Crónica Maratón de Confrides

Aquí estoy de nuevo delante del papel para compartir las vivencias en mi primera carrera “larga” de montaña, el Maratón de Confrides.

Y quiero contaros no solo la carrera, sino lo que lleva aparejado una primera carrera larga de montaña, todo empieza como siempre, a alguien se le ocurre decirme “Guille, ya está bien de medias, te toca una tirada larga de montaña, este año te vienes a Confrides” (JP dixit) uno de esos miércoles A To Trapo, concretamente el 16 de Octubre de 2022, recuerdo que estaba preparando la volta a la foia y la Carrera del Mediterráneo, así que me vine arriba y pensé ¿por qué no? Ese mismo día de vuelta a casa lo consulto con el oráculo del running (Gosa) y me contesta: “Tú verás, pero tendremos que entrenar mucho”, así que como decimos en mi pueblo “dit i fet”.

Empezamos a entrenar con un plan muy marcado, Gosa es más de entrenos de cantidad que de calidad, os podéis imaginar la de km que he tenido que hacer desde Enero hasta el miércoles pasado y he ido más veces al Cabeçò en 4 meses que en toda mi vida anterior, incluso me han llevado a la cima por sitios donde no había ni cagarrutas de cabra y como hay que entrenarlo todo hasta me caí por si acaso pasaba en carrera.

Llega la semana de la carrera, empiezan los nervios porque además tuve que salir solo a entrenar esos días y eso te acerca el “cagancho” más de lo normal. Para colmo la tarde anterior a la carrera se pone a llover y mucho. Mensaje de la organización: “será obligatorio el chubasquero, ropa de abrigo…” Pero ¿Dónde me he metido? 42 Km, 2.600 m de desnivel positivo, 9 horas corriendo, lluvia, frío… ¿Es necesario? Todo eso te viene a la cabeza, pero como ya tenía la decisión tomada había que apechugar y tirar para adelante. Mochila preparada, barritas, geles, chubasquero, perfil… y venga darle vueltas a los números: 9 horas para hacer 42 Km, o sea a 12 minutos y pico por km, una locura para empezar en montaña.

El “capitán Gosa” había organizado la quedada perfectamente, subíamos en un coche los mutxameleros de la larga (Fernando, Trompeta Méndez, Jesús Santana, Gosa y Yo) a las 5 saldríamos para Confrides, tenemos que llegar pronto para coger buen aparcamiento y colocar la pancarta. El viaje se hace muy llevadero, Trompeta Méndez es un valor seguro para eso, no para de darle a la sin hueso ni un minuto, además conversación amena, por lo menos a mí me lo parece o es que ya son muchos años. Llegamos a Confrides, aparcamos muy bien, nos terminamos de preparar manguitos si, manguitos no, manga larga, chubasquero… las típicas preguntas y respuestas cruzadas, al final todos preparados y a la plaza a colgar la pancarta y esperar al resto del “A TO TRAPO team”, llegan todos o casi todos y nos hacemos las fotos de rigor.

Se acerca el momento, mariposas, nervios y el miedo empiezan a aflorar, miedo no a los 42 Km ni a los 2.600 m el miedo es a las 9 horas del corte porque, ya que vengo quiero terminar en hora y para colmo se acerca Gosa y me dice “primo, aquí n’hi ha que correr molt y de pressa quan se puga, així que ja saps no m’esperes, que jo t’agarré en les baixades” joder qué presión!!!!

Son las 7 y todos a correr, pero como locos, como si no hubiera un mañana, incluso nosotros nos ponemos a tirar como posesos parecía que era un martes y estábamos en la pista haciendo series. Yo pensaba: “como tenga que aguantar este ritmo no llego ni al primer avituallamiento”. Así llegamos al paso del riachuelo en el que se forma el tapón, la cosa ya va más relajada, cruzamos el hilo de agua y empieza el Gosa a achucharnos: “¡Fernando y Méndez tirad para adelante y no nos esperéis, Guillermo arrea!” y obedecemos Fernando y Méndez se adelantan bastante y yo voy unos metros por delante de Gosa que va vigilante detrás.

