Crónica del viaje a Munich (7-12 de octubre de 2016)

7 de Octubre.

Ya en el Aeropuerto, vemos a Manolo con un bebé en brazos y pensamos que viene su familia a despedirlo con el niño, pero ¡quiá! Nieto e hijos se embarcan con el abuelo que va a correr la maratón. La expedición de Atotrapo sale a las 8.30 y llega a Munich a las 11.45 después de sobrevolar los Alpes aún con restos de nieve. Salimos de Alicante en mangas de camisa y nos fuimos poniendo pieles al bajar al asfalto del aeropuerto, con pequeños charcos de la reciente lluvia. Un pañuelo amarillo, distintivo de Jesús para todos, nos ayuda a mantenernos agrupados entre el ir y venir de gentes en todas direcciones a través de pasillos y escaleras. Una hora en el tren y llegamos a la ciudad. Desde la estación central a pie al “art hotel munich”, adornado de cuadros, esculturas, sillones y sillas individualizadas, diferentes, todo haciendo honor a su nombre.

img_1826Ya instalados nos dispersamos por la ciudad en pequeños grupos intentando saciar el apetito con alguna salchicha, bocadillo o pizza, que hay para todos los gustos, eso si, regados con alguna de las muchas variedades de cerveza que hay por estas tierras donde abunda tanto la cebada y el trigo que no son capaces de consumirlo en sólido y deben tomarlo también en liquido. Fuimos regresando al hotel a descansar un rato para vernos en el hall a las 7 rumbo a un restaurant cervecería de la calle principal frente a la estación central. Unos, salchichas con puré de patatas y choucroute, otros ensalada, quiénes sopa y siempre presente la cerveza, clara, turbia de trigo o sin alcohol, coloreando las largas mesas de madera de un habitáculo amplio y abierto, reservado para el grupo de casi 30 expedicionarios. Faltaban algunos por llegar.

Satisfechas con moderación, algunas, no todas, las necesidades alimenticias y, quizá, pendientes otras, espirituales y fisiológicas, dimos rienda suelta a las piernas y en distintas direcciones nos dispersamos nuevamente por la ciudad llevados por el movimiento de la gente, escuchando a músicos callejeros bajo los soportales o a grupos de jóvenes a carcajada limpia, mientras íbamos observando las anchas calles y, a veces, hermosos edificios de esta vieja y renovada ciudad, sus iglesias, muchas en rehabilitación, como Saint Paul o la catedral, ésta junto al hercúleo edificio del Ayuntamiento.

8 de octubre.

munich-185Escuchando los dulces e insoportables ronquidos, por otra parte mutuos, de mi camarada e inalterable compañero de habitación, el inefable Pinki, la mañana me ha sorprendido dormido y con precipitación me he levantado, aseo rápido y desayuno y a las 8, demasiado pronto como hemos comprobado después, hemos salido para el complejo olímpico. munich-154Tiques del metro para 30. Sobre las espaldas de la pobre Martina descansa cualquier movimiento de la expedición. Nos hemos paseado por la impresionante villa olímpica, sucesión de paraguas inmensos ya visibles desde las proximidades del sorprendente museo y torres de la BMW. Como hileras de hormigas íbamos llegando y dispersándonos por los distintos puntos del macrocomplejo, desde los stands de material deportivo hasta los de recoger dorsales para las distintas carreras. Hoy además era la carrera de disfraces. Una de las más destacadas ha sido sin duda la representación de Atotrapo que no paraba de arrancar aplausos y parabienes del variado público asistente. Mientras la mayoría del grupo ha participado en la prueba, otros hemos paseado hasta subir a la más alta de las colinas, creíamos que naturales, desde donde se divisa una completa panorámica de toda la ciudad. Al fondo, en el valle formado por los promontorios colindantes, un hermoso lago con patos. En torno a él distintos pabellones, exhibición arquitectónica que aún hoy resulta atrevida a pesar de que las instalaciones fueron construidas ya para los juegos olímpicos de 1972, aquellos que modificaron y modernizaron la ciudad y fueron tristemente testigos de los atentados de “Septiembre Negro” un grupo terrorista palestino que acabó con la vida de 11 atletas israelíes.

Tras la prueba y los paseos fuimos regresando por grupos hacia el centro, al hotel, a comer, a pasear… Unos a comer en el Augustiner de la Bayerstrasse. El recinto, inmenso y lleno, era una antigua fábrica de cerveza reconvertida en restaurante. Con las cervezas nos han traído un plato de patatas con al ajo. Nos ha sorprendido que nos pusieran tapa que íbamos compartiendo. Hasta que ha llegado el camarero y ha dicho que se estaban comiendo parte de mi menú. Con razón nos sorprendía ese detalle de la tapa.

img_1844A las 3 de la tarde teníamos otra cita en el hotel. Comenzaba un paseo con guía por la ciudad. Una chica gaditana, Carmen, residente aquí ya 10 años con su marido, trabajador de la BMW y sus dos hijas, nos ha conducido y explicado historia, costumbres y monumentos. Como llovía nos ha bajado por los intestinos de la urbe, pasadizos subterráneos, y hemos salido ya a flote por Karlsplatz, con las puertas restauradas de la ciudad antigua a la vista. Entramos a la iglesia de San Miguel, de estilo neoclásico, mastodóntica, casi enteramente destruida en la 2ª guerra mundial. Allí nos explicó Carmen que eran tantos los escombros que hubieron de sacar, sobre todo las mujeres, de toda la ciudad que fueron amontonándolos en un mismo lugar de las afueras. Justamente donde ahora se ubica el complejo olímpico. Y era tal la cantidad que decidieron amontonarlos y cubrirlos de tierra hasta formar valles y colinas de hasta 500 metros de altura.

