El gran teatro del mundo. 2.

Allí están los personajes por la escena. Unos reales, otros imaginarios. Aquí están los personajes por la calle. Reales e imaginarios. Cada uno representa o, mejor, presenta su papel. Desde el rey hasta el plebeyo pasando por todos los oficios imaginables y reales de estos tiempos. ¿Hay acaso diferencias entre el ayer y el ahora en los distintos papeles de la representación? Veamos lo que dice Calderón y trasladémoslo al presente.

EL RICO:
“Pues pródigamente el cielo / hacienda y poder me dio / Pródigamente se gaste / en lo que delicias son.”…”De nuestra vida gocemos / el rato que la tenemos / dios a nuestro vientre hagamos / comamos hoy y bebamos / que mañana moriremos.”

EL POBRE:
“De cuantos el mundo viven / ¿quién mayor miseria vio / que la mía?”… “ Perezca la noche fría / en que concebido fui / para tanta pena mía.”… “En fin, este mundo triste / al que está vestido viste / y al desnudo lo desnuda”. …”Es mi papel la aflicción / es la angustia, es la miseria / la sed, la penalidad / y es la vil necesidad / que todo esto es la pobreza.”

EL REY:
“De cuanto circunda el mar / y de cuanto alumbra el sol / soy el absoluto dueño / soy el supremo señor.”. ..”Los vasallos de mi imperio / se postran por donde voy. / ¿Qué he menester yo en el mundo?”…”Hice, escribí, dejé raras historias /
vestí, imprimí, ceñí en ricos doseles, / las púrpuras, los cetros y laureles”

VOZ (responde al rey):
“Rey de ese caduco imperio, / cese, cese tu ambición, /
Que en el teatro del mundo / ya tu papel se acabó”

LA DISCRECIÓN:
“Ya sabes que nunca gusto / de salir de casa yo,/ quebrantando la clausura / de mi apacible prisión.”…”Yo no he de salir de casa; / ya escogí esta religión / para sepultar mi vida, / por eso soy Discreción”.

LA HERMOSURA:
“¿Todo ha de ser para ti / austeridad y rigor? / No ha de haber placer un día? / … ¿Para qué hizo Dios, en fin / montes, valles, cielo, sol / si no han de verlo los ojos?”…”Pródiga estoy de colores; / servidme de alfombra, flores, / sed, cristales, mis espejos.”…”¿Qué galas me están más bien?, / ¿qué rizos me están mejor?”.

VOZ: (responde a la hermosura)
“Toda la hermosura humana / es una temprana flor: / marchítese, pues la noche / ya de su aurora llegó”.

EL LABRADOR:
“Hoz y azada son mis armas, / con ellas riñendo estoy / con las cepas con la azada,/ con las mieses con la hoz”…”En el mes de Abril y Mayo / tengo hidrópica pasión, / y si me quitan el agua / entonces estoy peor”… “Mas, pues trabajo y los sudo / los frutos de mi labor, / me ha de pagar quien los compre / el precio que quiera yo”.

EL MUNDO:
“Corta fue la comedia, pero ¿cuándo / no lo fue la comedia de la vida?
“… Puesta la cuna boca arriba / recibe al hombre, y esta misma cuna /
vuelta al revés la tumba suya ha sido: / si cuna os recibí, tumba os despido”.

Casi 400 años nos separan de Calderón. También nos separan el verso, la rima, la cadencia. Ahora no están de moda en el teatro ni en la novela. Las formas van cambiando con el paso de los años. El arte se recrea, se reinventa. Siempre ha habido una pugna secreta o abierta entre poetas, dramaturgos, novelistas, por la forma. Desde los que la desnudan y dejan en los puros huesos hasta quienes la revisten de adornos y ropajes. Las generaciones nuevas, para reafirmarse en el panorama literario, tratan de alterar las formas del pasado tachándolas de caducas. Pero el fondo. Pero el tema. ¡Qué poco han cambiado desde los tiempos más antiguos! Los temas son los de siempre. El amor, la libertad, la soledad, la tristeza, la enfermedad, el desengaño, y al final, de una u otra forma y en una u otra forma, de poema, de danza, de comedia, de tragedia, de tragicomedia, el tema sempiterno, el tema de la muerte. Casi siempre llega en el momento más inoportuno, excepto para los pobres, para los desafortunados que llaman a su puerta, que desean ser invitados al baile, a pesar de los encantos de la vida. Y aun para ellos, quizá, en el último instante, todavía quede un objetivo no alcanzado, un amago de ilusión, un rayo de esperanza, un fogonazo incontrolable de la vida. Hasta el pobre lamenta verse despojado de su pobreza. En cualquier caso, deseada o no, ha llegado el momento. Ha llegado el último actor, el que nos iguala, el que baila con cualquier estamento, el que, queramos o no, nos invita a la danza final, a la danza de la muerte, que, como en tantas ocasiones en la historia, sigue invitando al baile definitivo. Ya sea en Wuhan o Manhattan, en Ámsterdam o Madrid.

