IX Mitat de Mitja Marató de Torrellano (24-Julio-2016)

Esta es una carrera tempranera que va muy bien para el verano, pues empieza a las 9 de la mañana y acaba en poco más de una hora cuando el sol todavía no calienta demasiado. Hacía años que no venía, desde el 2012. En principio, éramos dos y al final hemos sido 8. Se tarda muy poco en llegar a Torrellano, ya sea desde El Campello o desde Alicante. Yo he sido el primero en llegar, sobre las 8 para colocar la pancarta, luego Joel que me ha ayudado y poco a poco han ido apareciendo los demas: J.Antonio, Mark, Ernesto, Jorge, Fernando y Juan José.

IMG_0140La foto hemos hecho. Todos en sus puestos para tomar la salida. La carrera mezcla asfalto y camino, y en el transcurso de la misma no he visto ningún problema. Cada cual hace su carrera particular y todos bien llegados a meta con algún percance sin demasiada importancia como la caida de J.A. Mejías que fue atendido por los sevicios de la organización en meta.

El avituallamiento final fue delicioso y mientras disfrutábamos de cocacola, agua, aquarius, cerveza, sandiía, melón, coca de mollitas, etc., nos refrescábamos del calor con unos dispensadores de agua a ráfagas colocados sobre nosotros. Se estaba muy bien.

Eso es todo amigos, nos vemos el próximo sábado en la subida al Santuario de la Magdalena, que es una de las clásicas en nuestro calendario y que para mi fué mi primera carrera oficial.

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Joel SEN MASC 0:39:55 21 6
Fer VETERANO D 0:42:09 49 9
Jorge L. VETERANO A 0:44:15 77 13
Juan P. VETERANO B 0:44:43 86 17
Ernesto VETERANO C 0:48:22 139 18
J.Ant. Mejías VETERANO B 0:49:38 157 29
José Ginés VETERANO D 0:51:57 193 38
Mark VETERANO D 0:56:14 278 57

El ruedo ibérico. 8.

Tauromaquia

Si yo fuera un toro no tengo muy claro qué preferiría1, si vivir encerrado en una granja, alimentado de pienso y paja, moviéndome en unos metros cuadrados y pisando continuamente el estiércol de mis deposiciones o si vivir libre en una dehesa de amplios horizontes, sesteando bajo las encinas y bebiendo agua en los embalses.

Porque el final lo tengo claro.

Cuando mi peso y envergadura alcancen la medida adecuada para el mayor beneficio de mi amo, se acabará la historia.

O bien seré trasladado como la mayoría al matadero y allí acabará conmigo un pistoletazo en la nuca. A partir de ese momento seré fileteado y, entre brindis, unos dientes que muy bien podrían ser de tiburón, qué más da ya, darán cuenta de esa carne celebrada por expertos en el arte culinario.

O me sacarán de la dehesa, eso sí, en un cajón para mí solo, no vaya a malherirme, y me trasladarán a los patios de una plaza, donde comenzaré a oír no ya el canto de la urraca que aletea por el prado, sino el vocerío de la gente que echando humo y empinándose la bota, se prepara para verme en el ruedo donde ahí sí, hundiré la rodilla en el suelo, ya con el lomo ensangrentado, habiendo quizá levantado hacia las estrellas al multicolor arlequín que me burla con su esbelta figura y su trapo. Ya sé que es el fin, pero aún puedo oler las tripas de un caballo y en algún caso afilarme los cuernos en el fino terciopelo del torero.

Nadie podrá quitarme las noches de luna en el prado mirando las estrellas, abrevando en el riachuelo o saltando a los cuartos traseros de aquella vaca que días atrás me miró con insistencia bajo la carrasca de la loma más alta.

Yo sé muy bien cuál es mi final. Vaya con el cuerno limpio o ensangrentado.

Si yo fuera un hombre quizá me costara entender los razonamientos que llevan a los toreros –frágiles y ligeras estructuras- a ponerse delante de un animal que multiplica por diez su envergadura y que posee en su cornamenta la capacidad para agujerearlos por donde los alcance y para levantarlos por los aires y hacerlos girar como una marioneta. Pero tampoco entendería que sus colegas, incluso aquellos a los que despertamos pena, se alegraran de que murieran corneados los toreros cuando su suerte no iba en ningún caso a cambiar la nuestra, que era morir en la plaza o en el matadero y no sé por qué en un caso con más dignidad que en el otro.

¿Es acaso más noble una descarga eléctrica sujeto a un potro e inmovilizado que el estoque en medio de la plaza?

¿Es acaso más elegante el carnicero con su mandil que el torero con su traje de luces?