Fuimos a continuación a visitar la catedral gótica, levantada con ladrillo caravista en el corto período de 20 años y cuyas torres gemelas de 100 metros de altura, que marcan la altura máxima de los edificios en el perímetro de la ciudad, fueron las únicas que se salvaron de la destrucción por los bombardeos, unos dicen que por la protección del maligno cuya huella está marcada en el suelo de la catedral y otros porque los aliados las tomaron como punto de referencia para sus ataques aéreos. Las torres están coronadas por cúpulas en forma de cebolla o bizantinas. Tras esta visita le llegó el turno a la antiquísima iglesia de San Pedro. No acaba ahí la relación de iglesias y conventos y es que, como decía la guía, Baviera es tan católica, frente a la Alemania protestante, que Munich es llamada la Roma alemana.

img_4413Marienplatz, otro centro neurálgico de la ciudad, alberga al Ayuntamiento nuevo con sus guerreros y toneleros que danzan al compás de la música a unas horas determinadas: las 11, las 12 y las 5 de la tarde. Al fondo el ayuntamiento viejo donde Joseph Göbbels pronunció un discurso incendiario contra los judíos que enardeció a las jóvenes escuadras nazis y comenzaron a destrozar los establecimientos judíos en la tristemente célebre Kristallnach o “noche de los cristales rotos”. Como veremos más adelante, fue no lejos de aquí, a tan solo 17 kilómetros, en Dachau, donde se estableció el primer campo de concentración por el régimen nazi.

A un paso de San Pedro nos encontramos con el viejo mercado lleno de puestos de lo más variado, incluido uno de productos españoles como chorizo y jamón. Pasamos por delante de algunas cervecerías como la Augustiner, próxima a la catedral, cuyo nombre recuerda la permanente presencia de órdenes religiosas en el origen de esta ciudad que se llama así Munich, derivado de Monje, hasta llegar a la famosa Hofbräuhaus. La antigua fábrica de cerveza de finales del siglo XVI que abastecía a la familia Wittelsbach fue trasladada y abrió como cervecería al público en 1828. Se convirtió en el centro de la vida pública y política de Munich y cuenta entre sus clientes asiduos a Lenin durante su exilio alemán y a Hitler que proclamó allí el programa de los 25 puntos del partido nazi.

Saturados de información hemos seguido el paseo hasta encontrarnos nuevamente en el hotel a las 7.30 de la tarde para salir a cenar a un restaurante italiano, la Bella Italia, rápido, lleno y a buen precio.

9 de Octubre.

Hoy, domingo, ha habido desbandada porque cada banda comienza la carrera a una hora distinta. Los más madrugadores los maratonianos. Su prueba comenzaba a las 10 de la mañana y salían en distintos grupos cada 5 minutos. 40 minutos después la prueba de 10 klm. en la que solo participábamos dos miembros del equipo por lesión de un tercero. Ya a las 13.30 horas la media maratón en la que participaban también varios miembros del equipo con excepción de otro lesionado. Que yo sepa, aunque no soy el cronista de la carrera, un éxito en todos los niveles. Al menos todos sanos y salvos. El día, desde luego e inesperadamente, el mejor imaginable. La primera vez y casi única en este viaje que hemos visto al sol desgarrar la tupida red de nubes y abrirse un ancho hueco por el que nos ha acompañado a lo largo de toda la mañana, de modo que los 2 ó 3 grados iniciales de temperatura se han ido suavizando al paso de las horas.

Reponiendo líquidos hemos ido llenando cervecerías y, o bien, descansando algunos y otros caminando en busca del río Isar que atraviesa la ciudad y forma islotes con pequeñas playas de cantos rodados donde pasean niños, familias, perros y patos rodeados de tal vegetación que no se diría que estamos en una ciudad.

10 de Octubre.

Excursión a los Alpes.

Desde el comedor del hotel vimos llegar el autobús que a las 8 nos llevaría a los Alpes alemanes. Carmen la gaditana, que presenció a los 14 años el multitudinario entierro de Camarón en San Fernando, seguía con nosotros de guía. Según nos íbamos alejando de la capital de Baviera aumentaban los campos cultivados de cereales, maíz, patatas …. Se veía también perfectamente tapadas alpacas de forraje para los animales en el seguro que crudo invierno cuando ahora, recién comenzado el otoño, los termómetros apenas suben de los 5 grados. Prados, manchas de árboles si no bosques, riachuelos, vacas pastando y granjas de madera, abundantísima por estas tierras.

El paisaje más verde, si es que aún es posible, se diluía y difuminaba entre la niebla cada vez más abundante mientras escuchábamos de fondo el relajante discurso de nuestra guía. Ha comenzado contándonos algunas características de la vida en Alemania. Sobre la Universidad que es gratuita y la sanidad pública, sobre los salarios, menos altos de lo que podría parecer, ahí están los minijobs. También hemos hablado de la sensibilidad de los alemanes sobre su pasado. Las generaciones más jóvenes no se sienten vinculados en ningún sentido con el pasado, pero a las generaciones de 40 ó 50 hacia arriba no les gusta el tema. Nos contaba historias de la Baviera del siglo XIX con su saga de Maximilianos y Ludovicos. Maximiliano I que evitó la invasión napoleónica aportando 30.000 soldados a sus ejércitos y fue nombrado rey de Baviera por el emperador, corona que heredó su hijo Ludovico o Luis I. Después del gobierno de Maximiliano II, ya en 1864, a la edad de 18 años, comienza el controvertido reinado de Luis II. Ya muy joven ha escuchado Lohengrín, ópera de Wagner, y queda entusiasmado con su obra. Comienza una relación de amistad y admiración y es muy influenciado por el autor del que algunos afirman que se enamora. Desde luego lo protege a lo largo de su vida. Luis II, que ha sido educado entre privilegios y envuelto en las leyendas desde la infancia quiere hacerlas realidad y como confiesa a Wagner en una carta “pretende reconstruir antiguas ruinas al estilo de los viejos castillos feudales alemanes en las cercanías del riachuelo Pöllat, que es uno de los sitios más preciosos que se puedan encontrar”.