Vamos por dentro de un barranco con fresquito que se agradece y nada más salir del barranco se me ocurre mirar hacia arriba y me doy cuenta de donde íbamos por la cantidad de puntitos de colores que se veían allá arriba y de repente escucho por detrás: “Vaaa que hay que seguir corriendo y no mirando el paisaje. ¿Estás bebiendo?” ya tengo al Gosa aquí. Llegamos al primer avituallamiento y paramos 42 segundos, el tiempo de sacar el vaso, llenarlo, beberlo y coger 3 gominolas y a continuar, hay que quitarle tiempo al crono que después nos hará falta.

Llegamos a la cima del “Recingle Alt”, cresteamos un poco y llegamos a uno de los sitios más chulos de la carrera donde se ven los 2 valles de la Serrella, a un lado y a otro. Iniciamos la bajada hacia Quatretondeta, me voy defendiendo (las bajadas no son mi fuerte, todavía) hasta que llega un cartel que ponía PELIGRO!!! Ahí es donde Gosa tira para adelante y yo me quedo un poco más rezagado porque la bajada era empinada y resbaladiza (técnica como se la llama en el argot de la montaña), la paso como puedo y empezamos a correr por una senda muy estrecha que va por la ladera, hasta una pista en la que se puede correr más y mejor. Me acuerdo de lo que me ha dicho Gosa, así que a correr como un descosido a ver si lo cojo antes del segundo avituallamiento, llegamos casi juntos, pero la sorpresa es que me encuentro saliendo del avituallamiento a Méndez y a Fernando, lo cual me da mucha moral porque mola mucho ver a gente conocida. Vaya ya llevamos 17,5 Km muy cerca de mi máxima distancia en montaña y de momento no me encuentro mal.

Comemos y bebemos un poco, pero no paramos más de 3 minutos que hay que quitarle tiempo al crono y enfilamos para arriba por una pista que, de vez en cuando, permite correr por lo que me adelanto un poco. A los 2 Km del avituallamiento me encuentro con Fernando que se había descolgado de Méndez, me dice que las piernas no le van. Sigo a mi ritmo e intento que se coja, pero no va y oigo por detrás, “tira para arriba que ya me encargo yo” era el Gosa, empieza a sermonear a su hermano y le pone el ritmo al que tiene que subir. Yo sigo subiendo a ritmo y me encuentro con Méndez que había parado a comer, subimos juntos por “Els Flares”. Camino al Pla de la Casa llegamos al tercer avituallamiento y uno de los momentos que más recuerdo de la carrera, el encuentro con Jota que iba de escoba de la corta, no os podéis imaginar la alegría que me dio y el abrazo que nos dimos, eso fue un chute de energía que ni 5 geles a la vez. Por fin Gosa nos dejó hablar un poco con él y estuvimos casi 5 minutos en el avituallamiento, ¡¡¡qué pasada!!!

Coronamos el Pla de la Casa y pasamos por el nevero, qué gozada. Empezamos la bajada los 4 juntos, y todos bien, Fernando se había recuperado así que ellos se tiraron como locos para abajo y yo con mis miedos y mis precauciones bajé a mi ritmo, intentando que no se distanciaran mucho porque sabía que después tenía 3 km de asfalto para recortarles tiempo, aunque en vez de tirar como un poseso decidí que iba a comer y a hidratarme porque al llegar al avituallamiento de Famorca Gosa no me iba a dejar mucho tiempo de asueto y preferí tomarme una barrita y un gel, menos mal que lo hice porque al llegar no había dejado los palos y ya me estaba apremiando para irnos.

Salieron Fernando y Méndez delante y a los 2 minutos Gosa y yo de cara a la Mallada del Llop. Nada más salir me dice Gosa: “le llevamos media hora al corte y no tengo claro que lleguemos al siguiente, así que aquí hay que darlo todo en la subida y en la bajada” y pienso “Gosa llevo 30 Km, corriendo como si no hubiera un mañana y me pides más!!! Buenos para eso estamos!!!”. Iniciamos la subida más interminable que he realizado en mi vida, pero la de más mérito, la sufrí y la disfruté a la vez.

