Cumpleaños de Paco Galindo

Hace algo más de dos meses asistía un amistoso duelo literario entre un consagradísimo autor, Mario Vargas Llosa y Javier Cercas, si menor en años no menor en prez, autor de “Soldados de Salamina”, la sorprendente historia de un episodio ocurrido durante la guerra civil. A la vez que cada uno analizaba las obras del otro, elogiándolas hasta el punto de que, como decía Vargas Llosa con ironía, si fueran japoneses hubieran rozado el suelo con la frente, iban haciendo un recorrido por la historia de la literatura que se ha ocupado de contar la belleza de las estrellas y bajar a las miserias humanas. Los 90 minutos pasaron lamentando que la hora solo tenga 60.

Unas semanas antes y en el mismo lugar, el auditorio de Campoamor en Alicante, asistí con Inma y mi amigo Paco González a otro acto literario. Era Rafael Chirbes el invitado. Ya conocido y premiado por su novela “Crematorio”, proyectada en televisión y reciente Premio Nacional de Narrativa por su última novela “En la orilla”. El crítico literario Ángel Basanta nos fue llevando de la mano por la obra del autor que dejó deslumbrado al público por su naturalidad, espontaneidad y sinceridad. Lo primero que hizo al entrar fue mostrar su sorpresa por la numerosa audiencia que creía más propia de la comparecencia de Ronaldo que de un novelista.

Escuchemos unas líneas de su última novela: “Me lo he hecho yo solo, he aprendido rápido, el bobito de la familia, ya ves: veinte conguitos en un andamio y el volante de un todoterreno entre las manos y una sábana de seda de color rosa bajo el culo recién lavado por la manita suave de la ucraniana, que ahora la mueve arriba y abajo junto a su boca, y teclea con los dedos el tronco de mi nabo, ella trabajando aquí, echándole voluntad, porque con las copas y la coca la verdad es que no acabo de correrme pero estoy feliz (toma, toma, mira cómo entra, otra vez, otra, toma, uf, mira cómo me la pones, cabrona, me gusta verme el nabo entrando y saliendo de esa boquita dulce, olvidado de la mujer y los niños, que van a lo suyo, que es gastar: se me han acostumbrado a todas las cosas buenas, el club de tenis, el paseíllo por la bahía en el catamarán con un matrimonio amigo, la cena de los sábados con la botella de Möet descorchada para abrir boca y un ribera del Duero…”

En ambos casos se evidenció que los escritores, quizá de todos los tiempos, no viven en sus aisladas torres de marfil sino en medio de la más cruda realidad.

Bueno, me diréis con razón, y ¿qué tiene todo esto que ver con el cumpleaños de Paco Galindo?

Él si lo sabe muy bien porque fue él quien una noche, mientras veíamos un partido Barça-Madrid en el bar Susarón, me habló con entusiasmo de Rafael Chirbes, del que yo ni siquiera había oído hablar y se ofreció a dejarme sus novelas. Es un escritor, me decías, que está mostrando la hipocresía, la corrupción, el compadreo de mucha gente, la de los ladrones de guante blanco que, tras su elegancia y desenfado en el vestir, que tras sus exquisitos modales, esconden lo más putrefacto de nuestra sociedad y son, como decía Cristo de los fariseos, sepulcros blanqueados.

Acabado el acto literario de Chirbes, que supo a poco, mi amigo Paco González nos dijo que el autor era una persona muy corriente y muy asequible, además era primo de la penúltima relación sentimental – que sepamos – de mi amigo, de modo que se ofreció a organizar un encuentro con él. Así quedó todo, en el aire.

Pocos días después, el 7 de Junio, mi amigo Paco murió súbitamente, y hace apenas dos semanas me sorprendió la noticia de la muerte de Rafael Chirbes. Aquel hipotético encuentro nunca se podrá realizar.

Saco a relucir estos hechos, tristísimos para la amistad y para la literatura, no para ahondar en la tristeza sino para estimularnos a la alegría y las ganas de saborear la vida, compartir esos sentimientos con los amigos que somos y estamos esta noche aquí contigo y desearte mucha felicidad y muchos años más lleno de vida y de alegría.

San Juan, 4 de Septiembre de 2015.
JoséLuis Simón Cámara.