MARATÓN VALENCIA 03/12/2023, por KIKE SEGURA

He necesitado unas semanas desde que corrí la Maratón de Valencia para reflexionar y poner todo en su sitio y poder terminar la crónica, porque reconozco que me dejó un poco tocado. Cuando corres tu primera maratón, debes ser modesto con tus expectativas y no marcarte un tiempo con el que puedes llegar a sufrir y no disfrutar de la carrera. También es cierto, que cuando has hecho muchas medias maratones, tanto de asfalto como de montaña y otro puñado de maratones y ultras de montaña, parece que el esfuerzo de una maratón lo vas a tener controlado, pero en asfalto la cosa cambia.

Empecé a preparar el maratón en julio, madrugando y saliendo a correr a las 6:30 para coger la mejor temperatura del día, otro horario es imposible. Y conseguí llegar en un buen estado de forma al inicio del planning específico, que nos ha ido facilitando José Garay. En principio me marqué el objetivo de SUB 3:45, aunque siempre iba un poco por debajo en los ritmos que me marcaba, más cerca de SUB 3:35.

El mes de septiembre fue muy intenso y el test del 10K Nocturno de Albacete el 06/10 fue bastante bien, aunque el ritmo elevado de la carrera me dejó un regalo en forma de periostitis que me fue acompañando en toda la preparación. Al final, la conseguí controlar gracias a mi amigo Alejandro Charques de ALMA FISIOS de San Vicente y calentando bien antes de los entrenamientos y competiciones.

La Volta a la Foia, el 28 de octubre, me salió fenomenal, haciendo una marca de 2h19’ a una media de 5:04 aproximadamente. Nunca había corrido seguido más de 21 km y esta era la primera vez a 5 semanas del Maratón. Después de esta cita hice dos tiradas largas más: 25 Km el 12/11 y 31 Km el 19/11. No fue mal la cosa, pero estos entrenamientos me hicieron rebajar expectativas, hasta situar el ritmo en 5:15, lo que dejaba una marca en la Maratón de 3:41:31. Al final me marqué el objetivo de bajar de 3:40, estableciendo un ritmo de 5:12/km, que había llevado muy cómodo todos los entrenamientos, y me preparé una chuleta para seguirla a rajatabla.

Esta maratón la corría acompañado de mi hermano Luís, que hacía su tercera maratón, y de su amiga Ana, también con experiencia en maratones y pruebas de fondo y me dejé llevar por sus ánimos. Mi hermano siempre ha ido un poco más lento que yo y me insistió en que fuera a su ritmo toda la carrera, que seguro que aguantaba. Creo que no fue una buena decisión, la chuleta ya no valía para nada.

El que no haya corrido nunca en Valencia, no sabe lo que se pierde. Yo conocía el ambiente por las cuatro carreras que había corrido allí: Media Maratón 2017, Campeonato del Mundo 2018, 15K Nocturna 2018 y la Media de 2018, donde conseguí mi mejor marca personal (1h34’45”). Pero la maratón es especial. El sábado nos acercamos a ver la meta y cuando pisas la alfombra azul en la Ciudad de las Artes y las Ciencias se te pone la piel de gallina.

Y así nos plantamos en la línea de salida, con un buen entrenamiento, aunque quizás no el suficiente. El ambiente previo a la carrera ya era increíble y saber lo que venía después nos ayudó a soportar los 6 ºC que teníamos cuando amanecía en Valencia. En ese sentido tienes media carrera hecha, la otra media te toca hacerla a ti.

A las 8:45 arrancó nuestro cajón. Salimos a buen ritmo para no estorbar a nadie y coger un buen sitio, sobre los 4:55-5:00/km y lo mantuvimos hasta que se aclaró un poco la cosa. A partir de ahí fijamos un ritmo de unos 5:08 durante muchos kilómetros, aunque a veces apretamos más de la cuenta, estando demasiado cerca de los 5:00/km. Era un ritmo cómodo de llevar y alcanzamos el kilómetro 10 en 51’24”. Parece que al llevar un ritmo suave se haga más llevadera la distancia.