Finalmente llegamos a Hohenschwangau, pequeño pueblo entre lagos y montañas en cuyas proximidades se alza sobre un risco, previamente allanado y rodeado de picos alpinos y valles con lagos y más montañas a lo lejos, el castillo de Neuschwanstein o Nuevo cisne de piedra, uno de los 4 castillos proyectados por Luis II con los mejores arquitectos y pintores de la época, intentando imitar modelos europeos, sobre todo franceses. Construido con ladrillo caravista aunque revestido de piedra presenta un aspecto formidable. Con varias torres de distintas alturas, parece inexpugnable para los medios militares de la época. Pero en contraste con su pétreo exterior está lleno de lujo y ostentación en su interior para poder contemplar un paisaje duro, hostil y hermoso, cobijado y protegido entre sus muros. Salones de ensueño decorados con motivos mitológicos o leyendas medievales como la de Lohengrín, el caballero del cisne, que abunda en pinturas, grabados y esculturas. Dormitorios, salas de aseo, pasillos, todo con vistas a las montañas y el lago. Desde distintos puntos del castillo se divisa el Marienbrücke, o puente de María, en honor de su madre, a casi 100 metros de altura sobre el río Pöllat, que visitamos alucinados con la visión. Lugar de ensueño para un soñador bastante loco. Celoso de su nobleza, rechazaba el contacto con el pueblo hasta el punto de hacerse servir la comida sobre una mesa que por un sistema de poleas subía desde la cocina con todos los platos preparados y a una velocidad perfectamente controlada, ni muy rápida para que no se desparramara la comida ni muy lenta para que no se enfriara. Tenía prohibido que sus palacios fueran visitados por plebeyos. Habituado a la soledad y a las montañas desde la infancia no se encontraba bien en Munich, donde residía el gobierno, por lo que rehuía la vida social y se recluía en sus castillos de la montaña. Su despilfarro y falta de contacto con la realidad hizo al gobierno enviar a sus dependencias de Neuschwanstein una comisión de médicos que lo consideró incapaz para gobernar y tres días después apareció ahogado con su médico particular en el lago de Starnberg, aunque sin una gota de agua en los pulmones. Rey, por unos llamado loco, por otros soñador, llevó a cabo parte de sus sueños de infancia y es posible que, dado su rango y el acendrado catolicismo de Baviera, no fuera capaz de exteriorizar sus tendencias sexuales porque no se le conocen amores femeninos y, aunque no documentados, se piensa en algunos contactos masculinos.

El castillo, apenas visible cuando hemos llegado por la mañana, ya lucía a lo lejos cuando nos dirigíamos a Oberammergau, donde hemos comido en el restaurante “Der Wolf”, el lobo, el famoso codillo, para muchos abundante y algo salado. Después un paseo por el pueblo de casitas separadas y con jardín, decoradas con historietas infantiles como “Caperucita y el lobo”, “Hansel y Gretel” o “Los tres cerditos”. Tiendas artesanales con objetos de madera y sobre todo religiosos. Alguna cruz en el jardín y Jesús con la palma sobre el asno en una fuente pública.

Ya en el viaje de regreso, a la hora de la siesta y con la barriga llena, Carmen se ha limitado a informarnos de posibilidades de excursiones y llegados al hotel nos hemos despedido de ella con una foto.

img_9902Después del largo día otra vez dispersión, unos a descansar, otros a pasear, a cenar… Pinki y yo hemos dado un paseo por la Bayerstrasse pero después de Markplatz nos hemos desviado por callejuelas hacia la derecha siguiendo el sonido de una trompeta que tocaba la canción de los partisanos italianos “Bella Ciao”. Enseguida hemos encontrado un coche de la policía que cortaba una calle, otro un poco más allá y poco después ya oíamos los gritos y consignas de una manifestación rodeada por la policía y enarbolando banderas alemanas y de Baviera. Poco más allá otro grupo menos numeroso de manifestantes, también rodeado por la policía, que se movía a su ritmo, y ahí sí, hemos podido distinguir dos pancartas. En una había escrito “Nazis Raus”, “Nazis fuera” y en otra también escrito en alemán “Ningún humano es ilegal”. Hechas las averiguaciones hemos concluido que se trataba de una manifestación antiinmigrantes, xenófoba, convocada por Pegida, y otra a favor de los inmigrantes. Sin salir de nuestro asombro hemos seguido por distintas calles los movimientos de las manifestaciones y nos hemos retirado con un amargo sabor en la boca, incrementado por la presencia en las aceras de disminuidos sin piernas o brazos con muñones pidiendo limosna y un grupo durmiendo sobre cartones bajo los soportales.

Era quizás el presagio de la visita que tres de la expedición íbamos a realizar al campo de concentración de Dachau.

11 de octubre.

Era ya el último día de nuestro viaje y se presentaron varias opciones. Una visita a Salzburgo, a poco más de 100 km de Munich, ya en Austria. Una visita a Dachau, el primer campo de concentración de la Alemania nazi, a 17 km de Munich. O permanecer por la ciudad donde aún quedaba mucho que visitar.

Como separatas adjuntas podréis ver la crónica de la visita a Salzburgo y la visita al campo de concentración de Dachau.

Saludos y hasta siempre.

José Luis Simón Cámara.
San Juan, 19 de octubre de 2016

Visita al campo de concentración de Dachau (11-Octubre-2016)

Hacia las 9.30 nos dirigimos a Karlsplatz Rafa Olivares, su afectuosa compañera, Lola, y yo mismo. Allí nos encontramos con otro grupo de castellano-hablantes con acentos muy distintos porque provienen de Chile, Perú, Costa Rica, Méjico.

También algunas madrileñas. Nos atiende un joven al que distinguimos porque lleva una prenda verde. Se llama Borja y es de Segovia. Antes de dirigirnos al tranvía para ir a Dachau nos lleva a los subterráneos del tranvía para protegernos de la lluvia. Allí nos va preguntando uno a uno por los motivos de nuestra visita al campo de concentración. Para él es importante saberlo pues de eso dependerá la orientación de su charla. Enterado de que todos deseamos verlo para conocer aquella horrible historia y evitar que pueda volver a producirse, comienza a establecerse una cálida sintonía. Poco después llegamos al campo de trabajo y antes de comenzar el recorrido nos habla de las circunstancias históricas que pueden explicar el desarrollo de los acontecimientos.

