Retazos. 17.

Me acercaba esta mañana al bar donde suelo tomar café y he visto desde lejos a una señora moviéndose con el teléfono en la mejilla. Era la primera vez que la veía. Ya en el bar me sitúo al fondo de la barra. A mi izquierda hay un caballero calvo con traje, zapatos de cuero brillante, tomándose una tostada con tomate y una gran botella de coca-cola. Mientras ojeo el periódico y me tomo el café observo el movimiento del personal. Entra la señora de la calle y la veo más de cerca. Zapatos de tacón alto, desmesuradamente puntiagudos que dejan ver casi enteros los huesudos y sensuales dedos de la finura de su talón de Aquiles, provocadoramente desnudo. Sigue con el teléfono en su estilizada mano y pide un café. En el lugar que parecía haber ocupado estaban los restos de otro.

— Esta mujer no tiene fin con los cafés.

Dice el caballero calvo al que ella se ha aproximado. Los vasos de sus consumiciones están juntos en la barra. Ella se acerca y aleja de la barra y su acompañante con ese vaivén impreciso del que se desplaza sin rumbo mientras habla por el móvil. El barman interviene:

— Yo también me tomo 6 ó 7 al día.

El señor calvo comienza ahora a hablar por el móvil mientras se aleja de su posición en la barra empezando el mismo juego de la dama pero en distinta dirección a la de ella.

— Hola, sí, quería hablar contigo para preguntarte dónde os envío las dos cajas de nísperos. Sí, una para ti y otra para él. Ya, ya sé que no es necesario, lo hago por gusto. Además, ya están preparadas.

Mientras camina le hace señal al camarero para que le deje una hoja y un lápiz.

— Sí, no te preocupes, tengo el gusto de que probéis los productos de mi tierra, pero tienes que decirme la dirección a la que los envío porque no creo que deba enviarlos al Congreso.

El camarero le tiende una hoja en blanco y un bolígrafo.

— Dime, por favor, la dirección. Bueno, o ¿me la envías mejor por wasap? ¿Si? Vale. Muchas gracias, Carmen. Hasta la vista.

Se aproxima nuevamente a la barra y pide la cuenta.

— 5.80 Euros.

— ¿Ha incluido el último café de la señora?

— Sí, está todo pagado.

Ambos, señora y caballero, se alejan, ella caminando como con desgana, despidiéndose y dejando a su paso un halo de elegancia por la estancia más bien acostumbrada a ropajes y pasos desaliñados, a rostros cuyo aliento huele a wisky, a coñac, a anís del mono.

Picado por la curiosidad asomo la cabeza por las cristaleras junto a las que voy a dejar el periódico y veo, ya camino de Muchamiel, a un chófer con uniforme sacando brillo a un coche. Al llegar la pareja a su altura abre las puertas traseras del vehículo y, haciendo una leve inclinación al paso de la señora, las cierra, primero la de la señora y con bastante agilidad la del caballero, sube él al asiento delantero y, sin apenas ruido, desaparece en el primer cruce a la derecha de la carretera y ya no puedo suponer siquiera cuál es la dirección que toman.

San Juan, 4 de mayo de 2017
José Luis Simón Cámara.

Retazos. 16.

Nunca alejado de la vida y la obra de Miguel Hernández por razones poéticas, políticas, biográficas y vitales, he vuelto estos días a pasear por esa ciudad que desde mi casi infancia he contemplado desde arriba, desde lo alto de la sierra, desde el Seminario de San Miguel o balcón de la vega, cuya vista alcanza hasta el mar. Desde allí se puede seguir con la vista o en su defecto con la imaginación el curso del río desde cuando pasa por las proximidades de la catedral de Murcia, a lo lejos emergiendo de los vapores del río y la ciudad, hasta la torre de Guardamar, hecha por los americanos que trajeron a miembros de una tribu india libre de vértigo, ambas visibles desde esta atalaya. Entre una y otra ese hábitat casi único en la geografía humana en el que apenas hay extensión sin casas, desperdigadas por la huerta entre los muchos núcleos urbanos dispersos y ajenos a fronteras difuminadas a lo largo del río.