Nunca he asistido a una corrida de toros. Quizá nunca asista. Pero si los animales racionales que dicen defender a los irracionales se siguen comportando como en estos días de la muerte del joven torero Barrio, quizá consigan que pase al bando de los defensores de las corridas de toros porque si me parece comprensible el rechazo de estos espectáculos me parece abominable alegrarse de la muerte del torero y burlarse de su entorno.

Porque, vamos a poner las cosas en su sitio. Que la lucha entre torero y toro sea igual o desigual habría que preguntárselo no solo al toro que cada tarde muere en la corrida, también a la lista de toreros que han muertos corneados por el toro. Siempre es superior la posibilidad de defenderse en la plaza que en el matadero. No se sabe de ningún matarife corneado.

Cuando el torero burla el envite de los cuernos que acarician la capa y esa imagen se queda plasmada en la retina –quizá sea la estampa más hermosa de la fiesta—un sombrío silencio recorre la plaza, pero ver al toro que se sabe vecino de la muerte, buscar el cobijo de la orilla, regando de sangre y de baba, casi como un niño, la arena, bajo el acero que penetra por su lomo, a quién satisface..

No sé qué es más trágico en el supremo momento de la muerte, si el murmullo y el aplauso de la plaza precedidos del silencio de la incertidumbre o el metálico y pautado sonido de la máquina anónima en la sala vecina del despiece.

Todo esto, lo sé, son consideraciones mezcladas y confusas.

Pero de ahí a alegrarse de la muerte del torero, de ahí a bailar sobre su tumba, de ahí a desear que la cornada alcanzara hasta sus padres… tanto veneno deja de ser humano y rezuma odio a la especie en lugar de amor a los animales.

Y me cuesta creer en el amor a los animales de quienes odian a sus congéneres.

Y llego a pensar si ese pretendido amor a los animales no es más que una forma amable de mostrar su odio a los humanos.

San Juan, 19 de julio de 2016
José Luis Simón Cámara

1 Frase dicha por Concha Seco mientras paseábamos por el pueblo.

Galería de personajes. 22.

Hacía ya tiempo que lo echaba de menos. Y la verdad es que había sentido cierto alivio con su ausencia. La presencia de alguien siempre con la mano tendida en la puerta de un supermercado u ocupando parte de la acera por la que pasas con frecuencia acaba por convertirse si no en agobiante o molesta, al menos en incómoda. Es como si alguien estuviera, aunque no diga nada, echándote en cara que vives mejor que él y que además o lo reconoces echándole unas monedas en la mano o en una cestita apoyada en el suelo o ni siquiera lo reconoces y pasas olímpicamente de él. Digo de él porque lo más frecuente es que se trate de un varón entre los 30 y los 50 años, aunque a veces los he visto acompañados de una mujer de una edad más indiferenciada y casi siempre sin dientes. Hasta tal punto se apropian de un lugar, hay quienes aseguran que las mafias les asignan el sitio, que normalmente suele encontrarse el mismo en el mismo lugar. Pasado un tiempo acaba por resultarte familiar. Y no es la primera vez que he visto a algunos de los que pasan a su lado pararse y entablar, aunque breve, conversación. Del tipo de “dónde estabas, hacía tiempo que no te veía, me preguntaba se te habría pasado algo, ah, que estabas visitando a tu familia”, porque, claro, también los pobres tienen sus cosas que hacer. Quizá más aún que los ricos o, digamos, la clase media, porque los ricos ricos casi no suelen pasear por la calle o ir a comprar al supermercado, ellos suelen ir con sus despampanantes señoras y en sus aparatosos coches para que se note que son ricos de verdad. ¿Cómo va un rico a mezclarse con el resto de humanos en la cola para comprar un kilo de tomates o patatas? Pues solo faltaba eso, no hombre, no, de eso nada. Pues como iba diciendo, el otro día y después de varias semanas, volví a ver al habitual de la entrada a un supermercado. Y, claro, cuando nos cruzamos, prefiero que esté con otro cliente que se para a saludarlo o que esté ocupado recogiendo y ordenando los carritos de compra, razón, creo, por la que los toleran en la puerta de los supermercados, porque tampoco a ellos les hace mucha gracia tenerlos como moscones espantando a los clientes, y además porque afortunadamente el espacio público es para uso de todos y nadie les puede prohibir que lo ocupen a su aire.