Una gran bacanal de muerte sin brindis ni celebraciones. En silencio. Sin multitudes. La muerte con su aspecto real. Porque cada cual tiene su muerte. Porque cada cual se muere solo. Aunque junto a ti, aunque a tu lado haya otro muriendo. Cada cual muere su muerte. El acto de morir es solitario. Ya no hay compañía. Por mucho que unos coloquen vasijas llenas de alimentos y caballos para el viaje o flores para el recuerdo. La muerte es algo solitario. Y la danza previa es macabra. La risa o el llanto se convierten en una mueca. Son una mueca.

Quizá la gran diferencia entre ambos teatros sea que en aquél, en el de Calderón, sólo a través de la muerte se llega a la verdadera vida y en éste no sabemos adónde. Este mundo ha estado desde el principio y sigue estando lleno de incógnitas, de las que apenas conocemos el disfraz que nos ha tocado en suerte en el gran teatro del mundo.

San Juan, 23 de abril de 2020
José Luis Simón Cámara.

El gran teatro del mundo1. 1.

Ayer fui a la farmacia a recoger mi lote de 3 mascarillas asignadas a mayores de 65 y personas de riesgo. Al salir con las mascarillas en el bolsillo, una ya en la cara, había otras personas esperando en la calle, también enmascaradas. Entre ellas, y a pesar de la mascarilla, reconocí a un conocido. ¿Qué tal?, me preguntó. A la representación teatral, le dije. Y de súbito me asaltó la idea. Todos enmascarados, estábamos representando una gran obra de teatro. Y me acordé de las máscaras del teatro griego. La máscara de la comedia y la de la tragedia. Aún conservo colgada en la pared de mi casa una de la tragedia que compré en Atenas en aquel, hasta ahora, único viaje hecho allí con mi inolvidable amigo Santi. Algunas veces, cuando mis hijos y luego mis nietos eran pequeños estuve tentado de quitarla por si los asustaba pero siempre ha seguido allí porque en última instancia la tragedia también forma parte de la vida. Qué sensación caminar por donde habían pisado las plantas de Sócrates y Fidias, aquellos escultores de la palabra o de la piedra. Incluso colocar los pies en la misma muesca, aún conservada, de la piedra donde los pusieron los atletas en Delfos o en Olimpia para impulsarse en la carrera en las pistas donde celebraban los juegos junto a sus templos paganos. Sentarme sobre las piedras desde las que los ciudadanos escuchaban declamar a los actores la trágica historia de Edipo. El teatro. Tanta gente que conocemos haciendo teatro. Y de allí me fui, cómo no, a Calderón. Sí, era la situación ideal, el período por el que estábamos pasando era el gran teatro del mundo. Todos con máscaras para representar esa función universal con todos sobre el escenario del mundo. Ya no había camerinos en el teatro para las estrellas. Todos teníamos el camerino en casa. Y todos salíamos a la calle, al gran teatro del mundo, a representar nuestro papel. Infinidad de actores, cada cual con su papel bien aprendido. Este no hay que estudiarlo. Sólo representarlo. Esta vez sí, muy bien aprendido porque es el papel de nuestra vida, el papel que cada uno desempeñamos. Y ahí no podemos equivocarnos porque también los errores están dentro del papel. Jamás se había visto, ni en los mejores teatros de Broadway interpretaciones tan realistas, valga la palabra, como las que estamos viendo por cualquier plaza, pueblo, calle o supermercado. Una interpretación perfectamente ajustada al papel. El autor no puede quejarse de falseamiento, de sobreactuación, de falta de captación de matices por parte de los actores. Y todo esto sin necesidad de director, tan satisfecho de los primeros ensayos, que ni siquiera asiste ya a las pruebas, eliminadas por innecesarias. No sé yo si cuando Calderón de la Barca escribió su auto sacramental coincidió o fue a raíz de una gran epidemia como la que en 1348 asoló a Europa e inspiró el marco de Boccaccio para escribir “El Decamerón”. Aunque a esta peste del siglo XIV siguieron otras periódicamente por toda Europa, incluida España. Baste recordar como dato curioso que para prevenir que las epidemias de peste de 1640 a 1650 [2] entraran en Madrid, se tomaron precauciones como “mojar en vinagre las cartas y documentos provenientes de Valencia y que la correspondencia de Alicante y Orihuela se trajese a la Corte directamente sin pasar por Valencia” Y se ordenó que ninguna persona admitiera en su casa, posada o mesón a nadie que viniera de dichos lugares. Años antes Mateo Alemán alude a la peste en “El Guzmán de Alfarache”: “Líbrenos Dios de la enfermedad que baja de Castilla y del hambre que sube de Andalucía”. Hubo, por simplificar, muchos episodios de peste a lo largo de estos siglos, casi siempre coincidiendo con malas cosechas y afectando sobre todo a gente pobre. Nos sorprendería contrastar aquella obra de Calderón con los tiempos que estamos viviendo. Ni siquiera habría que cambiar los personajes. Siguen siendo, esencialmente, los mismos.

