El ruedo ibérico. 4. (La duda metódica 2).

Las sabias reflexiones de algunos amigos en respuesta a mi escrito anterior y el contraste de las mismas con la realidad van despejando las dudas originales.

Paso a incluir algunas de sus opiniones. En cuanto a la OTAN dice uno de ellos (AGA): “Creo que toda nuestra vida llevaremos dentro aquel “OTAN no. Bases fuera”. Y aquellos carteles que pegamos por las paredes. Y aquella desilusión inesperada de la noche del referéndum. Pero también tengo duda sobre este asunto. No sobre la alternativa de otro bloque del Este, sino sobre la actitud de un Ejército Español que sin compromisos internacionales volviera a las andadas y a sus vicios antidemocráticos de condicionar la política nacional. No creo que fuera posible ahora un golpe de Estado como el del 36 o como el intento del 81, pero sí podrían condicionar la política nacional con pronunciamientos, no en las plazas, pero sí a través de los medios de comunicación o en las llamadas “redes sociales”. Dada la práctica inviabilidad de un desarme unilateral sería deseable un organismo de defensa europeo que hoy por hoy está todavía muy lejos en opinión de muchos, Luis entre ellos. Como ves también yo me muevo entre la nostalgia del “OTAN NO” y el “será mejor no menear el arroz, aunque se pegue”.

En cuanto al derecho a decidir dice: “Me da escalofríos y no puedo dejar de pensar en lo ocurrido en la guerra de Yugoslavia. Quizá no sea probable que se repita esa tragedia aquí y ahora, pero lo que dejan entrever los corifeos de esa futura Cataluña independiente no es precisamente un modelo de respeto a los derechos de las personas. No sé si soy demasiado simplista al suponer que se encuentran incómodos junto a quienes consideran más pobres que ellos, pero algo de eso hay. El “Espanya ens roba”, además de ser inexacto, es un rechazo frontal a compartir con quienes tienen menos. Así es que promover desde la izquierda esa dichosa consulta es caer en el nacionalismo que de izquierdas no tiene nada. Cuando la izquierda de 1914 se hizo nacionalista, abandonando el “internacionalismo proletario”, Europa estalló en pedazos.”

“Respecto a los Derechos Humanos creo que nunca es una postura progresista mirar hacia otro lado cuando en alguna parte del mundo no se respetan. Es verdad que durante un tiempo esa denuncia era una excusa de Occidente para justificar sus propios atropellos. Acusando a Cuba ocultaban el infierno de Somoza o el de Pinochet o el apartheid, pero lo correcto es denunciar a unos y a otros.”

“Y también me parece un insulto la forma como “Podemos” trata a “Izquierda Unida”. Creo que la historia del partido y ese millón de votos que lo sigue apoyando merecían un poco más de respeto. Un quinto puesto en Madrid… Me duele. Y no por Alberto Garzón, a quien veo demasiado fascinado por Julio Anguita, sino por lo que representa IU”

“Por otra parte, siempre me ha chirriado ese punto nacionalista de EU en la Comunidad Valenciana. Pero esta vez las poses histriónicas del líder de “Podemos” y su concepción de la política como un permanente plató es algo que me repele. Al principio el asunto me hacía gracia. Repetía la música de algo que nos gustaba y que siempre había defendido la izquierda, pero a medida que se ha ido consolidando ha ido añadiendo retales a su discurso según le interesaba espigar votos en uno u otro granero. Antes despreció a IU y sus banderas rojas porque no le era útil; ahora pacta porque es muy goloso ese millón de votos. La utilidad electoral para conseguir el poder. Quizás estoy equivocado, pero creo que a lo que aspira únicamente es a formar un partido “vanguardia” que anule cualquier otro que le pueda hacer la competencia. Así es que me parece que esta vez no me voy a tragar ese sapo. Decía Julián Andúgar que ser marxista es como entrar en religión. Así se lo dijo a mi mujer un día que vino a comer a mi casa. Y desde luego no es necesario tanto, pero de ahí al circo de los de Podemos va mucho trecho. Les tengo mucho más respeto a Llamazares o al nada televisivo Cayo Lara que a quienes andan tan pendientes del marketing”.