De nuevo, a principios de la subida veo que Fernando se va quedando y lo cojo, la cara que lleva no me gusta y me dice que va mal que no sabe qué le pasa, así que de nuevo lo coge Gosa y empieza a marcarle el ritmo de todo, caminando, bebe ahora, sales ahora, come un poco… y como es su hermano mayor encima le pega el paquete. Veo a Méndez delante a su ritmo no muy lejos y sigo a lo mío, por fin llegamos arriba de la Mallada del Llop, qué larga se me ha hecho la subida, no en vano fue 1 hora y 20 minutos desde abajo hasta terminar el cresteo y faltaba lo que todo el mundo me había dicho que era lo más difícil, la bajada de la Mallada del Llop, piedra suelta, empinada y larga. Así que le digo a Méndez que tire él y le recuerdo que el corte en el avituallamiento era a las 14:30 nos quedan apenas 35 minutos. Empiezo a bajar con mucha precaución, me encuentro bien de piernas y de cabeza y se me va pasando el miedo, pasa el Gosa por mi lado y me dice: “¿ves la senda aquella?, pues cuando llegues arréale a las piernicas que no llegamos al corte”. Otra vez más presión, y me tiro como un loco a bajar como puedo, llego a la senda y empiezo a correr, correr y correr imaginaros eso después de 30 km y 2.500 positivos era como… no puedo más, me quiero morir, pero estaba tan cerca que no sé de donde saqué las fuerzas para llegar porque miro el reloj y veo que me quedan 2 km hasta el avituallamiento y apenas 17 minutos de tiempo y por una senda revirada que no cundían los metros, pero al final llego al avituallamiento 2 minutos antes del corte previsto y Gosa justo detrás.

Nada más llegar Gosa nos dice: “vamos que hay que llegar a Confrides que nos cortan”, Mendez y yo no podemos ni hablar casi, el esfuerzo para pasar el corte ha sido enorme. Es en ese momento de la carrera cuando me doy cuenta de que voy a acabar (si no pasa nada raro) y mando el mensaje más deseado y esperado mi familia “He pasado el último corte y estoy bien, voy a llegar en tiempo si no pasa nada quedan 6 km y hora y media”.

Salimos del avituallamiento Gosa, Méndez y Yo, Fernando se ha quedado un poco descolgado bajando y le dejamos recado en el avituallamiento que no le dejen subir al tractor y vuelva a meta corriendo. Nada más salir Gosa nos dice: “o corremos o me cogen rampas” y le decimos: “pues corre tú porque nosotros necesitamos descansar un poco las piernas”. Descansamos unos metros y nos ponemos a correr por la pista detrás de Gosa que nos lleva ventaja y de repente se para en seco y nos dice: “por aquí no es, dad la vuelta” se ha perdido Gosa, no es posible, se había pasado las balizas que marcaban la entrada a la senda que iba por dentro del barranco con más piedras sueltas del mundo.

Llegamos a L’Abdet Méndez y Yo, Gosa va delante con sus rampas, y escuchamos que vienen corriendo por detrás. Qué alegría es Fernando que se ha rehecho en la bajada y nos ha cogido, así que nos ponemos los 3 a ritmo a subir por el rio hasta Confrides, vamos muertos, pero muy satisfechos por la carrera y porque si no pasa nada raro llegamos dentro de las 9 horas. Cruzando la carretera nos espera Gosa para entrar los 3 juntos, la sorpresa es para él cuando ve que su hermano Fernando también viene y conseguimos llegar los autodenominados Escuadrones Escoba y dentro del tiempo, no solo dentro del tiempo, sino que nos sobra media hora por lo que todavía queda cerveza seguro.

Cómo mola ese momento de entrar todos juntos, es un momento espectacular, creo que la foto habla por sí sola.

