Todo comienza temprano, a las 7:30 suena el despertador y el corazón se acelera súbitamente, ha llegado el día, ya no hay marcha atrás. Tras una ducha rápida salgo corriendo a despedir a todos los componentes que van a realizar la maratón, desearles los últimos ánimos y toda la fuerza antes de tan gran gesta. Llegan mis compañeros de viaje en esta carrera, José Luis, con el que tendré el inmenso honor de participar, y Pinki, que por problemas de salud no ha podido correr. Los tres desayunamos tranquilos, escucho sus historias y sus constantes bromas y logran conseguir que mis nervios desaparezcan, con ellos todo es mucho más fácil, ya sabéis cómo son, siempre les estaré agradecido.

Nos dirigimos hacia el metro y justo llegamos al Parque Olímpico cuando dan la primera salida de la maratón, nos situamos en las vallas para ver la segunda salida y vemos a Mari Paz y Roberto, les aplaudimos y damos muchos ánimos para la carrera. Tras todas las salidas de la maratón ya nos toca a nosotros, ahí comienza un constante hormigueo en el estómago, que conforme se acerca la hora se va acentuando cada vez más, ahora sí los nervios están a flor de piel. Los dos hacemos un ligero estiramiento previo a la carrera, yo siempre haciendo caso de las indicaciones de José Luis, y llega la hora de la salida, nos colocamos en la parte de atrás y comienza la cuenta, en alemán por supuesto,….Drei, Zwei, Ein und Null…y el pistoletazo de salida. Los primeros kilómetros son lentos, hay mucha gente y tratamos de mirar al suelo para no pisar a nadie y tropezar y ya a partir del tercer kilómetro poco a poco se va despejando la carretera y podemos tener un ritmo más ligero, vamos adelantando a otros corredores y enfilamos las calles de Munich. Llega el primer avituallamiento, quinto kilómetro, echamos un trago y continuamos hacia adelante, yo siempre al ritmo que me marca José Luis, siempre atento, me va preguntando cómo voy y le contesto que bien y casi sin darme cuenta llegamos al octavo kilómetro, otro trago de agua y encaramos el tramo final. Las piernas me funcionan muy bien, el entrenamiento realizado da sus frutos y llegamos al parque Olímpico, apretamos el ritmo cuando llegamos a la altura del estadio con ganas de emerger dentro de él, aproximándonos al túnel que da acceso al estadio la piel se me eriza, me pongo muy nervioso y a la vez me emociono, mi boca dibuja una sonrisa de oreja a oreja, grito, salto de alegría y por qué no, alguna lágrima cae por mi mejilla, damos la vuelta al estadio mirando a nuestro alrededor con la boca abierta y abrumados por el lugar, disfruto de cada segundo, es irrepetible y por fin llegamos a la meta, José Luis me sujeta la mano y la alza con la suya, entramos como campeones, nos abrazamos y a los dos nos ponen la medalla, esa medalla que para mí siempre será la primera, ninguna otra podrá sustituirla, estiramos y bebemos líquidos.

Esta ha sido mi experiencia en mi primer 10km, nunca tendré la misma emoción en otra carrera, podrá ser mejor pero nunca igual, desde aquí dar las GRACIAS a José Luis Simón, por todo el afecto y el cariño que recibí de él, simplemente INCREIBLE y también a mi cuñado Juan Carlos De Cabo, por todo su constante apoyo y motivación.

Por último, dar las gracias a todos los amigos de A To Trapo, por su cariño recibido durante esta increíble experiencia que nunca olvidaré.

MUCHAS GRACIAS.

Kike

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