En esta ocasión me encontré solo frente a él que, con su característica e interesada amabilidad, se abalanzó hacia mí con la mano tendida hacia la mía que, inevitablemente, hube de ofrecerle mientras intentaba esbozar una sonrisa pretendiendo que no pareciera forzada, aunque dudo que a él, experto callejero en relaciones humanas, se le escapara el matiz. Me vi obligado a preguntarle qué tal, cómo había estado tanto tiempo ausente. Y lo sorprendente no era que yo le hiciera estas preguntas, estaba dentro de la lógica de una conversación superficial entre personas que solo se conocen de eso, de verse ocasionalmente en la calle. Lo sorprendente fueron sus respuestas.

–Sí, es verdad, hubiera querido volver antes pero se me han pasado los días volando. Uno tiene sus obligaciones, además que el estrés del trabajo… No es que dé para mucho pero con los pequeños ahorros que voy haciendo puedo permitirme pasar unos días en alguna playa del norte porque las de aquí están abarrotadas y además hace mucho calor. Eso sí, aunque están muy disputados, siempre tiene uno algún colega que me reserva su sitio en algún supermercado del norte. Yo, hombre, no soy ni tan afortunado ni tan desgraciado como Houellebecq, que tiene un apartamento en Almería y la cara de alimentarse de los desperdicios de las basuras, pero para ir tirando no me falta, y, a pesar de todo, no me puedo quejar.

San Juan, 6 de julio de 2016.
José Luis Simón Cámara.

Emocionante Trail de Bronchales TDB 43K (3-Julio-2016)

43 kilómetros no son nada. Ya nadie presume de maratones. Pero, qué le vamos a hacer, a mí todo lo que vaya entre los 30 y 65 km me gusta y se me ajusta bien al cuerpo. Es esa sensación de darlo todo, incluido el punto masoquista de sufrir y la gloria divina que se siente al darse una buena ducha el mismo día… Eso tiene precio…

El TDB era una de las carreras que tenía claro desde principios de año que iba hacer. Había estado en estos mismos montes de la Sierra de Albarracín (Teruel) hace muchísimos años y podría volver a pasear corriendo por “el pinar más denso de Europa”.

Esta carrera está hecha de tres ingredientes principales: 1. el cariño de toda la gente de Bronchales y Noguera, que miman hasta lo indecible a todos los visitantes (prácticamente todos llegados de la provincia de Valencia). 2. La implicación de un montón de personas y negocios locales dispuestos a trabajar más horas de las que nos pensamos para que el fin de semana fuera inolvidable. 3. El entorno natural con que cuentan y que merece la pena ser conocido y disfrutado.

La Organización había preparado otras varias carreras (10K, 20K, 24K) para ese día, que compartían parte del recorrido y de las cumbres de la carrera más larga. Con 43K y 2.000 m acumulados de desnivel positivo, la carrera no debería llevarme más de 6 horas. Pero no contaba con el calor de ese día. Unas temperaturas inusualmente altas, según comentaban los del lugar, me convencieron para tomar precauciones adicionales a las habituales. Bebería agua de forma calculada (no solo por sensaciones) y cada hora ingeriría una cantidad pequeña de sal para combatir los efectos de mi excesiva sudoración cuando corro.

Estas dos cosas las decidí durante la charla técnica del sábado por la tarde, donde una nutricionista y un médico nos dieron valiosísimos consejos para afrontar esta y cualquier otra carrera de larga distancia. También me encontré con Gloria Fuller y su hermana, que me insistieron mucho en ingerir sales, sobre todo Mg. Yo, como no tengo costumbre de ingerir estas cosas y hace tres años justos que no ingiero ni una gota de isotónico ni de geles, me eché esta vez en una bolsita plástica un poco de la sal de mesa (NaCl) que me había llevado al camping para aderezar el tomate de la cena.

20160703_164606Tomé la salida con bastante tranquilidad, fiel a mi estilo. Cada vez soy de menos agobios y al final uno queda donde las piernas ese día te permiten estar, como bien demuestra el haber visto prácticamente las mismas caras (y culos) durante gran parte del recorrido.

Los avituallamientos estaban bien surtidos y planificados. Siete en total, cada uno con los alimentos claves que la nutricionista de la carrera había estipulado. Un lujo contar con este detalle pues todo me pareció rico, sano y nutricionalmente perfecto para cada etapa de la carrera.

Entro otros, alcanzamos los dos picos más altos de estos montes: el Caimodorro y por último la Sierra Alta tras una penosa subida con la mayor diferencia de desnivel de toda la carrera. Pero el tramo que realmente me hizo agonizar fueron los “supuestamente” últimos 5 km, desde Sierra Alta hasta la menta en la plaza de la Fuente en Bronchales. Y digo lo de supuestamente, porque para mí que eran al menos 3 km más de lo marcado. No es que en total hiciéramos 46 km, pero sí ha sido como que las marcas de km anteriores estuvieran desplazadas y esa diferencia se corregía todo al final. Esto lo comenté en meta con un par de corredores que sí llevaban GPS y al parecer ha sido así, pero no lo he confirmado de manera irrefutable.