Y después de esta chapa solo me queda una cosa, agradecer a Gosa la ayuda y el apoyo durante estos meses de entreno y la vara que dio durante la carrera para poder llegar a tiempo. La experiencia en la montaña ha sido agotadora sí, pero muy gratificante que junto a la compañía a buen seguro que lo recordaré como uno de mis mejores retos conseguidos.

RUTAS DE LAS FORTALEZAS 2023

Este año volvimos a ser “premiados” con un dorsal para la Ruta de las Fortalezas (por tercera vez consecutiva) y este año el premio era correrla junto al Presi.

Llego el día de la carrera y bien tempranito nos levantamos para ponernos en marcha dirección a Cartagena, 6 y media de la mañana y dejamos el coche en la meta donde nos recoje un autobús que nos lleva a la salida.

En la salida me reencuentro con el presi allí recogemos el dorsal hacemos fotos de rigor y nos dirigimos a la salida, cada uno a su cajón (el presi en el y yo en el).

La salida es a las 8.05 después del izado de bandeja y salida es a las 8.10, la del presi 5′ más tarde.

La primera subida nada más empezar es el castillo del Moro que se encuentra dentro de la ciudad de Cartagena donde hay gran tapón de gente (imposible correr), seguimos corriendo hacia el campo de tiro donde, por desgracia nos encontramos el primer tapón, (5´parados).

Desde allí nos dirigimos a la primera batería Sierra Gorda, donde la subida es larga y camino muy estropeado, a mitad de subida nos juntamos los que suben con los que bajan (imposible correr).

Una vez bajamos y nos separamos de los que suben nos desviamos al barranco de Orfeo (disfrutan los que les gustan los descensos) un poquito de llano para llegar a un avituallamiento y dirección al Calvario (ya lo dice la palabra).

Desde el año pasado la organización decidió crestear desde el calvario a la batería de San Julián (3 batería y dificultad del recorrido), allí nos encontramos con el siguiente tapón 25´parado por una torcedura de tobillo de una corredora y donde era muy difícil evacuar.

Una vez subido a San Julián nos dirigimos a cala Cortina y de allí todo llano hacia Cartagena ciudad donde se encuentra el avituallamiento principal y la subida Molinete.

Desde allí ya nos metemos en la escuela naval de infantería donde tenemos la posibilidad de correr junto la submarino y alguna fragata (este año no se pasó por Navantia).

Salimos de la escuela y junto a su valla nos dirigimos a Fajardo (donde las vistas son impresionante de Cartagena y su puerto). De allí a Galera, que nos encontramos a mitad de subida, pero aún se hace larga su subida, allí ya mi cuerpo veo que no lo noto como mi cabeza me dice y empiezo a tener malas sensaciones, aun así seguimos esto esta más que preparado y no me podía retirar. En la bajada me cruzo con el presi que va como una flor (que enviada).

Una vez descendido Galeras llaneamos un poco y vamos a por “las Atalayas”, primero tenemos que rodear su monte donde a esa senda yo la llamo la senda del “Réflex”, la subida de gemelos por esa zona se ha hecho muy normal.

Una vez rodea nos encaminamos a la subida (yo la comparo a Caldera del Cabezo, pero ya con 45 km en las piernas), se hace dura mi cuerpo ya no me acompañaba, creo que tire más de corazón que de fuerzas, a falta de 5 km no te puedes retirar (o no deberías), los gemelos no para de avisarme.

Hacemos cima y desde allí se divisa la meta, ya esta casi una bajada donde toca mucho retener y a falta de un km la parada de la “peña rutera” donde te esperan una cerveza bien fría que te repone.

Entramos en la escuela de Infantería de Marina donde se encuentra la meta, allí hay un gran ambiente, ya que dejan entrar a familiares y amigos.

Entrada en meta donde te reciben los infantes para otorgarte tu medalla de que has terminado tu Ruta de las Fortalezas.

Al tiempo (no mucho) veo que el presi entra en meta (todo un ejemplo a seguir en constancia).

