Evocación.

Una de las muchas flores que caen del jazminero se posa sobre mi taza de té.

Y mientras me voy recreando en su exótico sabor, esa flor, sólo esa flor, no los miles que se arremolinan por el suelo del patio caprichosamente transportadas por el aire del otoño, sólo esa flor me recuerda aquellas inolvidables tardes de París en el barrio latino por la estrecha calle de la Huchette, junto a aquel pequeño teatro donde ininterrumpidamente se seguía representando noche tras noche La cantante calva de Ionesco durante tantos años. Paralela al Sena, entre el bulevar Saint Michel, sus librerías, su fuente y la calle de Saint Jacques, por cuyas ventanas se escapaba el sonido de trompetas y saxos con tristes melodías de jazz, la vieja y mohosa iglesia de San Severin, en medio del río Nôtre Dame, esa hermosa y antiquísima iglesia gótica que aún no sabía que sería devorada un día por el fuego, calle llena de pastelerías árabes, de carnes piramidales giratorias y de cafeterías, aquél, ahora pequeño, entonces inabarcable cuadrilátero formado por la calle Huchette, enfrente el bulevar Saint Germaine con sus ruinas de otros tiempos en medio de la ciudad, y por el otro lado el bulevar Saint Michel y enfrente la calle Saint Jacques, en este entrañable laberinto tomé por primera vez en mi vida, no fue mi única experiencia, un té al jazmín. ¡Cuántos recuerdos encerrados en ese ring de inciertos asaltos, de encuentros inimaginables, un desarreglado Sartre saliendo de un café enfundado en sus gafas y larga gabardina junto a su poco atractiva Simone de Beauvoir, allá tras las cristaleras Carlos Saura y la delgadísima Geraldine o caminando por Saint Jacques, desenvuelto, arrollador, casi gigantesco Ives Montand de quien aún cuelga en mi imaginación la frágil y menuda figura de Edit Piaf, mi amigo Pinki me enseña riendo aquella foto de Georges Moustaki montado sobre una moto con cara de velocidad y poco después, vestido con el viejo abrigo de mi padre, solapas levantadas, pidiendo unos céntimos apostado a la entrada del metro donde yo rasgueo la guitarra y sólo Madeleine echa unos céntimos al pañuelo sobre el suelo, para comprarnos una botella de vino y bebérnosla, como los viejos clochards, sentados a la ribera del río los pies colgando casi a la altura del agua ajena al canto monótono de los butaneros adoradores de Hara Krisna emergiendo o desapareciendo por las escaleras del río, negros con escobas barriendo por las cuevas del Metro y por la calle, árabes endulzando el asfalto con sus olores, allá caminando con su cazadora de cuero un joven y todavía desconocido Paul Auster embebido en sus lecturas por la calle, las concentraciones de los innumerables exiliados sudamericanos en la Mutualité para protestar por el golpe de Pinochet el 11 de septiembre de 1973 con la lectura de aquellos versos, los últimos, de Pablo Neruda y otra vez con Pinki caminando por los bosques de Marly-le-Roi, rodeados de frías nórdicas y norteafricanas cariñosas, por suerte desconocedoras de Mahoma, subidos o bajo los árboles al ritmo de La historia de una Pradera, en el bar junto al bosque discutiendo sobre el bien y el mal con un joven alemán, estudiante de teología y ligón, aquel ciego capaz de coger entre muchas su botella de cerveza sobre la mesa sin confundirse, sin derramarlas, ¡qué sorpresa cuando tras varios días supimos de su ceguera!

Sí, sólo una flor del jazminero posada sobre mi taza de té.

El Siscar, 28 se septiembre de 2024.
José Luis Simón Cámara

ULTRA TRAIL SIERRA DEL SEGURA – “El despertar de la fuerza”

Dos años y medio hace que me rompí la meseta tibial, en un entrenamiento en Onil preparando la maratón de montaña de esa localidad que tenía lugar unas semanas después.

Dos años desde que corrí la última carrera de ultra distancia (UTMB), ya que acabé muy tocado, cojo y con un edema óseo importante.

Tanto fue así, que tocó pasar por quirófano para tratar de irrigar el edema, quitarle tensión e inyectar plasma rico en plaquetas.

En definitiva, 2 años de “travesía por el desierto” y de no poder disfrutar de la montaña, de carreras por la montaña y de compartir kms en la naturaleza con tantos amigos que disfrutan de esta misma pasión por el deporte y las montañas.