20160703_164513Además, el perfil escondía una subida hasta el camping Las Corralizas que era mucho más larga y empinada de lo que mostraba el perfil dibujado en el dorsal. Yo, que conocía el camping pues es donde nos hemos alojado este fin de semana, no salía de mi asombro cuando hemos tenido que rodearlo y atravesarlo. Sí, es el camping a más altitud de España (1.720 msnm), pero el domingo me pareció también el más grande del mundo.

20160703_172941-01Fue a 2 km de meta donde me vine abajo. Hacía ya más de media hora que me habían dicho aquello de “te queda 1,5 km”. Así varias veces. Y a mi mente y a mis piernas les costó mucho readaptarse al esfuerzo adicional que no me esperaba a esas alturas. Cuando vi que ser sub-6H ya no iba a poder ser, me sentí un poco engañada. Había hecho hasta entonces una buena carrera, con mucha cabeza a pesar de que el calor no es lo mío y no me había dado por vencida en ningún momento, siempre positiva y remontando. Hasta 2 km antes de meta en que las ganas de llorar pudieron conmigo.

Finalmente llegué a meta sprintando los últimos metros. Mucha animación y bonitos regalos además de los que ya nos habían dado el sábado al recoger los dorsales. Luis y Roma felices y contentos de verme. El verles tan felices y las dos cervezas con que me homenajeé en meta me hicieron olvidar el gusto amargo de los minutos de más que tardé.

Ahora me tomaré un breve descanso estival y me prepararé para mi próxima aventura, que será nocturna, muy probablemente.

 

Notas con algunas reflexiones:

Esta carrera quedaría mejor en mayo o en septiembre. O un julio de otro año más benévolo.

El camping que cito más arriba es el alojamiento perfecto. Si se quiere descansar, allí la paz es envidiable, sobre todo si se quiere descansar la noche antes de la carrera, que en el pueblo más abajo había fiesta con batucada. Además, a los corredores no nos imponían hora de desalojo y podíamos ducharnos a la hora que acabáramos. Los trabajadores del camping son realmente encantadores y cuando pasé corriendo por el tramo que lo atraviesa, me animaron como si hubieran sido de mi familia.

Información de la carrera de 43K (también hay de 10K, 20K y 24K).

Gran Trail Peñalara (24-Junio-2016)

Rompiendo tradiciones, esta noche de 24 de junio en la que acostumbro deleitarme con la tradicional “cremà” de las Hogueras de San Juan iba a tomar un cariz distinto.

IMG_1815Y es que a finales del año pasado, aprovechando el tirón de los turrones, decidimos embarcarnos en una nueva aventura: el Gran Trail de Peñalara, un Ultra de 120 km y más de +D5500 que recorre el parque nacional de Guadarrama.

Con el permiso de Nacho (ausente por su recién estrenada condición de padre pero presente en cada paso), los dos Carlos (Ramos y Amorós) y un servidor estábamos a las 23:30 en la plaza del pueblo de Navacerrada con ganas de pasar un día en el monte y de aprovechar las oportunidades que ofrece la Sierra madrileña. Últimos trámites pre carrera, últimos abrazos, mente meditativa para agradecer lo que estamos a punto de vivir y… pistoletazo de salida. Vamos coño!

Con mucho respeto por pasar mi primera noche en carrera (tengo sensación de que son las 5 de la mañana) pero con una emoción insuperable, encaramos la subida a la maliciosa. Esto es la ostia… el cielo estrellado y la luna semillena a la que pudimos saludar en la cima se convirtieron en ese tipo de sensaciones que se quedan para siempre.

IMG_1823Poco a poco y tras sufrir un pequeño tropiezo gracias a mi técnica de pato en bajada, nos encontramos rellenando bidones en el primer avituallamiento. Cruzamos la pedriza con el reflejo de nuestros frontales y sin darnos cuenta los pajaritos nos anuncian la llegada del amanecer justo en la cima de la morcuera, impresionante! Que pasada de noche! Ya llevamos unos 40 km y nos encontramos muuuy bien, la noche ha sido una gozada y nos ha llenado de energía positiva.

Bajada rápida e intensa de unos 17 km y llegamos a Rascafría a eso de las 8 de la mañana donde puedo “desayunar” el primer montadito de jamón con tomate preparado por mamá que me da la vida y me acerca a los míos, gracias!

