Rompiendo tradiciones, esta noche de 24 de junio en la que acostumbro deleitarme con la tradicional “cremà” de las Hogueras de San Juan iba a tomar un cariz distinto.
Y es que a finales del año pasado, aprovechando el tirón de los turrones, decidimos embarcarnos en una nueva aventura: el Gran Trail de Peñalara, un Ultra de 120 km y más de +D5500 que recorre el parque nacional de Guadarrama.
Con el permiso de Nacho (ausente por su recién estrenada condición de padre pero presente en cada paso), los dos Carlos (Ramos y Amorós) y un servidor estábamos a las 23:30 en la plaza del pueblo de Navacerrada con ganas de pasar un día en el monte y de aprovechar las oportunidades que ofrece la Sierra madrileña. Últimos trámites pre carrera, últimos abrazos, mente meditativa para agradecer lo que estamos a punto de vivir y… pistoletazo de salida. Vamos coño!
Con mucho respeto por pasar mi primera noche en carrera (tengo sensación de que son las 5 de la mañana) pero con una emoción insuperable, encaramos la subida a la maliciosa. Esto es la ostia… el cielo estrellado y la luna semillena a la que pudimos saludar en la cima se convirtieron en ese tipo de sensaciones que se quedan para siempre.
Poco a poco y tras sufrir un pequeño tropiezo gracias a mi técnica de pato en bajada, nos encontramos rellenando bidones en el primer avituallamiento. Cruzamos la pedriza con el reflejo de nuestros frontales y sin darnos cuenta los pajaritos nos anuncian la llegada del amanecer justo en la cima de la morcuera, impresionante! Que pasada de noche! Ya llevamos unos 40 km y nos encontramos muuuy bien, la noche ha sido una gozada y nos ha llenado de energía positiva.
Bajada rápida e intensa de unos 17 km y llegamos a Rascafría a eso de las 8 de la mañana donde puedo “desayunar” el primer montadito de jamón con tomate preparado por mamá que me da la vida y me acerca a los míos, gracias!
Parece que aquí, en el km 55 y tras haber disfrutado de la noche, es donde empieza la carrera. Salimos renovados y con fuerzas para enfrentarnos a 17 km continuos de subida. Paso a paso, metro a metro, nos calzamos los primeros 9 km hasta el reventón, donde podemos compartir risas y miedos con la gente del avituallamiento. Con las piernas tocadas, tiramos hacia Peñalara, cumbre de la carrera tanto por su belleza como por su dureza.
Subimos por el risco de los claveles, un canchal de piedras que probablemente haya dejado algún ser superior jugando al último nivel del tetris… Lorenzo hace de las suyas y el calor empieza hacerse infumable pero no queda otra, esto es lo que nos gusta, asique piedra a piedra y no sin esfuerzo coronamos Peñalara cumpliendo casi 14 horas de carrera.
Ahora toca bajar (que no es cuestión baladí) y como ya nos habían aconsejado, intentar llegar enteros a la Granja, avituallamiento principal asentado en el km 81 donde estarían esperándonos nuestros pacers. Llevamos 15h42min de carrera. Amorós llega muy tocado de la rodilla y tiene que retirarse para evitar males mayores, ha sido un placer amigo, estás muy fuerte, seguro que pronto repetiremos!
Comemos un poco de pasta y en poco Carlos y yo salimos a disfrutar del “último” tramo de la carrera sonando Siniestro Total de fondo. Marcan 33 grados y son las 15:30, ¿solución? Sigo el consejo del pez (gracias!) y me pego un bañito en las pozas en las que hace siglos hacía lo propio Carlos III. Que gustazo! Vida en vena, supongo que estos momentos, los que nos llevan a la esencia, son los que hacen que todo tenga sentido.
A trote cochinero y superando una dura subida (a partir de 100 km toda inclinación se hace pared) empezamos los 5 km del infierno: el camino Schmid. Un sendero aparentemente muy fácil en el que se escondía el mazo para darme bien fuerte. Entro en un bucle de mareo absoluto, sueño, crisis existencial y fuerzas a ras de suelo. Pero poco a poco y gracias al instinto básico de “tirar p’alante” y a la fuerza de la pinza, me centro en mi pisada y en el continuo tic tac de los bastones de Carlos para al final conseguir salir del barro.
El mareo me pide arrasar en el último avituallamiento: 6 vasos de coca cola (el único fallo de la organización es que no haya cerveza en los avituallamientos), un montao de jamón, naranjas, sandía y chucherías, la glucosa ha vuelto a mi!
Últimos 9 km, ya recuperado nos encontramos casi como si acabáramos de empezar, llenos de fuerza, llenos de ganas, llenos de vida, que subidón!. Sin querer evitarlo, apretamos y disfrutamos de la última bajada hasta llegar al pueblo donde ya se huele la meta. Cogemos a Teo y en 22 horas 8 minutos concluimos nuestro particular periplo.
Ha sido impresionante, doy gracias por poder disfrutar de estos “pequeños momentos” que me permiten saber qué es lo realmente importante.
Gracias a Carlos por ayudarme a superar en primera persona las crisis de todo ultra, gracias a los firmantes de la pinza, sólo vosotros sabéis el sentido que esto tiene para mí, gracias papa por apoyarnos in situ en cada reto y por consolidarte como el mejor pacer que uno puede tener y como no, gracias mama por enseñarme a ser quien/como soy.
Esta carrera se la dedicamos a Marta, estés donde estés, sentimos tus fuerzas en cada piedra que pisábamos. Gracias por vigilarnos en todo momento.
Ante la clásica pregunta de cuál será el próximo reto: seguir disfrutando de lo que hago.
Carpe Diem.
P.D. Las 5 finguers dieron resultado (todos me preguntaban cómo podía correr con esas “zapas”) y ya puedo considerarme como un minimalista consolidado, cada vez más cerca del suelo y sintiendo cada paso del camino.
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Enlaces sobre esta prueba
Nombre |
Categoría |
Tiempo |
Puesto General |
Puesto Categoría |
Carlos R. |
Veterano A |
22:08:45 |
196 |
94 |
Borja |
Absoluta |
22:08:50 |
197 |
79 |
Total finisher: 345, Total retirados: 144
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