Pero bien… tras un proceso de rehabilitación, readaptación y de entrenamiento de fuerza y propiocepción, poco a poco… las molestias disminuyeron y comencé el camino que me ha llevado a volver a hacer ultradistancia.

Decidí lanzarme con una carrera, a priori, muy corredera y de baja tecnicidad para evitar problemas y así poder testear cuánta carga era capaz de aguantar la pierna. Pues bien, la carrera no fue lo que parecía, si bien, comenzó con un trazado inicial hasta el km 20, que podría describir como uno de los más bonitos en los que he corrido.

Un paisaje que me recordaba una combinación de Montsant, Calar del Río Mundo, incluso alguna zona era comparable a algún lugar especialmente bonito de la Sierra de Biar, y que hace unas semanas descubrí o me lo hizo descubrir Esteban, al cual por cierto, debo de agradecer la ayuda y los entrenamientos juntos, que me han hecho mejorar muchísimo en las últimas semanas. Cuando entrenas con deportistas mucho mejores que tú, tu nivel aumenta y ha sido un lujo compartir km con él.

Tras este primer tramo, un cresteo similar al que podemos encontrar en la Sierra de Oltá no llevaba a bajar al mismo collado por el que habíamos subido unos kms antes y cerraba el bucle de la primera parte de carrera.

Siguieron unos cuantos kms en suave descenso donde se disfrutaba del correr por senda bonita, en umbría, entre pinos, donde el tiempo y los km pasaban rápido.

En los km centrales, el descenso y recorrido junto al río, resultaba un trote agradable, aunque no exento de la leve dificultad de ir esquivando las zarzas que nos dejaron brazos, piernas e incluso cara, con marcas visibles de arañazos… llegando al punto de verme con sangre por todas partes cuando llegaba al avituallamiento… más escandaloso que otra cosa.

En el km 48, se llega a la pequeña y bonita localidad de Pontones (donde además estuvimos alojados) y tras el avituallamiento, comenzaba una suave subida por unas praderas, donde ingenuamente pensé y pensábamos todos que estábamos a las puertas de los últimos km de ascenso y además de escasa dificultad.

Fue aquí donde nos dimos de bruces con la realidad de una organización de carrera “floja” queriendo ser sutil, puesto que habían cambiado el trazado 2 días antes de la salida y no se envió mensaje alguno, no se avisó ni en recogida de dorsal, ni en la propia salida e incluso ni en los avituallamientos sabían lo que quedaba, o cómo era esa parte final… un fallo que podría haber sido un problema de haber salido un día algo más caluroso… nada extraño a estas alturas del año y en esa zona.

Pues bien, en el km 56 aprox. (último avituallamiento de carrera) recargamos líquido y pregunto ¿qué nos queda? A lo que me responden 10 km a meta (lo previsto según la descripción inicial),1 km de bajada, 3 km de subida de piedras algo sueltas y el resto bajada al pueblo.

Pues no, salvo lo del km de bajada… el resto no fue lo descrito y resultó un tramo complicado de subida a lo que siguió una bajada de nuevo con terreno al que casi todos nos hemos encontrado en La Perimetral de Benissa, Sierra de Oltá, etc… es decir, como si coges el mar le quitas el agua y corres sobre las piedras del fondo marino… Roca perfilada, en la que no encuentras apoyos buenos para la zapatilla y donde el esguince está casi garantizado o donde un fallo y una caída… podría ser el fin de la carrera y un problema para la integridad física.

No obstante, a mí no se me da mal bajar y en este terreno me defendí muy bien y conseguí superar con nota el examen de la pierna, que aguantó todo el movimiento y exigencia de la zona.

Por fin, llegan los últimos km donde se suponía que eran bajadas… A estas alturas ya no hacía caso del track del reloj y sólo buscaba cintas naranjas para no perderme. que ya lo había hecho un par de veces unos kms atrás.

Bajo a ritmo vivo y con piernas, ya satisfecho de una gestión de carrera muy buena y que me hace pensar que, tras 2 años, no he perdido facultades para la gestión de la alimentación, hidratación y ritmos de ultra, que me hacen llegar a la parte final con ritmos que casi extrañan a los que voy adelantando.