2016-06-24-gran-trail-pe-alara-2016-laguna-de-los-pajaros-gran-trail-pe-alara-2016-2182348-40749-13-lowParece que aquí, en el km 55 y tras haber disfrutado de la noche, es donde empieza la carrera. Salimos renovados y con fuerzas para enfrentarnos a 17 km continuos de subida. Paso a paso, metro a metro, nos calzamos los primeros 9 km hasta el reventón, donde podemos compartir risas y miedos con la gente del avituallamiento. Con las piernas tocadas, tiramos hacia Peñalara, cumbre de la carrera tanto por su belleza como por su dureza.

Subimos por el risco de los claveles, un canchal de piedras que probablemente haya dejado algún ser superior jugando al último nivel del tetris… Lorenzo hace de las suyas y el calor empieza hacerse infumable pero no queda otra, esto es lo que nos gusta, asique piedra a piedra y no sin esfuerzo coronamos Peñalara cumpliendo casi 14 horas de carrera.

IMG_1855Ahora toca bajar (que no es cuestión baladí) y como ya nos habían aconsejado, intentar llegar enteros a la Granja, avituallamiento principal asentado en el km 81 donde estarían esperándonos nuestros pacers. Llevamos 15h42min de carrera. Amorós llega muy tocado de la rodilla y tiene que retirarse para evitar males mayores, ha sido un placer amigo, estás muy fuerte, seguro que pronto repetiremos!

Comemos un poco de pasta y en poco Carlos y yo salimos a disfrutar del “último” tramo de la carrera sonando Siniestro Total de fondo. Marcan 33 grados y son las 15:30, ¿solución? Sigo el consejo del pez (gracias!) y me pego un bañito en las pozas en las que hace siglos hacía lo propio Carlos III. Que gustazo! Vida en vena, supongo que estos momentos, los que nos llevan a la esencia, son los que hacen que todo tenga sentido.

2016-06-24-gran-trail-pe-alara-2016-la-maliciosa-gran-trail-pe-alara-2016-2182348-40745-443-lowA trote cochinero y superando una dura subida (a partir de 100 km toda inclinación se hace pared) empezamos los 5 km del infierno: el camino Schmid. Un sendero aparentemente muy fácil en el que se escondía el mazo para darme bien fuerte. Entro en un bucle de mareo absoluto, sueño, crisis existencial y fuerzas a ras de suelo. Pero poco a poco y gracias al instinto básico de “tirar p’alante” y a la fuerza de la pinza, me centro en mi pisada y en el continuo tic tac de los bastones de Carlos para al final conseguir salir del barro.

El mareo me pide arrasar en el último avituallamiento: 6 vasos de coca cola (el único fallo de la organización es que no haya cerveza en los avituallamientos), un montao de jamón, naranjas, sandía y chucherías, la glucosa ha vuelto a mi!

2016-06-24-gran-trail-pe-alara-2016-meta-gtp-y-tp-desde-17h31-gran-trail-pe-alara-2016-2182348-40748-1503-lowÚltimos 9 km, ya recuperado nos encontramos casi como si acabáramos de empezar, llenos de fuerza, llenos de ganas, llenos de vida, que subidón!. Sin querer evitarlo, apretamos y disfrutamos de la última bajada hasta llegar al pueblo donde ya se huele la meta. Cogemos a Teo y en 22 horas 8 minutos concluimos nuestro particular periplo.

Ha sido impresionante, doy gracias por poder disfrutar de estos “pequeños momentos” que me permiten saber qué es lo realmente importante.

Gracias a Carlos por ayudarme a superar en primera persona las crisis de todo ultra, gracias a los firmantes de la pinza, sólo vosotros sabéis el sentido que esto tiene para mí, gracias papa por apoyarnos in situ en cada reto y por consolidarte como el mejor pacer que uno puede tener y como no, gracias mama por enseñarme a ser quien/como soy.

Esta carrera se la dedicamos a Marta, estés donde estés, sentimos tus fuerzas en cada piedra que pisábamos. Gracias por vigilarnos en todo momento.

Ante la clásica pregunta de cuál será el próximo reto: seguir disfrutando de lo que hago.
Carpe Diem.

P.D. Las 5 finguers dieron resultado (todos me preguntaban cómo podía correr con esas “zapas”) y ya puedo considerarme como un minimalista consolidado, cada vez más cerca del suelo y sintiendo cada paso del camino.

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Carlos R. Veterano A 22:08:45 196 94
Borja Absoluta 22:08:50 197 79

Total finisher: 345, Total retirados: 144