Carrera muy bonita y muy organiza donde sin duda volveré.

Tomas Mendez (Tractor).


CSP Peñagolosa trail 2023

Me habían hablado anteriormente de esta ultra algunos compañeros del equipo una prueba de carácter internacional con una gran representación de corredores de renombre y este año celebraba su undécima edición así que decidí inscribirme.
La prueba transita por el parque natural del Peñagolosa en la comarca del alto Maestrazgo un lugar emblemático con salida en Castellón y llegada en el santuario de San Juan de Peñagolosa a los pies del pico que lleva su nombre que con sus mil ochocientos trece es el segundo más alto de la comunidad Valenciana.
El día 22 de abril era la cita a las 00:00 horas y hasta allí partimos mi vecino Ricky y un servidor y al llegar nos dirigimos a la feria del corredor para la recogida de dorsales y dejar las bolsas de vida. Se respira un ambiente impresionante para después ir a la Universidad Jaime I donde es la salida. Cenamos la pasta correspondiente y preparamos la mochila con el material obligatorio y entramos en el estadio para calentar motores y oyendo al speaker nombrando a los espadas que se iban a batir en duelo. Se da la salida en dirección a Borriol primera parada en el Km 8,5 donde a pesar de la hora nos reciben una cantidad de gente que me deja boquiabierto, continuamos hacia La Bassa que da nombre a una balsa, es el tramo donde más distancia de Km hay entre avituallamientos así que como y me hidrato bien. La temperatura es más alta de lo normal y ante la falta de agua las sendas y pistas están llenas de polvo y me dejan los ojos resecos y al llevar lentillas lo paso mal. Me pasa una chica Alicia la cual se fija en la camiseta del club y como era de esperar conoce a Jesús y recuerda su albornoz en las carreras, ha corrido las once ediciones de la CSP y piensa hacer sobre 16 horas así que la dejo ir porque si no me saca de punto.
Llego a Useres Km 31 y salgo en dirección Atzeneta esta zona es bastante corredera y transcurre entre olivares y almendros donde empieza a amanecer y voy pasando a algunos corredores que andan. He cruzado la maratón y el paisaje empieza a cambiar y se adentra en plena montaña con bosques de pino piñonero, carrascas y demás vegetación autóctona de la zona y de momento me doy cuenta de que estoy completamente solo, pero disfrutando del paisaje en plena subida para llegar a Benafigo donde relleno bidones y me dirijo hacia Culla pasando antes de llegar por la zona de acampada Les Culletes bonita zona de choperas con su fuente y el pueblo está en lo alto de la sierra el Km 62 donde dicen que allí empieza la carrera y donde está la bolsa de vida que no la cojo, pero como bien y tomo geles y sales para salir bien repuesto pues me queda bien una buena tirada. Comienzo un descenso largo primero por pista y luego por senda hasta cruzar un cauce seco y comenzar la subida hasta la ermita de San Bertomeu donde en vez de isotónica el chico me ofrece una cerveza que me sienta de lujo viendo todo el valle y al fondo divisando Culla. Camino de Vistavella me despisto y dejo el desvío al pueblo y aparezco en un mirador a un par de Km total que me toca desandar lo hecho y pierdo un tiempo importante además del sobre esfuerzo me noto agotado y tras un tras pies me doblo el tobillo y eso me lastra hasta el final de carrera impidiéndome ir mi ritmo.
Llego a Xodos Km 90 y al salir cambia el tiempo pues se avecina tormenta y nos queda darle la vuelta al macizo Peñagolosa por el collado y aunque la tormenta es fuerte no me pongo ni el chubasquero, ya que no hace frío y no va a durar mucho. Tras pasar la Banyadera solo queda el descenso al Santuario donde está la meta, ya oigo el murmullo del speaker en el descenso me cruzo con varios corredores de la MIM y entro en meta en diecinueve horas exultante de alegría por haber conseguido este objetivo fruto de meses de entreno y mucho sacrificio. Felicitar a la organización y a los voluntarios que se han volcado en todo momento además de los avituallamientos muy completos y la bolsa de corredor decente.