En aquella época, eran los años 50-60, bajábamos del monte a la ciudad, de paseo, en filas de dos, uniformados con la sotana, la beca blanca doblada sobre el pecho con el corazón sangrante prendido de su blancura y el bonete puntiagudo rematado con la borla azul en la cresta. La gente nos miraba pasar ya como parte del paisaje y nosotros, sangre en ebullición, andábamos ansiosos por llegar a las orillas del río, ya a las afueras de la ciudad, para quitarnos todos los arreos, sotana, beca y bonete, y ya libres de aquellas ataduras, corretear entre las cañas, subirnos a los sauces, doblar los mimbres, saltar de rama en rama y desfogar nuestra energía, aprisionada por la disciplina de todos los días en aquella capilla sin alegría, en los refectorios silenciosos, donde un buen rato al menos, teníamos que escuchar la monótona lectura de “La imitación de Cristo y menosprecio del mundo” de Tomás de Kempis, o al medio día algún relato sobre “Las montañas rocosas”, esto algo menos aburrido, mientras echábamos por entre los huecos del basto pavimento cucharadas de aquella sopa que hacía asomarse a las ratas para devorarla.

Los días de viento utilizábamos los guardapolvos como paracaídas y emprendíamos carreras aprovechando los declives del terreno y el fuerte viento que casi nos hacía levitar, bastante ligeras las carnes en aquella época juvenil.

Quizá fuera los jueves cuando hacíamos ejercicio, consistente a veces en fútbol o balón cesto, otras en gimnasia con el Sr. Villagrasa, un entrenador ya mayor para nosotros, moreno, con el pelo negro siempre brillante y pegado al cuero cabelludo, sin despeinarse en ningún momento. Otros jugaban al frontón con pala o a mano.

Siempre nos llamaba la atención observar la mano de don Juan Martínez o de Don Jesús Imaz, ambos aficionados al frontón y con los dedos meñiques de la mano medio deformados de los golpes a la pelota. Uno de Burgos y el segundo vasco. Y era los jueves, después del ejercicio y la ducha cuando, exhaustos, nos sentábamos en una amplia sala donde nos hacían escuchar música clásica. Era el momento ideal para que aquella sinfonía de sonidos penetrara plácidamente en aquellos jóvenes cuerpos cansados como semilla en tierra preparada para acogerla en su seno.

Un día unos compañeros mayores que nosotros pretendían echarnos del frontón donde ya estábamos jugando y pasó por allí justamente el Señor Rector, Don Juan Martínez. Se lo dijimos a él, que se limitó a decir: “Prior tempore, potior jure”. Nos quedamos perplejos pero los mayores lo habían entendido muy bien y abandonaron el frontón dejándonos a nosotros continuar el juego.

San Juan, 13 de mayo de 2017.
José Luis Simón Cámara.

Ronda dels cims – Andorra (14-Julio-2017)

Esta carrera era muy especial para mí, una de las razones es que la preparé yo solo y la haría acompañado de Jorge.

Nos alquilamos una furgoneta Camper para irnos Rosa y yo una semana antes y hacer algún pico por allí, al final acabamos haciendo tres picos, una vía ferrata y un barranco de agua.

La carrera son 170 km y 13500 m de desnivel positivo, yo había hecho hasta 10000 m de desnivel, así que, a ver como se me daba, estaba bastante motivado y estaba deseando que empezara la carrera.

Salimos el viernes a las 7h desde Ordino, allí me encontré con Jorge, mi compañero de carrera, mucho ambiente, una batucada, etc. el día transcurrió bien, subiendo y bajando picos, hasta subir al pico del Coma Pedrosa 2900 m, hacía buen tiempo, a veces nublado, hasta que llegamos a la primera base de vida, de noche, muy bien equipada, con camas, podólogo y masajista, y como no, Rosa esperándonos para darnos ánimo y facilitarnos las cosas, allí nos duchamos, nos cambiamos de ropa, visita al masajista y al podólogo, comimos bien y salimos.