Adolf Hitler viene a Munich en 1913 a formarse en Bellas Artes después de haber sido rechazado en Viena tras varios intentos. Aquí tampoco pasa las pruebas para cursar los estudios y sobrevive haciendo bocetos y dibujos. Al estallar la 1ª guerra mundial se alista al ejército bávaro y al acabar la guerra es cabo del ejército alemán. Desaparece el imperio y se crea la república de Weimar. Ya como miembro del ejército tiene su despacho en la Marienplatz y recibe el encargo de informar a sus superiores de todos los mítines que hay en la ciudad. Entre 1918 y 1919 hay en Baviera 72 partidos políticos y Hitler asiste a todas las reuniones para informar al ejército. En una de las cervecerías donde solían reunirse los grupos políticos, en lugar de limitarse o observar, participa y le proponen afiliarse por su arrebatadora capacidad oratoria. Se trata de un partido de trabajadores anti-judío y anti-democrático. En 1919 se afilia, y siguen las reuniones en la 3ª planta de la actual cervecería Hofbräuhaus hasta convertirse en líder del nuevo partido que pasa a llamarse Partido Obrero Nacional Socialista. En 1929 ese partido es la primera fuerza política en Alemania. ¿Qué ha pasado para que se haya convertido en el partido más votado? Hay varias razones que lo explican:

  • Tras la 1ª guerra mundial Alemania ha sido derrotada y destrozada.
  • Hay una grave crisis económica
  • Crisis política, desorientación.
  • El tratado de Versalles supone un castigo territorial, desposeyendo a Alemania de sus colonias, castigo militar, con la prohibición de producir armas y la reducción de su ejército, castigo económico por los pagos del desastre de la guerra y como consecuencia una inflación altísima, hasta el punto que los carretones de billetes se utilizaban para calentarse.
  • El castigo moral.

Todos estos factores crean un clima abonado para que prendan ideas desesperadas que consigan elevar el orgullo nacional buscando además culpables de la derrota en la guerra.

Primera intentona.

El 8 de noviembre de 1923 el partido nazi intenta un golpe de estado, reúne a 3.000 personas dirigidas por las juventudes y llega a Odeonsplatz donde se produce un enfrentamiento con la policía, hay varios muertos y fracasa el golpe. Hitler y alguno de sus correligionarios son condenados a 5 años de prisión. Pero por buena conducta solo pasa 9 meses que aprovecha para dictar a Rudolf Hess sus ideas políticas reunidas en un libro “Mein Kampf”, “Mi lucha”. Allí tacha de traidores a judíos y comunistas, los primeros por no apoyar económicamente en la guerra y los segundos por promover las huelgas contra la guerra imperialista en las fábricas.

Después de salir de prisión, fracasada la intentona golpista, vuelven a reunirse en Munich y deciden presentarse a las elecciones para tomar el poder por la vía democrática. La influencia del partido nazi comienza a extenderse por Alemania y a principio de los años 30 ya alcanza el 37% de los votos en las elecciones. Los comunistas consiguen el 33%. Pero ninguno tiene mayoría. En Noviembre del 32 el partido nazi pierde votos y los comunistas se mantienen, pero en enero del 33 el partido nazi vuelve a subir y aliados con un partido católico obtienen la mayoría. Hitler llega al poder. Pocos días después se incendia el Reichstag, el parlamento, y Göring, tras torturar a un albañil holandés, miembro del partido comunista, acusa a los comunistas del incendio. Se aprueba la Ley de Habilidades que concentra el poder en el Führer. Sólo hubieran podido oponerse en el parlamento los comunistas pero ya están presos la mayoría.

En el libro “Auge y caída del Tercer Reich” del historiador estadunidense William L. Shirer, se recoge una declaración del general alemán Franz Halder, donde éste afirma que Herman Göring en Nüremberg se jactó acerca del incendio: “En un almuerzo con ocasión del cumpleaños del Führer en 1943 se habló del incendio del Reichstag y escuché con mis propios oídos como Göring gritó: el único que realmente sabe sobre el edificio del Reichstag soy yo, porque yo le prendí fuego”.

A raíz del incendio los nazis consiguen sus objetivos.

Segunda y definitiva intentona.

El presidente de la República prohíbe el partido comunista alemán y se aprueba la ley de defensa de la persona que anula la libertad de partidos, de prensa, de reunión y comienza la caza por toda Alemania. En unos días son detenidas más de 40.000 opositores políticos. Himmler era el jefe de la policía. Llama a Hitler y le dice que tiene miles de presos y como conocía una fábrica de armas abandonada tras la 1ª guerra mundial cerca de Munich la ofreció como prisión provisional. El 22 de Marzo de 1933, dos meses después de las últimas elecciones democráticas, empiezan a llegar trenes con más de 4.000 comunistas y opositores de toda Alemania.

Llegada al campo de concentración.

munich-425Comenzamos la visita viendo en la puerta del campo la inscripción que había en todos ellos “Arbeit mächt frei” (El trabajo hace libres). Pasamos a la sala de registro donde se quedaban con todas las pertenencias de los prisioneros en un primer paso para borrarles la identidad y donde se les proporciona una tela con su número de identificación. A partir de ese momento ha desaparecido su nombre y solo disponen de un número para ser identificados. Ahora son una herramienta de trabajo. Cada grupo de prisioneros se distinguía con un triángulo de distinto color que diferenciaba a los políticos, los criminales, los emigrantes, los homosexuales, los asociales, entre los que se encontraban los discapacitados físicos o psíquicos, alcohólicos, vagabundos, drogadictos, gitanos, judíos, músicos, bailarines, etc… Una de las tácticas usadas por los guardianes para librarse de algunos grupos de presos consistía en exacerbar el odio entre ellos de modo que en los primeros días del campo de Dachau, 27 homosexuales fueron asesinados por sus propios compañeros de barracón. Los presos políticos eran los mejor considerados y los criminales los que peor consideración tenían. Estos últimos eran usados por las SS como informadores de cualquier movimiento en el campo. Cuando algún prisionero se niega a colaborar le disparan allí mismo, siempre delante del resto de prisioneros para que vean las consecuencias de la falta de colaboración. Aunque no fue muy generalizado pero hay documentación de que entre los propios SS se produjeron asesinatos por negarse a torturar o asesinar a un prisionero. Originariamente los campos de trabajo son para desarrollar la industria bélica, el armamento, sin coste económico, únicamente la manutención de los trabajadores que pueden permitirse escasa porque son reemplazables. Tienen millones de prisioneros y, sorprendeos, llegó a haber hasta 1.200 campos de trabajo, concentración o exterminio. Algunos de los campos eran instalados cerca de los nudos de comunicación. Por ejemplo en Allach, no lejos de Munich, Siemens y BMW producen motores de aviones. Y algunas empresas actuales, como Hugo Boss, hacen los uniformes para el ejército, las SS y los prisioneros; Bayer hace experimentos científicos utilizando prisioneros, la mayoría asesinados, probando su resistencia ante el dolor o sumergiéndolos en bañeras con agua helada o hirviendo para ver cuánto es capaz de soportar el ser humano, contagiándoles la malaria con mosquitos infectados o introduciéndoles oxígeno en las venas.