(Continúa).

San Juan, 22 de abril de 2020.
José Luis Simón Cámara.

[1] Obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca, representada en Valencia el año 1641.
[2] Fechas por las que Calderón escribió su auto sacramental.

VI Ultra Coronavirus – Santa Faz (23-Abril-2020)

Seguimos sumando días al confinamiento y seguimos siendo cada día una familia más grande y más unida en A To Trapo.

La iniciativa que impulsaron los amigos Borja y David se ha convertido en algo tan importante para cada uno de nosotros durante la cuarentena que, al menos el que suscribe, necesita el evento para poder sentirse libre durante unas horas cada domingo por la mañana. Es como si, al ver a los compañeros, al ver sus casas, jardines y fotos, te sintieras teletransportado y disfrutando con él o ella en ese otro lugar. Como además somos tan hospitalarios y campechanos, nos sentimos animados a romper la barrera física que nos han impuesto, corriendo al lado del compañero, como cuando vamos por el paseo de la playa o las sendas de la montaña. He escuchado a varios especialistas asegurar que una de las actividades que más nos están ayudando en esta situación es el compartir experiencias en encuentros grupales online. Pues probablemente sí, el sentimiento de pertenencia o grupo nos ayuda más de lo que pensamos.

Precisamente esa forma de ser que tenemos en nuestra familia, tan abierta y alegre, nos lleva a montar representaciones casi teatrales como las de este jueves. Que es Santa Faz, pues montamos la Peregrina desde casa. Pero no, conectando y saludando y cada uno a lo suyo, no. Aquí todos ponen su granito de arena. Los artistas diseñadores de los dorsales, los carteles o las composiciones de fotos y vídeos después de meta. La preparación de la logística en la inscripción o en las donaciones a la Cruz Roja. Y muchas cosas más.

Pero esta vez nos hemos superado. Ataviados para la ocasión con blusón y pañuelos, con las cañas, los rollitos, la mistela y la música. El saludo al sol del presi, siempre motivador y que se añora realizar sobre la arena de la playa. Hasta tuvimos una pedazo de speaker que nos dedicó la salida. Gracias BigMike. Los brindis, las risas, el buen rollo. Yo me monté hasta mi pequeño santuario y me vi situado delante del monasterio con su fachada resplandeciente, esa que tantas veces he visitado y donde ruego, casi cada domingo, para que los seres queridos que tenemos allá arriba, cuiden de los que quedamos aquí bajo. Los que somos alicantinos o romeros de las poblaciones limítrofes creo que hemos vivido una auténtica jornada de Santa Faz. Día grande e importante para muchos de nosotros.