Amaneció el sábado llegando al próximo avituallamiento, a Jorge no le funcionaba bien el coco y decidimos dormir media hora a ver si nos aclarábamos las ideas, y nos fue muy bien, salimos como balas hacia el próximo avituallamiento, por la tarde empezó a llover y a hacer mucho viento y eso acabo con el ánimo de Jorge que se retiró en el km 100, yo me encontraba muy bien y decidí seguir solo bajo la tormenta hasta que a media tarde paró y salió el sol, luego hubo tormenta eléctrica y granizo, pero bien, mi meta era llegar a la segunda base de vida, Pas de la casa, de día, y lo conseguí, la misma rutina, masaje, podólogo, etc. y allí estaba Rosa preparada para que lo tuviera todo al momento. Salí ya de noche, yo solo, más tarde se vino conmigo un italiano que acabó la carrera conmigo, lo mismo, toda la noche subiendo y bajando hasta que amaneció el domingo a 12 km de meta, estos últimos los peores, ya que nos metieron por asfalto, grupos de casas, etc. hasta que, después de 50:45h llegamos a meta, enteros, solo me dolían las plantas de los pies.

Los avituallamientos perfectos, mucha comida, sanitarios, etc. y en las bases de vida, masajista, podólogo y duchas. Los voluntarios, espectacular.

Una carrera muy apasionante y bonita, me lo pasé muy bien.

Me quedo con el convencimiento que hice unos entrenamientos muy buenos para este tipo de carreras que me han llevado a encontrarme muy bien durante toda la carrera, sin duda volveré, quizás la prueba llamada EUFORIA … no sé.

Y, sobre todo, gracias a Rosa, sin ella no creo que hubiera acabado la carrera, también a una llamada de teléfono de mi hijo … y a todos los mensajes de apoyo del grupo de WhatsApp, no sabéis lo que anima llegar al refugio y ver que tienes 200 mensajes, aunque no los leas, porque no te da tiempo, sabes lo que dicen y motiva mucho.

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Josemi Veterà 50:44:59 86 40

I Trail Nocturn Lluna d’Oltà (8-Julio-2017)

Carrera veraniega patrocinada por el Ajuntament de Calp y organizada por el Grup de Muntanya de Calp, con 15 km y 500 m de desnivel positivo por la serra d’Oltà. Nos inscribimos en el último momento Ángel, David y yo. La carrera es nocturna, así que desempolvo el frontal que hacía por lo menos dos años que no utilizaba ¡qué barbaridad, si antes casi que no me lo quitaba! En fin, es lo que hay.

Llegamos a Calp, aparcamos cerca del pabellón deportivo y nos acercamos a la playa desde donde sale la carrera, a recoger los dorsales. Mucha animación en el paseo marítimo, las terrazas a tope de gente que mira con curiosidad que es lo que se trama en la arena. Saludamos a la gente de Calp y a David de Mychip. Julián me cuenta el recorrido por donde va a ir la carrera que es distinto al que yo me imaginaba, saliendo hacia el oeste y recorriendo la sierra, sin llegar a la cumbre, para bajar por donde transcurre la Mitja Marató.

Empieza a anochecer y la luna llena se asoma ya por el peñón. Tomamos la salida unos 200 corredores, los primeros metros por la arena para enseguida meternos en el asfalto y atravesar la zona de urbanizaciones, casas y chalets de veraneo de esa parte de Calp. A David y Ángel los veo ya lejos en el primer kilómetro, están a tope con la preparación del UTMB ¡échales un galgo!. Mi idea es hacer la carrera tranquilo, en plan entrenamiento, intentar correr lo que se pueda y sin muchas más pretensiones.