Como nos encontramos tan bien, no aminoramos el ritmo y alcanzamos la media maratón sin problemas en 1h47’50”, a 5:06/km. Parece que todo va de maravilla, podríamos bajar incluso de 3h35. Y justo cuando voy con estos pensamientos me da un pinchazo en el isquiotibial izquierdo. No puede ser. Llevaba tiempo sin estos problemas, desde la preparación de Zegama 2022 que me dio un buen meneo en el Trail de Onil en el kilómetro 36. Aquella carrera la acabé junto con Jaime al trote cochinero, con lo bien que íbamos aquel día. Los viejos fantasmas se me volvían a aparecer.

Saco la segunda pastilla de sales que tengo en forma de gominola y me la como. Se me cae un gel del bolsillo y me agacho a cogerlo, al incorporarme, milagrosamente se me pasa el dolor. Sigo corriendo ya sin molestias he intento alcanzar a Luis y Ana que se me han escapado unos 100m. Esto es un mundo en una carrera. Pero como voy tan bien, consigo alcanzarlos en el 25 (2:08:47). Este último Km lo hago a 4:59 y sigo la estela. Son los mejores kilómetros de la maratón, donde más ambiente hay.

En el 26 me espera la familia, mujer e hijos, lo cual me anima a seguir a buen ritmo. No los veo hasta el 29 y esos 3 kilómetros se me hacen un poco duros, ya que no bajamos el ritmo a la espera de encontrarlos. Al pasar por su lado empiezo a darme cuenta de que no voy bien. Comienzo a notar el hormigueo previo a las rampas, y en el 31 llega el primer tirón fuerte. Me tengo que parar a estirar. Es una pena, porque hasta ese kilometro (2h46’) iba para bajar de 3:35. Dejo que Luis y Ana sigan a su ritmo sin molestarles.

A partir de aquí empieza un calvario que no se lo deseo a nadie. Cada kilómetro de los 11 que me quedaban para llegar a meta tuve que parar a estirar. En el 33 me adelanta el globo de 3:30 que había salido en el siguiente cajón. Parece que no van más rápido que yo, pero poco a poco veo como se alejan. Y al llegar al 36 llega la debacle. Esta vez las dos piernas se me quedan tiesas. No puedo ni andar. Me apoyo en una farola como los borrachos para ver que hago. Me quedan 6K a meta y estoy en el punto más alejado de la carrera. No sé lo que voy a hacer.

En ese momento, un niño de unos 8 años se pone a mi lado a darme ánimos sin parar. Yo le contesto diciendo que no puedo ni andar. Pero él insiste en que continúe, que ya casi lo tengo, que no puedo abandonar ahora estando tan cerca del final. Lo dice con tanta convicción que intento relajarme y estirar las dos piernas. Estoy como 2 minutos estirando y al final, sin saber muy bien como, le choco la mano al niño, le digo que voy a continuar por él y vuelvo a arrancar.

Sigo con la misma rutina, cada vez que veo que me va a dar otro viaje paro y estiro un poco. En el 39 vuelvo a dudar que pueda continuar, pero el recuerdo del niño y los gritos de la gente no te dejan lugar a la duda. Solo hay una opción, continuar hasta la meta. En el 41 veo a Cristian, un amigo que me da los últimos ánimos y justo antes de bajar hacia la alfombra azul paro por última vez para estirar bien y disfrutar de los últimos metros.

Por fin desciendo la rampa y entro en la plataforma sobre el agua. Parece que los dolores y el sufrimiento desaparecen. La sonrisa en mi cara lo cubre todo. Nada se intuye del calvario pasado. Ya está ahí la meta y mi hermano Luis esperando al otro lado para abrazarnos y celebrarlo. 3h48’59”. Nos fundimos en un abrazo y trato de olvidar, aunque sea por unos minutos, lo pasado. Mi hermano ha sufrido también al final, pero consigue terminar su tercera maratón en 3h38’50”. Cada año ha ido mejorando su marca.

He terminado de escribir la crónica el 26/01/2024 (aunque la empecé hace unas semanas), justo después de correr la Media de Sta. Pola, en la que he podido disfrutar sin padecer ningún tirón, terminando en 1h40:41. Después de mes y medio, ha cambiado un poco mi perspectiva respecto a la carrera, pero la verdad es que no pude disfrutarla como me hubiera gustado.

De todo se aprende y esto me servirá para ser más realista y prudente la próxima vez y sobre todo saber que no todo está en correr, hay que preparar muy bien la musculatura para aguantar estas pruebas y mejorar el entrenamiento invisible.