Aunque Dachau no es considerado un campo de exterminio porque no se gaseaba masivamente a los prisioneros, no era solo éste el procedimiento para acabar con ellos. Había otros muchos. En los años 42, 43 y 44 las temperaturas del campo de Dachau llegaron a ser de 35 grados bajo cero. Entre los prisioneros que sólo llevaban para protegerse un uniforme de algodón y unas chanclas con suela de madera rígida, había dos categorías, los que resistían las inclemencias y eran enviados a trabajar a fábricas de armamento y los débiles que se quedaban en el campo trabajando a esas temperaturas. El algodón de la ropa se les pegaba a la piel produciendo moho y bacterias que junto a la falta de higiene, escasa alimentación, enfermedades y trabajos de 12 horas comienza a desarrollar epidemias y mueren como chinches, hasta el punto de que cuando llegan los americanos a liberar el campo, ninguno de los prisioneros aún vivos consigue sobrevivir. También aquí utilizaron el gas en lo que llamaban duchas. Después los pasaban a los hornos y arrojaban las cenizas en el cementerio adjunto, para eliminar rastros del exterminio.

munich-420Cuando los americanos avistaron el campo desde los aviones de combate en el año 45 comenzaron a ametrallarlo suponiendo que se trataba de un cuartel militar hasta que vieron correr a gente con trajes de rayas y supusieron que era un campo de prisioneros. Cuando llegaron al campo se encontraron montones de cadáveres apilados y la cerca donde guardaban los perros pastores llena de carne para alimentarlos.

Aquí en Dachau se aplicó, como en muchos otros, la tortura. Uno de los castigos más frecuentes era dar 25 azotes en los riñones con pene de buey. Con los primeros golpes el prisionero solía desvanecerse y si no conseguía ir contando los golpes comenzaban de nuevo.

Otra de las torturas consistía en colgar al prisionero de un palo con los brazos atados a la espalda. Solía descoyuntar los brazos. Estas torturas se infligían con las ventanas abiertas para que el resto de prisioneros pudiera escuchar los alaridos de dolor.

Si después de los castigos no podías trabajar eras declarado inválido y te desviaban a otros campos donde los primeros en ser gaseados e incinerados eran los que no servían para trabajar.

El campo de Dachau con 32 barracones tenía capacidad para 4.500 prisioneros y ese era aproximadamente el número en una primera fase, pero ya en el año 38 comienzan a entrar masivamente judíos y gitanos y se duplica el número de prisioneros, aunque el cénit llega el año 43, cuando empiezan a desviar prisioneros de los campos más lejanos ante la presión militar soviética y americana, en que llega a albergar a 78.000 prisioneros hacinados. Hasta el año 43 había en el campo 2 hornos crematorios donde incineraron 11.000 cuerpos, a partir del 43 construyen 4 hornos más y la cámara de gas con capacidad para 150 personas.

Las posibilidades de escapar de este campo de concentración y prácticamente de todos eran nulas porque junto a las estrictas y rigurosas medidas de seguridad como un primer foso profundo y de dos metros de ancho lleno de agua, después una alambrada a medio metro de altura y dos de profundidad que enlazaba con una de dos metros de altura, ambas electrificadas, a continuación un pasillo de unos dos metros por donde vigilaban guardias con perros y al otro lado aún un canal con agua corriente de 4 metros de anchura. Todas estos obstáculos se sumaban a la vigilancia desde las torretas con ametralladoras y a la debilidad física de los prisioneros . De hecho, durante los doce años que permaneció abierto el campo de Dachau, desde el 33 hasta el 45, solo consiguió escapar un preso checo aprovechando una salida del campo a trabajos exteriores. Hans Bainbach, que publicó un libro “Dachau, campo de muerte”, con sus experiencias, consiguió huir a Rusia y desde allí se trasladó a España, donde murió luchando en defensa de la República durante la guerra civil española. Está enterrado en Montjuic. En Dachau llegó a haber 600 prisioneros españoles.

Junto al campo, pero fuera de su perímetro se encuentran los edificios de la cámara de gas y los hornos crematorios y allí mismo hay la estatua de un preso con el siguiente epitafio: “Den toten zur ehr den lebenden  zur mahnung”, “A los muertos en honor y a los vivos en aviso”.

Salida del campo de Dachau.

En este recinto y con esta terrorífica visión de las cámaras de gas y los hornos crematorios acabó la visita al campo. El silencio se instaló sobre todos los visitantes incapaces de entender la magnitud de la crueldad humana. El guía, llenando el vacío del silencio, nos dijo que por decisión gubernamental todos los estudiantes deben acudir a lo largo de sus estudios tres veces a un campo de concentración y también las fuerzas de seguridad de la policía y el ejército. Inevitablemente me vienen a la memoria algunas reflexiones de personas que vivieron el principio y el fin del nazismo. Stephan Zweig, judío austríaco, obligado al exilio, en “El mundo de ayer” escribía: “Nosotros, que en el nuevo siglo hemos aprendido a no sorprendernos ante cualquier nuevo brote de bestialidad colectiva, nosotros, que todos los días esperábamos una atrocidad peor que la del día anterior, …tuvimos que dar la razón a Freud cuando afirmaba ver en nuestra cultura y en nuestra civilización tan sólo una capa muy fina que en cualquier momento podía ser perforada por las fuerzas destructoras del infierno” (pág. 21). Y Jorge Semprún, superviviente del campo de concentración de Buchenwald, donde permaneció 18 meses, en una de sus últimas entrevistas decía: “¿Quién podría imaginarse que en una de las naciones más cultas de Europa podría surgir la bestia que sumiría al mundo en una de las mayores catástrofes de la historia?”.