Ah, se me olvidaba, además de toda esta fiesta, hicimos algo de actividad física. Unos más que otros, como siempre.

Por último, pertimitidle a un alicantino importado de Sant Vicent, que alce la copa de mistela y brinde por todos nosotros al grito que merece la ocasión.

VIVA ALACANT Y VIVA A TO TRAPO!!!

VIVA LA SANTA FAZ!!!

Sorpresas

Ya parece que se va acercando el principio del final de esta larga reclusión forzada por las circunstancias. Algunos la han considerado un abuso de poder. La mayoría la ha aceptado disciplinadamente. Quién sabe de qué parte estaba la razón. Quizá no se sepa nunca. Hay tantas cosas que no sabremos nunca. Imagina por un momento que mañana mismo podamos salir ya libremente a la calle. Sin restricciones. Aunque con guantes y mascarilla, si encontramos y de nuestra medida, porque yo llevo poniéndome una de esas de 6 horas durante más de mes y medio y los guantes son para manos más pequeñas y casi tengo que ponerme un guante en cada dedo. Todos salimos a la calle con falda o pantalones o bragas o camiseta y ¿quién se siente obligado? Todas las piezas del vestuario humano han necesitado un tiempo de adaptación. Acordaos si no del bikini. Cuántos sermones condenatorios desde los púlpitos. Cuántas miradas recriminatorias de los intransigentes, eso sí, sin dejar de mirar. Y ahora ya con las tetas al aire. Y nadie o casi nadie se sorprende. Un punto más en el largo ritual incorporado. Ya estamos en la calle. Supongámoslo por un momento. Hasta ahora, al llegar al bar, por la mañana, a tomarte el café, después de estrechar la mano a algún amigo, ahora ya en desuso, solías sentarte en un taburete junto a la barra, depositar sobre ella el móvil y las gafas, para que no te incomoden en el bolsillo, y, si estaba libre, hojear el periódico. Todo eso forma parte del pasado. Hay que evitar el contacto con las superficies del mobiliario urbano. ¿Cómo vas a colocar las gafas que te llevas a los ojos en la barra donde se apoyan todos los clientes? ¿Cómo vas a dejar ahí el móvil que manipulas permanentemente y después te llevas los dedos a la boca, a la nariz, a los ojos? ¿Y el periódico ojeado hoja a hoja después de haber visto una y otra vez cómo el monje Berengario se envenena pasando las hojas del segundo libro de la Poética de Aristóteles sobre la risa en “El nombre de la rosa”? Supongamos que el camarero es minucioso y esteriliza tazas y vasos y platos, porque si te queda la menor duda, ¿cómo vas a poner en tus labios esa copa rozada por tantos otros antes, o meter en tu boca esa cuchara? Pero si el camarero no lleva guantes o mascarilla, ¡adiós muy buenas! Sería quizá tu última visita. Aunque no sé yo si la elección del bar será posible. Muchos no van a volver a abrir sus puertas. No han soportado la presión económica. Alquileres, proveedores, suministro. Eso los dueños. ¿Y los camareros? La mayoría despedidos al comienzo de la crisis. Pobres camareros. Antes lamentaban, como todos, su trabajo monótono, repetitivo, el de siempre. Servir copas o platos o cafés, eso sí, poniendo buena cara. Porque uno puede entrar al bar como se encuentra, triste, alegre, eufórico, jodido, pero el camarero sólo puede estar amable y mejor, si cabe, sonriente, aunque acaben de extraerle una muela o se haya pillado el dedo gordo del pie instalando el barril de cerveza. Ahora seguro que añoran, como todos, aquella monotonía.

La reincorporación a la vida de siempre puede depararnos sorpresas. También tiene su aliciente. Es como salir a un mundo nuevo, al menos a un mundo distinto. Volveremos a encontrarnos con gente que había desaparecido de nuestro horizonte, aunque no habláramos con ellos, aunque no los conociéramos, pero que eran parte del paisaje, como los árboles, como las casas, como las calles. ¿Habrán cambiado mucho de aspecto? Pero habrá quizás otros que ya nunca más volvamos a encontrarnos.

San Juan, 21 de abril de 2020.
José Luis Simón Cámara.