Y enlazo esta opinión del poeta Julián Andúgar, que apenas pudo disfrutar unos meses de su condición de Senador del pueblo en las primeras elecciones democráticas, con la de otro amigo(JR) que ha terciado en el debate que, aparte de sesudas consideraciones como ante mi afirmación de que “espero que , aun con tantas discrepancias, la senda general del movimiento vaya en la buena dirección”, decir que le parece “un ejemplo de esperanza inmotivada o, si prefieres, de fe, que, como aprendimos en nuestra infancia, consiste en creer en lo que no se ve. Creo que era Tertuliano el que decía aquello de “credo quia absurdum” (Creo porque es absurdo). Pues eso. Y después añade: “Estás en desacuerdo en casi todo lo importante. Si a eso le añades que la coalición haría una política económica, digamos bolivariana, con los resultados que ya se sabe que produce, pues tú mismo. Con lo cual creo que aparte de la nostalgia del tiempo pasado, no te une casi nada a izquierda unida. De lo poco que te une, supongo, forma parte algo que también me pasa a mí, o sea, que me siento más próximo al tipo humano del militante de IU que a los de los otros partidos. Pero eso no sé si debe contar mucho”. Y además hace una consideración de la que no quiero privar a mis amigos, posibles lectores de estas reflexiones: “Cuando tengo ocasión hago propaganda de un rasgo que contenían las normativas para elegir abad de algunos monasterios medievales. A saber, que no sólo se podía votar a favor de alguien, sino también en contra de alguien, y entonces ese voto se le restaba de los votos a favor. Eso hacía que los aspirantes a abad tuvieran que preocuparse no sólo de tener partidarios, sino también de no tener gente radicalmente en contra. Pues bien, creo que el voto negativo es lo único que tipos como nosotros podrían emitir a gusto ahora. Yo preferiría votar simplemente contra el PP, y que mi voto se le restase y no verme obligado, para participar, a votar a favor de alguien”

Además de todas estas consideraciones me he planteado algunas preguntas.

¿Quién se va a beneficiar del esfuerzo de mi trabajo, de mi (mucho o poco) poder de convicción, de mi presencia como interventor controlando la limpieza de todo el proceso electoral y el escrutinio a lo largo del larguísimo día y en última instancia de mi voto? ¿Va a ser acaso la fuerza política con la que mantengo una compleja relación, de debate, distanciamiento, nostalgia, como si se tratara de un salto en el vacío (por eso algún amigo lo equipara a la fe), la que se va a beneficiar? Porque si fuera ella aún podría tener sentido todo el esfuerzo. Pero no. He estudiado el panorama político de la provincia en la que vivo, Alicante, y nos corresponden 12 diputados para el Congreso. La distribución de los mismos en las pasadas elecciones del 20 de Diciembre fue la siguiente: Partido Popular = 4, Compromís-Podemos = 3, Partido Socialista = 3 y Ciudadanos = 2.

Izquierda Unida tuvo unos 33.000 votos que, unidos a los de sus actuales socios o confluencia, es decir, Compromís-Podemos, podrían, en el mejor de los casos subir a 4 el número de diputados de la coalición. Pero resulta que en el “generoso” acuerdo suscrito por los tres partidos, el primer puesto asignado a Izquierda Unida es el nº 6, es decir, que en ningún caso podría ser elegido diputado el representante de Izquierda Unida.

Eso quiere decir, lisa y llanamente, que mi esfuerzo, mi dedicación, mi poder de convicción, mi presencia en el colegio electoral y mi voto, serían para los tres o cuatro mejor posicionados de la coalición que son de Compromís y de Podemos, grupos o partidos con los que no sólo no tengo pocas coincidencias sino a los que tengo poca o ninguna simpatía, política claro está, por un buen número de razones manifestadas en este ya largo debate.

Y, para concluir el debate, de momento, y con las dudas bastante más despejadas, acabo con la declaración de uno de mis amigos: “Como puedes comprender, no escribo nada de esto con satisfacción sino con gran tristeza. No creo que mi actitud de fondo sea muy diferente de la tuya. Y tampoco yo tengo mucha gente con la que poder hablar con franqueza, sabiendo que me entienden. Un abrazo”

Al menos nos quedan los abrazos.

San Juan, 18 de mayo de 2016.
José Luis Simón Cámara.

2 pensamientos en “El ruedo ibérico. 4. (La duda metódica 2).

  1. Yo no se si votaré a c’s o pasaré de ir a votar. Todavía no lo tengo claro. Votar es un derecho, no una obligación.

Los comentarios están cerrados.