. Para asegurarme y salir del susto mortal, le pregunté a un animoso ciclista que si aquello era el Aizkorri… Pues por preguntar, era mi siguiente destino (Aratz 16,3k 1650+). Miré el reloj, miré a dónde tenía que llegar y vi como empezaban las dichosas rampas en piernas, imagino que de la impresión. Tenía claro que no tardarían en aparecer después del viaje relámpago. Así es que empecé el festival de las sales para sobrellevarlo lo mejor posible. Había perdido un poco de tiempo en alcanzar la cima, pero era una delicia ver a tanta gente alentando sin descanso a los que conseguimos pasar por allí. La parte de bosque con un sube baja divertido era para disfrutarlo. No consigues estar solo ni prácticamente 100 metros, siempre está alguien al lado del camino. Daba igual, lo mismo era un grupo de ruidosos en el avituallamiento que un señor sentado en un tronco que se levantaba a tu paso.

Ahora tocaba bajar un trecho muy bonito y pasar por al túnel de San Adrián y Sancti Spiritu. Lugares que al recordarlos de verlos en la tele te ponían los pelos de punta. Con más pena que gloria me iba acercando a tan MÍTICO punto de carrera. Hasta el momento en los avituallamientos solo había fruta, agua e isotónico. Por suerte, en la subida de Sancti Spiritu podías insuflarte geles y barritas de 225 a troche y moche. La llegada hasta allí la vas detectando por la gente que se agolpa casi un kilómetro antes y el eco de los aficionados que están animando a los que ya están subiendo. La emoción te empieza a invadir sin quererlo. Es indescriptible. Por mucho que te cuenten solo lo sabrás que es cuando lo vivas.

Viendo los tiempos, casi me dan caza los escobas y por 7 minutos no me soltaron la colleja mortal del conejo y me dejaron sin carrera. La verdad es que no me di cuenta hasta que llegué a meta y vi los tiempos de corte. Ahora tocaba apretar los dientes y volver a coger margen para poder seguir disfrutando de este sueño. Qué mejor sitio que la subida de Sancti Spiritu para tener que dar el 1000 y no parecer que eres un cadáver andante. Pero que ESPECTACULOOOOOO. Desde que pones el primer pie para ascender la gente se vuelve loca animándote al ver cómo te llamas en el dorsal. Sin descanso hasta que llegas arriba es un griterío mayúsculo que te hace olvidar si tienes rampas, calambre o te está mordiendo un alligator. Da igual, subía con una sonrisa en la cara que ya tenía miedo de acabar como el Joker de Jack Nickolson en Batman. 30/40 personas por tramo gritando tu nombre, alentándote cada paso con su “oso ondo”, “aupa”, “vamos titan”… Inolvidable para siempre. Mi objetivo más realista era conseguir llegar a vivir eso y ahora me tocaba llegar a meta fuera como fuera.

Por delante la subida al Aizkorri y Aketegi (km23,20) que me estaba dejando las piernas molidas de verdad. Ahora si estaba sufriendo los efectos del dormir poco en modo de rampa permanente. Ya fuera el abductor, el cuádriceps o el bíceps femoral, era una fiesta para un fisio. A duras penas coroné el Aizkorri con el encuentro de un amigo cántabro, Javier, que conocimos en la CDH de la Val D’Arán. Fue una alegría increíble encontrar una cara conocida en esos momentos. Destino pasar hasta Aketegi, que es la parte más técnica de la carrera. No había forma de meter bien un pie porque es literalmente imposible. Llevaba 23,20k y 4h24, no recuerdo el desnivel, pero unos 2300+ aprox. Y tocaba como alma que lleva el diablo para seguir recuperando tiempo. Otra vez rocé el palo por 6 minutos del corte.

Había conseguido bajar a buen ritmo, pero en un salto poco antes de Oltze (km26,6) me doblé el tobillo izquierdo. Noté un crack y no sé si el de asistencia médica lo mismo, que me gritó que bajaba a verme. Le dije que seguía y lo miraba en el avituallamiento… No pintaba bien porque notaba que se hinchaba poco a poco. Cierto es que el dolor me permitía correr, pero no quería perder mucho tiempo mirando qué era o qué no.

Llegué a Urbia (km28,5) aumentando poco a poco el margen. La verdad es que el terreno acompañaba a correr con ganas. Suelo blandito con praderas y pista que me permitía no forzar el tobillo en exceso. Siempre al llegar a cualquier avituallamiento había gente, pero en este incluso los había con tumbonas disfrutando del sol. Familias enteras se apostaban al lado de la pista por donde pasábamos. Ya solo quedaba pasar el Andraitz y disfrutar hasta meta.

Esta última subida gorda discurría por una montaña de hierba espectacular, con 2 banderones gigantes en la ladera, una ikurriña y la otra no la identifiqué. La gente seguía animando a cada paso. Ya éramos los últimos de Filipinas los que pasábamos por allí, pero parece que dan aliento del primero al último. Pasado el Andraitz tocaba dejarse caer y meterse por un bosque espectacular. No me importaba ya mucho el ir esquivando riachuelos o charcos, me venía bien para el dolor del tobillo, así es que si veía agua… Chooff. Los últimos kilómetros desde el avituallamiento de Moano (km34) seguían metidos en el bosque. Si bien en momentos nos dejaron descansar un poco las piernas al meternos en una pista (embarrada) y un sube baja que parecía interminable.

Ya oía los ecos de la meta y podía disfrutar de esos últimos metros sabiendo que iba a terminar Zegama-Aizkorri. El pueblo aparece de repente y la gente que aún quedaba te lanzaba sus gritos de ánimos para el último esfuerzo. A Depa lo oía cada vez más cerca y en 3 giros entraba en meta. Después del estrés familiar, de todo un periplo logístico, del poco descanso, del esguince que arrastraba desde el 24… Cruzar la meta era increíble. Todo se puede mejorar, quizás otro año en un futuro cercano o lejano tenga la fortuna de volver. Ya no me la cuentan. Mientras tanto, mil gracias a mis compis Jota y Pablo por tantos kilómetros de entrenamiento aguantando la turra pre carrera. Y por supuesto dedicada a nuestro querido Abel, sé que habría dicho que soy un gran hijo de puta con suerte. Se le echa de menos.

No sé si es el mejor maratón de montaña del mundo, para mí hasta la fecha si lo es. Una región entera volcada absolutamente en los corredores. Voluntarios de 10 que te ayudaban en todo, ya fuera rellenar bidones, refrescarte con esponjas de agua fresquita, ponerte réflex hasta el cielo de la boca… Y un recorrido totalmente impresionante. Volveremos a probar suerte.

ZEGAMA ES ZEGAMA 2025
PD. Gracias a mi mujer y mi pequeña Alicia que siempre vienen en la mochila.

2 pensamientos en “ZEGAMA 2025

  1. Enhorabuena Cangrejo. Que recuerdos me has traído, ha sido como volver a correr la Zegama. Me alegra que pudieras disfrutar del ambiente único de esta carrera, a pesar del esguince.

    • Gracias, Kike. Tu bien sabes lo que allí se vive, a ver si hay suerte otro año y volvemos a disfrutarlo. Un abrazo grande

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