En 2024 no me he inscrito a la maratón, pero no descarto probar algún otro año, aunque sin duda la correré con otros ritmos y otras expectativas o preparándola mejor. Valencia y su Maratón ya forman parte de los recuerdos más hermosos de mi vida, porque el sufrimiento y el esfuerzo para conseguir algo también forman parte del camino.

Por muchos maratones más,
Kike Segura.

Enlace de la prueba: https://www.valenciaciudaddelrunning.com/events/maraton-valencia-2023/
Enlace de las clasificaciones: https://www.valenciaciudaddelrunning.com/maraton/clasificaciones-maraton-2023/

Felicitar al compañero de A TO TRAPO Tiki, por su gran carrera:

POS. OFICIAL DORSAL POS. CAT. NOMBRE TIEMPO OFICIAL TIEMPO REAL PROMEDIO REAL CATEGORÍA
6813 15316 1264 MARTINEZ CORBALAN, FRANCISCO 3:08:54 3:08:34

4,28

M-M40

Por la calle

Voy caminando por la calle entre la gente y un señor me para, sin tocarme, con un gesto de la mano. Estará alrededor de los 80 años. Gorra, chaqueta usada gris y camisa sin corbata. Como están los tiempos puede ser alguien que pide limosna, porque no sólo están los, en otros tiempos llamados, pobres de solemnidad, los que se colocaban, y siguen haciéndolo, arrodillados a la puerta de las iglesias poco antes o después de que comenzara o acabara el culto, para beneficiarse de los buenos y caritativos propósitos de los feligreses. Ahora están también en la puerta de los supermercados, no de rodillas pero cara compungida. Pero los hay además que no te piden sólo dinero, también te piden un cigarrillo, ¡ah, claro! Todo el mundo tiene derecho a fumarse un cigarrillo. ¡Faltaba más! Me recuerda esto último aquella obra teatral de Ionesco, “La cantante calva”, donde se cantaba “Todo hombre tiene derecho a un paraguas, eso forma parte de los derechos humanos”. O sospechando que piensas que van a gastárselo en vino o en drogas, más de moda ahora, sobre todo si se trata de gente joven, te piden que les compres un bocadillo o que les des para echarle gasolina a la moto que tú sabes que no tienen. O quizá se trata de un viejo compañero de estudios venido a menos y que no reconoces por el paso del tiempo. O, vete tú a saber, de alguien que quiere simplemente preguntarte el nombre de una calle o si eres el doctor que lo operó de apendicitis hace tiempo. No es la primera vez que me han confundido con un médico de la localidad vecina. Ayer mismo, en la misa aniversario de un sacerdote que colgó los hábitos, enamorado de una feligresa, gran escándalo en su momento, se secularizó y se casó con ella, al acabar la ceremonia una señora se me acercó y me dijo, incrédula, si era el médico de Muchamiel.
–No, señora, ni soy médico ni de Muchamiel.
–Pues se parece usted muchísimo a un médico que hubo allí y era muy querido por la gente.
–No es la primera vez que me lo dicen. Desconocidos para mí, me han parado en la calle para saludarme creyendo que era ese médico.
Volviendo al señor de la gorra y camisa sin corbata lo más probable es que esté desorientado o quiera preguntarme dónde se encuentra una calle. Desde luego no por la farmacia, que está justo enfrente ni tampoco por un chino justo al lado. Mientras todas estas posibilidades pasan como un relámpago por mi cabeza, dirigiendo la mano y la mirada a una persiana con cristales me pregunta qué dice en el cartel allí colgado.
–Se alquila, le digo.
–Perdone usted, es que no sé leer.
Lo dice el pobre como disculpándose. Quizá, pensé yo, podría decirlo como queja y con rabia por no haber tenido la posibilidad de aprender a leer. Pero, ¡en estos tiempos y en la culta Europa! Aunque no sé por qué me sorprendo sabiendo que en este pueblo conviven gentes venidas de medio mundo, muchas de las cuales no saben leer en su propia lengua.
El hombre sigue lentamente su camino y yo el mío pensando en estos tiempos en los que aún hay gente que no entiende lo que tiene ante los ojos, en estos tiempos en que puede seguir pasando cualquier cosa, como que alguien te pare para preguntarte lo que dice en un cartel colgado por la calle.

