A todos nos ha ocurrido alguna vez, y es muy probable que en más de una ocasión. Sin embargo, a pesar de lo sorprendente del suceso, nunca constituye tema de conversación entre familiares, amigos o compañeros de trabajo. Ni siquiera se conoce denuncia alguna al respecto. Pero el hecho es ¿dónde diantre se meten los calcetines que misteriosamente desaparecen después de haberlos echado a lavar, dejando solos a sus pares?.
Se sabe que en cuanto se descubre la ausencia, en el momento de poner la colada a secar, se mira en el tambor de la lavadora por si hubiera quedado en su fondo. Revisión infructuosa. No sólo no está sino que el cilindro rotatorio no presenta ningún resquicio por el que pudiera haberse escabullido la prenda. Lo que se suele hacer a continuación es rastrear el corto trayecto entre la máquina y el cesto de la ropa sucia, quizás se cayó durante su traslado. Comprobación inútil. Por último se ojea minuciosamente el cesto de mimbre, incluso en el reverso de su tapadera, ante la posibilidad de que se hubiera enganchado en alguna de las hebras. Tampoco nada.
Sin más pesquisas que realizar se guarda el calcetín sobreviviente en espera de que en cualquier momento aparezca su pareja. No hay noticias de que esto haya ocurrido jamás.
Ante la evidencia empírica del extraño suceso, se constituyó un grupo multidisciplinar de científicos, en el que había desde físicos nucleares hasta parasicólogos, para investigar sobre el asunto. Lo primero que hicieron fue tratar de dimensionar geográficamente la magnitud del fenómeno y aunque estimaron que su alcance era mundial, detectaron determinados países de Asia y África en que la incidencia era muy baja. También es cierto, como poco después descubrieron, que en esos mismos países no se usan mucho las lavadoras y que sus habitantes suelen andar descalzos todo el día.
Hoy, tres años después del inicio de sus trabajos, el grupo de investigadores ha presentado sus primeras conclusiones, y son estas: los calcetines son seres (no se pronuncian sobre si vivos o en letargo) y como tales con sentimientos. Estos seres son los únicos a los que el sistema condena desde su nacimiento a compartir toda su vida con una misma pareja e idéntica a sí mismo. “Obsérvese que ni siquiera en la especie humana se impone tal exigencia a los hermanos siameses, para los que se buscan intervenciones quirúrgicas que los independicen” dijo el Director del equipo científico, añadiendo que “sólo calcetines con complejo de Narciso pueden sobrellevar la situación al comportarse como si llevaran siempre un espejo al lado”.
Naturalmente, concluyen los investigadores, calcetines sin ese complejo y con marcada personalidad, sienten la frustración de una identidad compartida y de un destino desilusionante y, antes de caer en la depresión, optan por la huída hacia la búsqueda de la diversidad, del conocimiento de otros calcetines más altos o más cortos, de otros colores, de otros dibujos, de otras texturas, …. Los científicos mantienen la teoría de que existe la Gran Ciudad de los Calcetines en la que se refugian todos los que han conseguido desertar de su destino. Ahora trabajan en averiguar la localización de esa gran ciudad y el modo en que consiguen llegar a ella.
La investigación continúa.
Rafael Olivares
varios de los calcetines que moran en la Gran Ciudad de los Calcetines, son mios,…altos,bajos,con la curva del juanete,etc,….
Emocionado, no he podido contener las lagrimas al recordar a los seis “individuos” que desechamos el año pasado, hartos de deambular de rincón en rincón. Tengo otros tres sueltos en el puf de los “singles” de mi dormitorio….tienen los días contados. Que sean felices….donde quiera que estén. Ellos no volverán a compartir aquella frase pronunciada por un ilustre calcetín en la Edad Media….”a sus pies majestad”.