No estamos por tanto vacunados contra la barbarie, basta mirar los no tan lejanos episodios de limpieza étnica en la antigua Yugoslavia o las matanzas por motivos religiosos en el mundo árabe.  Justamente anoche, paseando por esta ciudad de Munich, junto a la Marienplatz, escuchamos cánticos, gritos y carreras de gentes rodeadas por la policía. Unos portando banderas alemanas y bávaras contra los inmigrantes y otros cantando la canción de los partisanos italianos “Oh bella Ciao” y consignas antinazis como “Nazis Raus”, “Nazis fuera” y “Ningún humano es ilegal”.

La realidad no invita al optimismo y tendremos que convenir con Gramsci en su famosa frase del “pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad”.

Los humanos no podemos resignarnos a ser esclavos de la historia. Tenemos que dirigirla al servicio de todos para crear un mundo donde nadie pueda esclavizar ni ser esclavizado por ninguna razón. Un mundo donde todos podamos ser libres.

San Juan, 21 de octubre de 2016.
José Luis Simón Cámara.

Una jornada en Salzburgo (11-Octubre-2016)

Los miembros de la expedición de A To Trapo, que aún quedamos por estas tierras Germánicas, decidimos separarnos después de haber compartido unos días en los que hemos sido una piña a la hora de visitar lugares, comer, cervezear, etc.

Unos deciden quedarse en Munich y seguir visitando los lugares que esta ciudad alberga. Otros encaminan sus pasos hacia Dachau, para visitar el campo de concentración. ¡Suerte compañeros! Puede ser una visita dura, de las que, como poco, impactan.

El resto, un grupo bastante numeroso, decidimos dirigirnos a la ciudad de Salzburgo muy próxima, a una hora y medio en tren, 116k, como quien dice, a distancia de ultra trail. A las 9´55 partimos desde la estación central de tren-metro, que ya controlamos bastante bien, sobretodo porque la noche anterior, varios compañeros hicieron una visita de reconocimiento para localizar el tipo de billete que más económico nos permitía viajar así como los horarios de salida.

El trayecto se hace corto entre chascarrillos y batallitas que nos va contando nuestro “jefe” de grupo, Jesús, interesantes todas, por supuesto.

img_2126Llegamos a la estación de Salzburgo y sin darnos cuenta hemos pasado a Austria. Estamos en la cuarta ciudad más poblada de este país y una de las ciudades más bonitas de Europa. Su nombre significa en alemán Castillo o ciudad de la Sal, debido a las barcas que transportaban la Sal por el río Salzach y que pagaban aquí un impuesto. Pero también es la ciudad donde nació un genio de la música como fue Mozart y ello se notará más adelante en la cantidad de tiendas que venden todo tipo de artículos relacionados con el compositor y en la cantidad de carteles que anuncian conciertos en la ciudad.

Caminamos siguiendo las indicaciones que el día anterior nos dio Carmen, la guía en la visita al Castillo de Neuschwanstein, hacia el centro de la ciudad. Poco a poco vamos metiéndonos en su corazón. Llegamos al famoso Palacio de Mirabell donde en sus jardines se rodaron escenas de la película Sonrisas y Lágrimas que todos tenemos en nuestro imaginario. Entramos en esos jardines atravesándolos camino del casco antiguo y disfrutando de su perfecta disposición, de la fuente central, todo ello después de que el compañero Julián nos leyera la información que se había preparado sobre la misma ciudad. ¡Julian, eres un máquina! Muchas gracias.

Continuamos caminando y llegamos al río Salzach donde ya podemos contemplar la ciudad histórica flanqueada por el monte Mönchsberg en la ribera derecha del río, donde se encuentra presidiendo majestuosamente la ciudad, la fortaleza de Hohensalzburg, de la que se dice nunca fue conquistada del todo a lo largo de su historia. Se trata de un complejo de murallas y baluartes defensivos a la que se accede por un funicular. A la izquierda la otra elevación que rodea la ciudad por la parte izquierda del río, el monte Kapuzinerberg.

Cruzamos el río por el puente de los candados que en realidad se llama Puente Makartsteg y es uno de los cinco puentes con más candados del mundo. Estos candados los colocan los enamorados para simbolizar su amor y según he leído esta costumbre, que ya es mundial, viene desde que Federico Moccia escribió el libro que luego dio origen a la película “Tengo ganas de Ti” en la que dos enamorados colocaban un candado en un puente sellando así su amor.

Encaminamos nuestros pasos por la arteria principal de la ciudad, repleta de tiendas de todo tipo en la que predominan, como he comentado anteriormente, las dedicadas a Mozart. Al principio de la calle nos encontramos con la casa museo del compositor. Alcanzamos pronto la el barrio de la catedral y en la Residenzbrunnen o Fuente de la residencia, nos dividimos en pequeños grupos para visitar la ciudad antigua.

image2En este espacio de la ciudad tenemos La catedral de Salzburgo, edificio del S. XVII que inicialmente empezó a construirse en el año 744 y que sufrió desde incendios a derribos, por lo que tuvo que ser reconstruida a lo largo de los siglos. Enfrente de la catedral, el Palacio de la Residencia, un complejo cultural en el que se puede visitar las salas del propio palacio y donde actualmente se dan conciertos y hay exposiciones. En su sala de conciertos fue donde Mozart dio su primer concierto en 1762 a la edad, nada menos, que de 6 años.

Seguimos callejeando, visitamos un pequeño mercadillo y nos dejamos llevar por un agradable olor a dulce y a pan que proviene de un pequeño horno en una plaza chiquita, con un molino de agua antiguo. A la derecha la entrada a las catacumbas y cementerio de San Pedro, un lugar realmente bonito, quizás el cementerio con más encanto que he visitado, un espacio repleto de panteones y tumbas con una pequeña iglesia y con buena parte de esos panteones encastados en la roca del monte que por ese lado llega hasta el propio cementerio. A su espalda el monasterio de San Pedro.