Tras una parte final de nuevo larga y con alguna subida innecesaria y desconcertante… por fin llego al pueblo de Santiago de la Espada (bastante feo por cierto) y encaro los metros finales con la mente llena de alegría por ver la luz al final del túnel, por volver a estar 10 horas en la montaña disfrutando/sufriendo y porque además, obtuve un resultado incluso inesperado para mí después de todo este tiempo de parón.


No siempre se consigue salir de una situación mala por lesión o enfermedad, no voy a caer en ese mensaje de optimismo exaltado, pero hay situaciones en las que si se tiene paciencia (yo no la tuve inicialmente) si se escucha, se “pelea” y se trabaja con constancia, se consigue salir y en este caso, volver a hacer una de las cosas más importantes de mi vida y uno de los pilares de mi felicidad.

Así que, mientras que el cuerpo aguante, vamos a seguir disfrutando de la naturaleza de la forma en la que podamos, de las carreras mientras podamos y de compartirlo con amigos… que son ya casi familia.

Gracias A TO TRAPO por formar esa familia y que compartamos nuestros momentos… buenos, regulares, malos… pero siempre siendo un apoyo de unos y otros. Yo así lo he tenido todo este tiempo de mis grandes amigos de esta familia a los que siempre he sentido cercanos y trasladándome cariño y ánimo. Gracias!

Pablo Molina

Haciendo amigos

Vaya por delante mi respeto, no admiración, por las fiestas llamadas populares. Digo llamadas porque populares implicaría la participación o aceptación, si no de todo el pueblo, sí al menos de la mayoría del pueblo. Y vengo observando que en la mayoría de los casos si no en todos, es sólo una parte más bien pequeña, en absoluto representativa de la mayoría, la que celebra, disfruta o participa en esos festejos “populares”. No tengo nada contra ellos en principio, si esos festejos tampoco tuvieran nada contra gran parte del pueblo que ni celebra ni participa ni disfruta de los mismos. Al contrario, los sufre. Uno de los derechos de los ciudadanos es el derecho al descanso y el derecho a la libre circulación. Ambos, si no más, son pisoteados por estas llamadas fiestas populares en honor, nada menos, que del Cristo de la Paz.
Tal como están ahora organizadas las fiestas suponen la instalación de muchas barracas que inutilizan las calles correspondientes impidiendo la circulación peatonal y de vehículos y a veces también de garajes de los que no se puede sacar vehículos ni meterlos. No es éste el mal mayor. Lo más grave a mi juicio es que la aglomeración humana en las barracas y su entorno, los petardos y, sobre todo, la música a volúmenes endiablados a lo largo de la noche y hasta la madrugada impide que miles de familias, incluidos bebés, niños, ancianos, enfermos y adultos en general no puedan disfrutar del merecido descanso. Y eso un día tras otro. ¿No tienen derecho acaso los jóvenes y adultos a divertirse, bailar, cantar, vociferar, escuchar música en pandilla?
Claro que lo tienen. ¿No tienen acaso derecho niños, ancianos, adultos, a descansar en su casa sin ruidos, estridencias y músicas a todo volumen? Claro que lo tienen. Si unos tienen derecho a la diversión, que cada cual entiende como quiere, y otros tienen derecho al descanso, a la paz, sobre todo en estas fiestas del Cristo de la Paz, que cada cual entiende como quiere, ¿dónde está el problema? Está claro que todo es un problema de espacio o de tiempo. Es un problema filosófico que nos lleva a las “categorías a priori de la sensibilidad” del espacio y el tiempo de Kant. En el mismo lugar no puede haber a la vez ruido y silencio. Y puesto que a nivel temporal es un problema insoluble ya que son coincidentes las horas de diversión y descanso, la solución quizá esté en la cuestión espacial. Es decir, habría que encontrar un espacio distinto para cada actividad, sea descanso o diversión. La primera alternativa sería que los miles de vecinos que viven en las calles o proximidades de las barracas abandonaran sus hogares para que los festeros pudieran libremente ejercer su derecho a la diversión. Esto obligaría a los poderes públicos, es decir, al Ayuntamiento, a costear el hospedaje durante una semana en hoteles de las proximidades para garantizarles su derecho al descanso. A los responsables municipales corresponde decir si el erario público puede asumir dicho dispendio. La otra alternativa sería que el entramado y montaje de las barracas, que es móvil por constitución, no como los hogares, se desplazara a lugares del municipio donde la fiesta pudiera prolongarse noche y día, hacerse, ¿por qué no? Ininterrumpida. De manera que ambos grupos, festeros y no festeros, pudieran divertirse o dormir a pierna suelta sin límite, sin restricciones. En algunas localidades se ha intentado. Y, a veces, se ha conseguido, como por ejemplo en la feria de Sevilla donde la diversión está fuera de la ciudad. Hubo un intento, no sé si fallido, en Torrevieja, donde el Ayuntamiento nombró una calle dedicada a esos festejos, la Calle de la Alegría. Esperando contribuir a la solución del conflicto de intereses se despide quien también fue joven y donde hubo siempre queda.
San Juan, 10 de sept. de 23.
José Luis Simón Cámara.