El recorrido por la sierra es prácticamente todo por pista, sencillo pues aunque hay premios y todo eso, el planteamiento de la prueba es más lúdico que competitivo, aunque los primeros siempre van a saco. Vamos por la ladera d’Oltà que da al Morro de Toix, todo iluminado por las luces de los chalets que cubren la ladera. Poco a poco vamos girando hacia la derecha, pasamos por la ermita, que es la parte más alta de la carrera para enseguida empezar a bajar por el recorrido de la mitja marató. Cruzamos las vías del tren, la nacional por debajo por el túnel estrecho de siempre y ya los últimos kilómetros por el cauce del barranco, hasta llegar de nuevo a la playa. Allí ya llevan esperando un buen rato David y Ángel, -han hecho un carrerón-, dando buena cuenta del avituallamiento final, bien cumplido, que nos ha preparado la organización.

Tras la ducha reparadora en el pabellón, volvemos a San Juan a una hora muy prudente.

Bien la carrera y la organización en esta primera edición.

Recomendable desde luego.

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Pirri 1:23:11 32
David G. 1:23:12 33
Juanma MASTER-M 1:45:37 135 13

Retazos 20.

Las caricias del drago.

Esta mañana, poco antes de encaminarnos hacia la playa y, ya en el coche, he salido de él, mientras esperábamos a Inma que se había olvidado algo en la casa, para coger unas ramitas de romero y tomillo y ofrecérselas a Caterina, la mujer siciliana de mi hijo, llegados anoche desde Bruselas, donde viven, para pasar unos días. He restregado la mano por el romero, cuyo aroma impregna los dedos y se los he acercado a la nariz. Después me he agachado para coger una ramita de tomillo, plantada bajo el drago. No sé si celoso de sus dos liliputienses vecinos, el romero y el tomillo, minúsculos con respecto a él pero de incomparable perfume, me ha introducido una de sus puntiagudas hojas en el oído derecho y he sentido de inmediato un pinchazo y un aturdimiento que casi me hacen perder el equilibrio. Un dolor agudo y momentáneo me ha obligado a sentarme nuevamente en el coche del que había dejado la puerta abierta. No me lo he pensado dos veces y les he dicho a Inma, ya en el coche, y mis hijos:

— Me voy a Vistahermosa.

En Vistahermosa, barrio de Alicante, hay una clínica a la que suelo acudir cuando sufro algún percance físico. En otra ocasión, hace unos años, también acudí allí cuando me rozó una hoja del mismo drago en el iris del ojo que enrojeció rápidamente.

Como hoy es sábado no había apenas gente y me han atendido enseguida. Primero, como hacen desde un tiempo, el triaje. Allí un enfermero te deriva para un especialista u otro. Apenas cinco minutos después me ha atendido una joven médica. Le he contado lo ocurrido y tras su exploración ha emitido el siguiente informe: “Perforación de la membrana timpánica con restos de sangre (sin sangrado activo) en el oído”.

— ¿Oye usted bien?

— Sí, oigo perfectamente.

— ¿Tiene dolor o molestia?

— Una ligera molestia, pero dolor no.

— Bien. Como precaución no debe usted bañarse y si se ducha evite la entrada de agua al oído. Durante una semana antibióticos y antiinflamatorios. Y la semana que viene debe revisarlo el otorrino.

Ya cuando salía de la consulta he dado media vuelta para preguntarle si podía presionarme la nariz y cerrando la boca tratar de expeler el aire por los oídos para hacer descompresión, como cuando se quiere soltar aire por los oídos al perder altura en un vuelo. Porque tengo la sensación de que el aire se escapa como si se tratara de una pelota pinchada.

— No, no debe usted hacerlo.

He salido de allí pensando qué estúpidamente puede pasar uno de encontrarse bien físicamente a la incomodidad en fracción de segundos. Tanto alabar la vida natural entre flores, árboles y jardines, alejado del mundanal ruido y es ahí precisamente, en ese entorno natural en donde se altera imprevistamente el equilibrio, tu equilibrio, para ti lo más importante puesto que lo demás no son más que elementos al servicio de tu bienestar.

San Juan, 8 de julio de 2017.
José Luis Simón Cámara.