Llega la hora de la comida y tras reponer fuerzas, decidimos subir a la fortaleza, pero no por el funicular no, sino a pie, que las piernas ya se van recuperando tras la maratón del domingo, pero al llegar a su entrada nos damos cuenta que no nos va a dar tiempo de visitarla por completo y decidimos seguir caminando atravesando el pulmón verde donde está la fortaleza. Nos conformaremos con lo que nos cuenten otros compañeros que sí han subido a ella.

Llegan las 5 de la tarde, la hora acordada para reunirnos y volver a Munich. De nuevo nos dirigimos a la Residenzbrunnen donde compartimos las experiencias con los compañeros que van llegando, con un denominador común, lo agradable que ha resultado ser Salzburgo para pasear, una ciudad con mucho encanto.

La lluvia hace acto de presencia en nuestra vuelta a la estación para coger de nuevo el tren que sobre las 8 de la tarde nos deja en Munich. Ha sido un día completo y muy agradable. Toca cenar y comenzar a hacer la maleta. Mañana regresamos a casa.

I Benicatrail – Beniatjar (30-Octubre-2016)

El último domingo de octubre es sinónimo de cambio de hora, Volta a la Foia y gazpachos. Con más hambre de montaña que de asfalto, busco alguna prueba que no haya hecho todavía y que me permita llegar a tiempo para la comida grupal. Encuentro el Benicatrail, que saliendo desde Beniatjar tiene un recorrido de 21,8 km y 1.300m+ por la umbría del Benicadell.

img_7759La umbría del Benicadell es una comarca en la ladera norte del Benicadell, ya en la parte  de la provincia Valencia, y jalonada de pueblecitos: Adzaneta de Albaida, Carrícola, Beniatjar, Ràfol de Salem y Castelló de Rugat. La zona la conozco bien de entrenamientos  y de otro trail que salía de Carrícola y del que guardo muy buenos recuerdos. Tengo que repetirlo.

El día es magnífico, soleado y azul, y la temperatura ideal. Somos pocos corredores, unos 120, y de conocidos sólo veo a Mercedes de Tavernes que no se pierde una. Tomamos la salida. A ver que tal me encuentro, apenas he hecho montaña en los últimos meses, sólo la reciente Pujada al Montcabrer, y las piernas notan la falta de entrenamiento sobre todo en las subidas. Por suerte, la carrera alterna zonas de llaneo por pista y senda, y las subidas no son muy pronunciadas.

img_7763Hacemos un primer lazo que nos devuelve al pueblo y después salimos ascendiendo suavemente por la ladera del Benicadell en dirección a Carrícola. Giramos 90º a la izquierda buscando el collado que hay en la cresta por donde pasa la línea de alta tensión. Ya allí enfilamos rumbo a la cumbre siguiendo el cordal pero nos desviaremos antes para inciar un descenso largo y serpeante pero suave, por la senda estrecha que bordea toda esa zona de la sierra. Es una senda construida a tramos con piedras, otras veces labrada en la misma piedra, seguramente por los habitantes de esa zona para poder acceder a los pozos de nieve.

En la bajada nos cruzamos con muchos senderistas que ascienden, algunas familias incluso con niños pequeños que gritan nervisosos cada vez que ven a un corredor para que los de más abajo nos dejen paso. La carrera se me hace corta, eso es buena señal. Tras la ducha me encamino a Castalla donde me encuentro al grupo en la entrega de trofeos. Como siempre nuestras chicas a un nivel muy alto.

Después los gazpachos, la miel, el timonet, siempre la charla animada, que junto con la foto grupal con la pancarta y el castillo de fondo ya forma parte de nuestra tradición.

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Juanma Vet Masc 2:43:41 70 26

XXXI München Marathon (9-Octubre-2016)

Tannhäuser, una ópera en tres actos

Primer acto

Cuadro I

Por primera vez, lo prometo, me he quedado en blanco y sin ideas, es como si las musas, las ninfas y hadas bailaran a mi alrededor tratando de distraerme. La grandeza de lo vivido, las sensaciones de lo que va más allá de lo material me han seducido y me han transportado a otro mundo en un viaje al que no he podido resistirme, Munich me ha alejado de la esencia de lo terrenal y así he emprendido un alucinante viaje entre lo fantástico y lo real.

La salida de la maratón se dio puntual en la Coubertainplatz, explanada anexa al estadio olímpico que se hallara como encajada en un valle próximo a un castillo dominador del paisaje, imponente arquitectura de diseño impresionante aún, moderno incluso para hoy.

Pronto nos dirigimos colina abajo hacia el centro de la ciudad. Entre amplias avenidas nos movíamos alegremente en esos primeros metros, como siguiendo el canto hechizante que nos alejaba cada vez más de lo humano en busca de una “Venus” seductora, pecadora.

Fue pasado el km 5 cuando el circuito entró en un tramo de ida-vuelta en que busqué desesperadamente al resto de la expedición algún rostro conocido, necesitaba mirarles a los ojos, preguntarles si sentían lo mismo que yo y si como yo se movían embriagados porque a esas alturas eran las piernas las que mandaban, no la cabeza. Busqué el verde de la equipación entre la multitud y no lo pude hallar. Tras esto emprendimos camino hacia el norte, hasta llegar casi a rozar el “ring” de la ciudad, siendo allí donde giramos a la derecha (el tema del anillo corresponde a otra ópera, quizá para otro día), dirigiendo nuestros pasos a la Munich verde de jardines generosamente arbolados, de lomas y prados de jugosa hierba que crece casi sin querer. Aquí fue cuando sentí que algo empezaba a cambiar.

Cuadro II

Englischer Garten, pulmón de la ciudad, de una densidad sobrecogedora, umbroso, oscuro, casi inhóspito. A mí que el frío me anula me costó muchísimo recorrer sus entrañas. Desde el primer metro sentí como si hubiera entrado en otro mundo en el que me desplazaba casi reptando, serpenteando el interior del resbaladizo intestino kilométrico de un formidable ser. Enseguida se impregnó todo mi cuerpo de los vahos húmedos que exhalaban los árboles que flanqueaban las sendas asfaltadas. Por aquí y hasta abandonar el parque la carrera discurrió entre claroscuros por un paisaje de ensueño, fresco como digo y encharcado en ocasiones. Sobre el km 16 salimos de allí para volver a entrar y abandonarlo definitivamente sobre el 19.