Peripatéticas

Paseo por el Siscar y alrededores.
Poder caminar al amanecer por las antiguas veredas de tierra que aún no han oído hablar del asfalto,
escuchar el susurro del agua en las viejas acequias del tiempo de los moros,
oír el ladrido de los perros, mejor si lejanos
y el kikiriki del gallo, ese sí, cercano y la respuesta como un eco de sus colegas a distancia,
contemplar las migraciones de garzas en formación de flecha bajo las nubes
y a las merlas de vuelo rasante bajo los naranjos,
sentir el croar cada vez más raro de las ranas chapoteando en las zarbetas,
ver a las tristes palmeras centenarias tumbadas con las tripas al aire devoradas por el picudo,
al Este las primeras claridades del sol que se avecina,
al Norte la montaña coronada por el pico del águila y más allá por la cruz de la Muela, al Sur el verde mar interminable de limones y naranjos,
y, a pesar de la distancia, al Oeste la silueta del Cristo de Monteagudo
y aún más lejos la torre de la catedral de Murcia emergiendo entre los ilusos rascacielos humillados a sus pies,
acompañado de todo lo que me rodea y cavilando para mis adentros,
mujer, hijos, nietos, amigos, proyectos, ilusiones,
deudas todavía después de una larga vida de trabajo,
también de diversiones, no voy a negarlo, ¡eso faltaba!,
van pasando los días y nunca se repite nada igual,
como varían las nubes y las figuras que componen,
como cambia el color del mar,
como unos días la alegría te desborda
y otros la tristeza se ahonda en las entrañas y no consigues arrancarla,
así va pasando la vida,
rodeado de adentros y de afueras
y tú en medio de toda esa mezcla de estímulos, sensaciones, presagios,
unos tranquilizadores, otros inquietantes,
siempre la incertidumbre,
en el filo de la navaja que puede, del lado que caigas,
hacerte nuevas heridas o abrirte las ya cerradas,
y así, un día tras otro, y que duren,
porque eso y no otra cosa es la vida,
la copa es siempre la misma,
unas veces llena de ambrosía y otras desbordada de ponzoña,
no siempre podemos elegir el brebaje que tomamos,
unas veces dulce,
otras amargo,
aunque este último parece tenernos más querencia,
¡qué le vamos a hacer!

Escrito tumbado en el catre bajo el jazminero.
El Siscar, 7 de septiembre de 2024.
José Luis Simón Cámara.

VI 10 KM Y 5 KM Carrera Nocturna MUTXAMEL, 30 agosto 2024.

Pues ya llevamos 6 ediciones de esta carrera que tanto nos gusta. Nos gusta porque es en el pueblo, nos gusta porque conocemos a todo el público que nos anima, nos gusta porque volvemos a ver a gente que hace mucho tiempo que no vemos, nos gusta porque es el preámbulo de las fiestas, nos gusta por el ambiente que se genera. Pero vamos al lío, viernes por la tarde, con el poco de lluvia que tuvimos por la mañana hizo que la temperatura fuera algo mejor que en ediciones anteriores en las que hubo muchísima humedad. A las 20:30h empezamos a reunirnos alrededor de la pancarta, fotos de rigor y casi 600 personas dispuestas a disfrutar de esta carrera. A las 21:00h empezamos la carrera. Unos nos decantamos por los 10k y otros por los 5k. Mismo circuito que en ediciones anteriores que ya conocemos bastante bien. Al final tuvimos muy buena representación en el pódium, tanto chicos como chicas, nos llevamos unas cuantas medallas. ¡¡¡¡Otra más que no nos cuentan!!!! A por la séptima edición

Ernesto.


Enlace clasificaciones: https://www.chiplevante.com/es/prueba/10-km-y-5-km-carrera-nocturna-mutxamel-1100-2024
Resultados 10k.

Resultados 5k.