Por los pelos

No hay por dónde cogerlo. Habrá que cogerlo por los pelos. Suelo pasar de su diarrea verbal, ignorarlo. A veces, como ahora, me resulta imposible. Sus últimas declaraciones comparando la situación de Puigdemont con la de los exiliados republicanos de la guerra civil me chirría tanto que empiezo a plantearme si habrá cursado estudios, no ya superiores en alguna universidad bananera, sino ni siquiera los clásicos estudios de bachiller que cursaron gentes como el bachiller Fernando de Rojas o Don Miguel de Cervantes o más recientemente aún Don Antonio Machado, aunque mucho me temo que no estuviera incluido en sus programas el poeta sevillano. No voy a enumerar aquí la interminable serie de “perlas” conocidas del Señor Iglesias. No merece tanta atención. Desgranaré algunas. Desde el origen de su movimiento, el 15 M, al frente del cual supo colocarse hasta dirigirlo, domarlo y alcanzar, primero el Parlamento Europeo, y después el Español. Creó, es cierto, grandes esperanzas entre sectores de la población cansados de los políticos tradicionales, los que él llamaba “la casta”. Cuando las prebendas les cegaron los ojos comenzaron las disensiones, enfrentamientos, disputas, celos, que acabaron en expulsiones fulminantes justificadas bajo razonamientos de traición, de engaño o de pérdida de confianza. Si era conveniente convocar una asamblea para corroborar la decisión del jefe, pues asamblea. Durante años ése ha sido el democrático funcionamiento del fiel equipo directivo mientras duraba la fidelidad.

Llegó la época de los “escraches”, palabra nueva, acoso a personajes de la política a los que se hacía responsables de políticas contra las que ellos luchaban. Llegaron a acosar no ya en los ministerios donde esos políticos ejercían su función sino incluso en sus domicilios particulares sin respetar la presencia de niños pequeños.

Criticaron a ministros que vivían en pisos excesivamente lujosos, pagados con fondos públicos o incluso privados. Luego se supo, todo se acaba sabiendo, que él y su exitosa esposa, último de los ligues dentro ya de la casta, cansados de vivir en el aceitoso barrio de Vallecas donde conocían al panadero y al bodeguero, pidieron un préstamo para comprarse una casita algo retirada del bullicio de aquel barrio popular en el que se ufanaba de vivir. Todo para tranquilidad de sus hijos. Pero resulta que los medios se enteraron de que no se trataba de un préstamo cualquiera. La cantidad no es lo de menos pero tampoco es lo más importante. El lugar resultó ser uno de los calificados como inalcanzables para el común de los mortales. Pero todo no acabó ahí. Algunas de aquellas personas que le habían seguido los pasos comenzaron a imitarlo y se les ocurrió hacerle a él, que les había enseñado, escraches en las proximidades de su casa. Él, entonces, sintiendo pisoteados derechos tantas veces pisoteados por él, montó en cólera y pidió ayuda a las fuerzas represoras del Estado para que lo libraran de aquella canalla. Después de muchos avatares nos encontramos con que desde hace unos meses su grupo apoya al Gobierno actual del que forma parte, nada menos que como vicepresidente segundo. Y llegamos a sus últimos y sorprendentes oráculos crípticos sin temblarle la jeta ni la coleta. ¿Hasta cuándo va a tolerar el presidente del Gobierno, el único que reivindicó en suelo francés y ante la tumba de uno de los más eximios representantes del exilio español, Antonio Machado, a ese payaso inculto, miserable, capaz de comparar ese exilio sagrado con la huida de uno de los últimos cobardes y traidores fugados de la justicia de un estado democrático y refugiado en las cancillerías europeas que a lo largo de la historia han litigado contra los intereses de España, ese país abominable y opresor para ellos?

Llegará un día en que caerá el velo de la hipnosis, mantenido durante un tiempo en que mucha gente sentía necesidad de escuchar esas melodías que creía sinceras y no eran más que cantos de sirena, mentiras arteramente urdidas para engañar al pueblo llano.

Forastero, has pisado el lugar sagrado de los muertos intocables, lo has emponzoñado mezclándolo con el de vulgares cobardes y traidores. Y eso tendrá un precio.

Mientras tanto, ¿Cuándo llegará el momento en que la cordura aparezca en los dos grandes partidos democráticos y, abandonando miopes intereses partidistas, muestren su generosidad permitiendo con su apoyo limitado el gobierno del más votado de los dos y condenando al ostracismo a esas voces chillonas que desde hace tiempo dirigen el cotarro? Ese día empezarán a ponerse las cosas en su sitio.

San Juan, 21 de Enero de 2021
José Luis Simón Cámara.