¡Con lo bien que estábamos sin Papa!

¿Dónde están los que hablan de fanatismo en el Islám?

Espero que durante algún tiempo, mientras dura la estela del espectáculo del Coliseo cristiano sin leones, sientan vergüenza o pudor para hablar del de sus heterorreligionarios despectivamente.

La mujer sin acceso 20 siglos al misterio, los grandes del mundo presentes, ¿quién hablaría de la iglesia de los pobres? Ni siquiera un pordiosero en la foto aunque fuera vestido por Benetton.

Todo perfectamente calculado. Los cardenales disfrazados de oro y púrpura, con sus tiaras, los obispos, la nobleza de la iglesia, la nobleza del poder y del dinero, y luego el pueblo, la multitud abigarrada. No se produjo ningún cataclismo, ni se rasgó el velo del templo, aunque algún cardenal, rozado en su garganta por la mano del ya santificado, dijo haber recuperado el habla.

Decía los grandes, de uno y otro signo, todos iguales en grandeza. Incluso  de otras religiones, les conviene en estos tiempos de análisis científico, de agnosticismo, cultivar el espíritu creyente, sea del signo que sea, pues al fin, son reemplazables. Simple cuestión de nombres y de ritos. Pues todas se remontan al principio de los siglos en épocas lejanas y brumosas donde como Arturo, ayudado por Merlín, consigue arrancar la espada incrustada en la roca situada en tierras imprecisas, vagas, envueltas en bosques de niebla.

¡Con lo bien que se está sin Papa!

No ya sólo los agnósticos. También para los creyentes es un descanso.

Últimamente era demasiado tanta presencia en los medios.

A todos viene bien un poco de descanso.

Papa por la mañana

Papa por la tarde

Papa por la noche

Papa de madrugada.

Omnipresente

en la tele, en la radio, en la prensa.

En casa y en la calle.

Como Dios.

Casi superposición, sustitución, suplantación.

¡Con lo bien que se estaba sin Papa!

Y ahora, otra vez a la carga.

Como tiburones silenciosos que desgarran purpúreamente al adversario, los electores harán cálculos de mercader, inspirados, eso sí, por el Espíritu Santo.

Y recomenzará el gran espectáculo. Eso es lo importante.

Que el villano se sienta más gusano ante tanta grandeza.

Que el pueblo ahonde en sus sentimientos de culpa ante la divinidad.

Que pida perdón por sus muchos pecados.

Que se arrodille.

 

San Juan, 18 de Abril de 2005.

José Luis Simón Cámara.