San Juan, 21 de enero de 2024.
José Luis Simón Cámara.

DESAFECCIÓN

Después de tantos años interesado en el desarrollo de los acontecimientos políticos en el mundo en general y en España en particular, ha llegado una época, la que vivimos, en que se está visibilizando tan claramente el interés personal de los dirigentes políticos, me refiero ahora especialmente a los vinculados al mundo de la llamada izquierda, que aquellos que siempre habían creído que su objetivo era el servicio a los ciudadanos y el respeto a la ley y la justicia, están sintiéndose defraudados o decepcionados o desencantados, hasta el punto de perder toda ilusión por el devenir de la actividad política. Para evitar esta penosa sensación he intentado observar la realidad política, la calle es otra cosa, con desapasionamiento. Mirar el movimiento de los actores políticos igual que miro las llanuras o las montañas. Están ahí, al margen de mis gustos. Y las acepto como son. ¿Cuáles son los objetivos de las distintas fuerzas o partidos políticos? Alcanzar el gobierno. Ese es su último objetivo. ¿Para qué? La respuesta es simple y clara. Todos dicen lo mismo: Para conseguir el bienestar de los ciudadanos. ¿Se entendería que algún partido político dijera lo contrario? A partir de estas premisas las conclusiones son también bastante claras. Poner en marcha todos los mecanismos para obtener el poder. Se diga “hacer de la necesidad virtud” o se diga que “el fin justifica los medios” es bastante parecido si no es lo mismo. Si me hace falta el apoyo de quienes pueden quitarme el sueño, tomaré somníferos, pero no voy a prescindir de sus imprescindibles votos. Si me hacen falta los votos de quienes han puesto en jaque los cimientos de la convivencia, olvidaré esas nimiedades y les pediré perdón si hace falta, me humillaré a negociar el futuro del país con quienes quieren trocearlo, pero ¡ojo!, conseguiré mi objetivo que es mantenerme en el poder que tanto me ha costado conseguir. ¿Y la Constitución? Bagatelas. Ya lo decía Groucho: “Si te gustan estos principios, bien; si no, tengo otros”. Se acabó el tiempo de la admiración de aquel militante socialista que enfrentado al aparato del partido recorrió en su asno los campos de la patria, enfervorizó a los militantes de a pie, se enfrentó a los próceres del partido, se enfrentó al aparato y con solo sus fuerzas y osadía, se hizo con el poder hasta escalar frente a todas las adversidades la jefatura del gobierno. Ahora, además, veo con incredulidad que el último y, quizás, único argumento que esgrimen los defensores de estos posicionamientos cada vez más intransigentes1, es el miedo a la derecha. Y eso no puede ser un argumento. Y volvemos a Maquiavelo. Que no gobierne la derecha no justifica lo injustificable en las alianzas de la llamada izquierda que cada vez veo menos izquierda y mucho menos aún progresista. De modo que quítense los antifaces y digan las cosas por su nombre. El objetivo es el poder y lo demás son cuentos que pueden creerse los niños pero no los adultos sin intereses creados. Hace unas semanas juró o prometió, ¡qué más da a estas alturas!, su cargo ante el Jefe del estado el nuevo presidente del gobierno. Poco después nos hemos enterado, en mi caso sin levantar la vista del plato de lentejas, de los nuevos ministros de ese gobierno que apenas me importa un bledo porque no me creo ni una sola palabra que salga de la boca de quienes en tantas ocasiones nos han mentido como cosacos.

San Juan, 26 de enero de 2024.
José Luis Simón Cámara.

1. Como demuestran los recientes casos de expulsión y condenas de insobornables pensadores como Fernando Sabater o Javier Cercas.

TRAIL SERRA D´OLTA 10 Diciembre 2023

Un año más y no hemos faltado a ninguna. La XIX Media Maratón de Serra D’Olta. Llegada a Calpe con Juanma, recogida de dorsales, saludos a los amigos, fotos con los compañeros de A To Trapo, café y al lío. Día claro con temperatura fresca, ideal para correr por la montaña. Vistas espectaculares y perfecta organización de gente de Calp. No os cuento el recorrido, os invito a que vayáis los que no lo habéis hecho. Salida con tranquilidad y para arriba hasta el pico de la Mola máxima altura, algunas subidas y para Calp todo para abajo, meta bocadillo y cerveza amenizado por un grupo de Rockeros. Para casa con todas las naves en puerto.