Un saludo

Ramonet

Señora con carrito

Desde que la vi, a pesar del porte, señora alta, entre los 60 y los 70, erguida espalda y cabeza, paso firme, supuse lo que pocos segundos después se confirmó. Al menos para mí. Siempre que me encuentro con una persona mayor de las llamadas sin techo, esa es al menos mi impresión, me pasa por la cabeza la imposible probabilidad de que se encontraran entre ellas mis padres ya fallecidos hace años y que nunca afortunadamente se encontraron ni de lejos en esa triste situación. Pero la sensación se acrecienta, quizá por ser menos frecuente, cuando se trata, como en este caso, de una mujer. Los “clochards”, así llamados los sin techo o vagabundos en Francia, son mayoritariamente varones. No es que haya o no una razón que lo justifique o explique, pero suele ser así. Aunque hay excepciones como me ocurrió aquella vez en París. Hace de esto muchos años, pero no se me olvida con el paso del tiempo. Caminaba yo solo por aquella ciudad, siempre grande para cualquiera y más aún para un joven de provincias ni siquiera de cualquiera de las regiones de Francia sino del Levante de España y apenas acostumbrado a la soledad de un aislado monasterio en la montaña. Ya sin el aturdimiento de los primeros días, con gentes cruzándose en todas direcciones por las anchas aceras de la ciudad, casi tropiezo con una señora tumbada sobre unos cartones. Había visto el bulto desde lejos, pero nunca pensé que pudiera tratarse de una persona. Quizás una bolsa de basura tirada en la calle, un abrigo arrugado caído a un paseante, pero no, era una persona acostada encima de unos cartones sobre unas rejillas metálicas, respiradero del Metro. La gente pasaba a su lado sin hacerle el más mínimo caso. Muchos ni la miraban, otros desviaban la mirada al verla, pero nadie reducía el paso o detenía la mirada en aquel desecho humano. Yo me detuve a su lado sin saber qué hacer. ¿Cómo pasar de largo con una persona tirada en el suelo? Lo más probable es que necesitara algún tipo de ayuda. No suele la gente andar tirada en medio de la calle sin algún motivo. Un desvanecimiento, un mareo, un infarto… ¿Quién sabe? Mientras la gente pasaba a nuestro lado indiferente a la escena me agaché y la toqué tímidamente intentando llamar su atención: “¡Madame, madame!” Pero parecía dormida. Al menos no daba muestras de escucharme. Minutos después se paró a mi lado una joven, también extranjera, como averigüé enseguida. De habla francesa pero canadiense. También impresionada de ver a aquella señora por los suelos. Ante la falta de respuesta me incorporé como buscando ayuda y vi a lo lejos a un policía al que hicimos señas de ayuda. El policía se acercó y cuando llegó a nuestra altura, la señora, que había permanecido inmóvil a mis requerimientos, giró la cabeza y mirándome a mí y al policía gritó: “Il m´a volé!” (“Me ha robado”). Yo no sabía cómo reaccionar, tampoco la joven canadiense, perplejos de sorpresa e indignación. El policía hizo con las manos un gesto de calma, tranquilizador, a la vez que nos decía:
“Ne vous inquietez pas, c´est une clochard. Allez vous en calmement” (“No se preocupen, es una vagabunda. Váyanse ustedes tranquilos”).
Volviendo a la actualidad seguí con la mirada a aquella mujer que caminaba por la acera delante de mí, como ausente. En la puerta de un supermercado, junto a su bicicleta con una caja de plástico en el sillín, donde guarda objetos que le dan o recoge de los contenedores, un señor pide limosna sentado en su banqueta. Al paso de la señora le pregunta: “¿Cómo estás?”. La mujer, que ya lo había rebasado, giró la cabeza y sin decir nada hizo una mueca de aflicción y siguió caminando sola por la acera con su carrito.

San Juan, 16 de abril de 2023.
José Luis Simón Cámara.