Al punto, la maratón volvió a encaminarse de nuevo al casco urbano puro. El asfalto volvió a ofrecernos su cara más dura, lejos ya de la amabilidad del parque, cuyo negro alquitrán era suavizado por el  verde del contorno en un engañoso efecto placebo. Al poco alcanzamos la zona de salida de la carrera pequeña, donde volví a buscar a parte de los nuestros por si andaban ya por allí pero no, era demasiado pronto, el inicio de la media maratón quedaba muy lejano aún en el tiempo.

Fue a partir de aquí cuando la maratón de Munich entró en su lado menos amable, el camino al sur nos muestra un paisaje urbano monótono de ciudad vulgar, lejos del encanto del Altstadt. En algún momento debimos cruzar el Isar pero no lo vi, así me transportaba la enajenación que anulaba mi consciencia.

Segundo acto

Empieza el conflicto. Tenía que llegar, así lo marca el guión. Finalmente me encontré con mi particular “Biterolf” el cual me esperaba paciente y con mano dura se empeñó en castigar la osadía que me llevara a anhelar acabar esta aventura intacto, triunfador. Sería el km 28 cuando tocado me decidí a abandonar el grupo que me acompañaba ya que a ello me obligaron los pesados pertrechos que cargaba desde hace más de un mes en modo de una tendinitis fastidiosa por un lado y una maldita condromalacia, herida de representaciones anteriores y que sólo puede empeorar, es lo que tiene pisar tantas tablas. Mas como en la ópera original supe sobrevivir y con sólo bajar el ritmo puede seguir dignamente y aunque los harapos que me cubrían habrían confundido incluso a mi buen amigo “Wolfram” (aunque esto corresponda al tercer acto), salí del enfrentamiento victorioso y el hecho feliz de encontrar caras conocidas allí donde más se necesita me dio la vida. La visión de Mª Carmen con Rosa y poco después Dámaris y el pequeño Jacobo me insuflaron la fuerza que me faltaba. El paso por la Marienplatz rondando los kilómetros 30-32 según la perspectiva, fue como un chute de energía, allí volví a ver a mi gente y allá en lo alto, aunque creo que nadie más lo vio y sinceramente no me importa que la alucinación forme parte de mi particular esquizofrenia pude ver, digo, cómo los toneleros habían dejado de bailar y descendidos de su carrusel en lo alto del Neues Rathaus se cogían de la repisa asomados hombro con hombro mientras susurraban en un tono casi inaudible un continuo “prost” a cada corredor como con miedo a ser descubiertos mientras ofrecían cariñosos sus jarras en un incansable vaivén.

Tercer acto

Karolinenplatz, km 34. A lo lejos la Frauenkirche de torres asimétricas que sirvieran en un pasado próximo de mirilla para hechos desdichados, nos observaba amable empinándose, de puntillas entre los edificios colindantes para que no perdiéramos el norte en nuestro camino, hacia allá nos encaminábamos. En el km 35 la Theresienstrasse y la Siegestor, puerta de la victoria en castellano, mi particular “puerta de Tannhäuser” (quien sea aficionado al buen cine de ciencia ficción sabe de qué hablo). El barrio de las pinacotecas y la zona cultural de edificios de media altura, recios, de un uniforme equilibrio arquitectónico que hacen de este un lugar  de aspecto señorial, cerca Lopoldstarsse y el barrio universitario.

A partir de aquí, como en todas las maratones es cuando anhelas alcanzar el final, resucitar, despertar del sueño, de hecho de esto se trata este acto.

Franz-Joseph-Strauss no era un compositor sino un político de gran impronta que da nombre al aeropuerto de la ciudad y a la avenida que nos llevó hasta Ackermannstrasse para a lo lejos vislumbrar la altísima torre de comunicaciones, el edificio más elevado de Munich, imponente estructura que como un altísimo hito parecía emerger de las entrañas de la tierra para señalarnos el camino al cielo, a la gloria. A sus pies el estadio olímpico.

Se accede al estadio olímpico por la puerta de maratón, la misma que atravesara Frank Shorter en los JJ.OO. del 72, las mujeres aun tendrían que esperar a Joan Benoit 12 años después en Los Ángeles. El túnel iluminado con luces alucinantes y ambientado con una música eléctrica, te catapulta al interior de un espaldarazo. Tras ello… no soy capaz de describirlo, se puede decir que aquí terminé muriendo para alcanzar la redención póstuma, de este modo termina esta obra.

Si no lo has vivido no lo puedes contar y aún así a mí, como dije al principio, me cuesta.

img_9849

Como apunte final sólo decir tres cosas:

  1. Habría sido fácil hablar de Munich usando a otros temas recurrentes, repito, eso habría sido lo fácil.
  2. Quiero dar un abrazo a aquél que me mostró su lado más humano confesándome la gran emoción que sintió al pisar el estadio de aquellos JJ.OO. que recuerda como los primeros de que tiene uso de razón (él sabe). Me llegó profundo.
  3. Gracias A to trapo, hay ratos en que me hacéis sentir vivo.

Julián

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Julián M45 3:14:07 391 92
Pili F45 3:18:06 19 4
Josemi M45 3:32:49 1014 210
J.Ant.Mejías M40 3:44:33 1490 247
Juanma M55 3:56:50 2076 103
Martina F50 3:56:51 291 27
Lisardo M55 4:00:53 2312 121
Jose Castelló M45 4:01:09 2324 454
Maripaz F50 4:22:39 565 54
Jordi G. M 4:27:36 3163 404
Vicente G. M 4:27:37 3164 405
Muffy M45 4:31:59 3248 628
Nacho M40 4:31:59 3249 536
Manolo M70 4:31:59 3250 6
Borja M 4:31:59 3251 406
Jesús M55 4:35:23 3308 210
Roberto M50 4:51:05 3549 482