Clasificaciones:    
A. Castro 3’16’00’   
J. Castelló 3’35’06’   
J.M. Aparicio 3’35’25’  
E. Martínez 3’37’51’   
J. Forner 3’58’28’ 
J.A. Méndez 3’58’28’

Salut y Muntanya, Antonio

Siempre con prisa.

Empujando un carrito por la acera, siempre con prisa, como si fueran a quitarle…
…la basura.
Porque ese es su oficio. Todo el día, a todas horas, recorriendo todos los contenedores de basura por el pueblo.
Ya conoce los hábitos de los ciudadanos de cada barrio, de cada calle. Los hay que respetan los horarios y no sacan nada a los contenedores hasta las 8 de la tarde. Suelen coincidir con los objetos más preciados: el esqueleto de un jamón de pata negra, alguna lata de buenos mejillones pasada de fecha, incluso lencería ya usada, pero fina, como unas bragas historiadas, ¡quién sabe qué intimidades habrán disfrutado! O unos calcetines aún en buen uso con un agujerito en el pulgar, ahora ya nadie se molesta en zurcir como antes las patatas de los calcetines, ni siquiera saben hacerlo ni tienen los instrumentos que se guardaban en una caja: las agujas, el huevo brillante, los hilos de distintos colores para los calzoncillos blancos, para los pantalones negros, para los codos desgastados de las chaquetas, para…
Pero hay otras gentes, muchas, que no respetan los horarios cívicos y llevan sus desperdicios a cualquier hora del día: sillas rotas que dejan junto al contenedor, un juguete a falta de una rueda, muñecas sin un brazo o con el cuello torcido, pero bueno, también hay niños cojos y ladrillos para poner a falta de una pata en la mesa que ha encontrado esta mañana para que los chicos puedan comer sin necesidad de tener el plato sobre las rodillas. Es un decir, porque eso del plato ya es un lujo. Si están cobijados en una tienda de campaña, por decir algo, porque se trata de una sábana vieja sujeta a la pared en ruinas de una casa abandonada y a unas cañas salvajes crecidas en el fondo de un arroyo donde se acumula, si es que llueve, el agua de la lluvia. Allí, entre una vieja tapia y unas jóvenes cañas está instalada, a dios gracias, su familia, que hay otras en peores circunstancias. Aquí, al menos, no hay bombas ni niños mutilados, ni metralla ignorante de razas y creencias. Ya es bastante, nunca se sabe si podríamos estar peor. Pero, bueno, a lo que iba. Cuando llega la noche y el carrito se acerca a su destino después de todo el día, los niños reciben ansiosos a su padre, a su protector, al único que puede quitarles el hambre con no se sabe qué manjares, porque eso sí, siempre se trata, sea lo que sea, de un manjar. ¡Cómo se van a poner a mirar la fecha de caducidad de esos yogures tan frescos ahora en este tiempo de invierno! Si ni siquiera saben leer. O esos trozos de salchicha, de morcillas, de longaniza. ¡Eso sí, de pescado nada, porque ese sí que es traicionero si se ha pasado de fecha! Bastante mal lo pasaron aquel año. Al final ingresaron a toda la familia por una nosequéosis.
No, no se trataba de ostras ni de gambas ni de percebes ni de esas cosas que solo ven en la tele pasando por delante de los bares. Eran unas simples sardinas malolientes, pero el hambre, ah, amigo, el hambre no sabe de olores. La carne puede oler mal, pero no es tan peligrosa y, al fin, de eso se trata, de no morirse intentando vivir, de seguir esta vida, perra, pero vida porque ¡hay que ver! Aunque no lo parezca, cuando por la mañana esos rayos de sol empiezan a calentarnos como si tuviéramos una hoguera a nuestro lado, nos creemos las personas más felices del mundo en nuestra pobre tienda de campaña hecha de viejas sábanas atadas a la tapia de la casa en ruina y a las cañas crecidas en el acogedor arroyo.

San Juan, 15 de enero de 2024.
José Luis Simón Cámara.