La carrera infinita – Julio 2021

Hace ya unos meses me llamó la atención una carrera muy especial y que por cercanía geográfica no podía pasar por alto además de por lo novedoso de su estructura y por ser dura, intensa.

La Infinity Race se programó para noviembre pasado pero por circunstancias conocidas hubo de ser aplazada hasta que se dio el momento propicio, siendo éste el pasado 2 de julio, en Los Montesinos. La Infinity se celebra bajo la licencia del Sr. Lazarus Lake, director de la Barkley´s Marathon, una de las carreras más duras del mundo, ya que su estructura se asemeja aunque de forma mucho menos pretenciosa.

El planteamiento es muy fácil de entender: se trata de cubrir 6,7 kms. en una hora, algo fácil para cualquier corredor. Hasta aquí todo es muy sencillo pero pronto la cosa se va complicando, a saber, una hora después de la primera salida se da la segunda, sobre el mismo circuito y una hora más tarde la tercera y así sucesivamente hasta el infinito o mejor dicho, hasta que quede un solo corredor, no existen categorías ni por edades ni por sexo, sólo hay un ganador y el resto sencillamente no entra en la clasificación, a no ser que sean capaces de cubrir 24 bucles, es decir 24 horas, o lo que es lo mismo, 100 millas. El comienzo es sencillo pero según transcurren las horas se va complicando y dependiendo de la estrategia que elijas tarde o temprano sabrás si has acertado o no.

En cuanto a mí respecta, después de retirarme en el Desafío Calar del Río Mundo con una deshidratación severa, tenía claro que tenía que intentar aliviar mi frustración, así que fui muy ilusionado. Era la primera vez que participaba en algo así y como no me apaña correr de otra forma que sea corriendo pues eso, me propuse correr a ritmos moderados sin andar. Al principio cubría los bucles sin problemas a 6 minutos el kilómetro clavado como un metrónomo, de este modo me sobraban alrededor de 20 minutos después de cada vuelta los cuales aprovechaba para hidratarme (hacía un calor infernal), restaurarme físicamente y picar algo sólido. Las primeras vueltas todo cuadraba y me dediqué a observar y aprender. El primero en cubrir cada vuelta lo hacía rondando la media hora, mientras que otros corredores alternaban el correr con el andar desde el primer momento, éstos terminaban con menos tiempo para recuperar pero terminaban más enteros, lo que a la postre terminó dando sus frutos.

Mi idea, por cuanto se trataba de algo desconocido para mí era terminar 6-8 vueltas (una maratón o algo más) y darme así por satisfecho, pero finalmente fui capaz de terminar 12. Cada vez me costaba más recuperarme entre vueltas y sobre todo poner en marcha el motor diésel en cada bucle, las rodillas se portaron mejor de lo que esperaba. Tras esto consideré que ya había tenido suficiente y era bueno quedarse con apetito para la próxima.

La primera salida se dio a las 19:00 h. del día 2 y el ganador terminó 32 vueltas después. El segundo clasificado fue una chica, Ana Constantín que no pudo terminar la 30 por unas ampollas que la torturaban, si no hubiera sido por esto, ¡quién sabe cómo habría acabado la cosa y sobre todo, cuándo! Carmelo García se vio forzado a hacer 32 vueltas porque se debe hacer una vuelta en solitario, es la última regla de esta carrera.

Por allí anduvo Alberto Costilla y otros viejos ultramaratonianos. El organizador Manolo Rico es un encanto, se rodea de muy buena gente y hace su trabajo con mucho empeño, es además un veterano devorakilómetros y un maestro. En cuanto le hablé de A to trapo me dio recuerdos para el presi.

Finalizando y como reflexión os diré que creo que las metas nos las hemos de fijar nosotros mismos, que los objetivos se consiguen o no pero nunca debemos dejar de disfrutar de lo que nos gusta, eso es lo bonito del correr.

 

Un abrazo para todos.

 

Julián Moya

VIII Maratón de Murcia, 07 de febrero de 2021. Maratón virtual y solidaria

El efecto mariposa

Planteamiento:

Existe una teoría increíble que afirma que cualquier pequeño acto tiene la capacidad de determinar unas consecuencias incluso de dimensiones descomunales, que puede tener la facultad de modificar la rutina previsible del cosmos e incluso cambiar el desarrollo del futuro. Así, si una mariposa aletease al otro lado de la tierra, ese sutil y apenas perceptible hecho podría repercutir en el inicio de una cadena de acontecimientos que concluirían en un huracán en las antípodas, a miles de kilómetros.

El hecho de correr es algo natural, los niños lo hacen en cuanto adquieren la verticalidad sin necesitar que se les enseñe, los animales herbívoros corren nada más nacer, sin siquiera haberse desprendido del cordón que los unió a su madre. Correr es un acto reflejo de cualquier ser vivo, sea ante una amenaza o frente a una presa que también corre, todos los seres vivos corren arrastrándose, reptando, movidos por primitivos seudópodos o usando las extremidades. Las plantas también corren en vertical, a la búsqueda del sol y de este modo, también volar es en cierto modo correr, correr sobre las montañas, en el espacio, movidos por la brisa.

Todos corremos y cuando lo hacemos pensamos, amasamos nuestros problemas e incluso les encontramos solución. Recordamos momentos vividos y soñamos. Correr es un acto terapéutico que nos llena y que sólo entendemos los que lo hacemos con asiduidad. Yo, por ejemplo, en ocasiones dejo volar mi mente y me dedico a calcular, suponer y llegar a conclusiones, así los kilómetros se digieren suave y no hacen daño. Hay días en que miro a lo lejos y me asombro de la grandeza que me rodea y pienso en qué habrá detrás. Otros observo la línea casi recta del horizonte en el mar y sé que soy un hombre afortunado. Me agrada mojarme en la lluvia y sudar en verano mientras corro. Incluso cuando corro por la ciudad me siento bien, me gusta saludar a otros corredores y disculparme con un gesto y dar las gracias a los conductores cuando cruzo la carretera por donde no se debe. Hay días en que me acuerdo de mis seres queridos, de los que están y los que estuvieron y hay otros en que imagino a mis amigos y a otros corredores detrás de aquella loma, en el fondo de ese barranco o cuatro calles más allá pero que no alcanzo a verlos porque soy un ser insignificante, sé que están ahí. Al fin y al cabo, los otros también entrenan y en algún sitio deben estar cuando lo hacen.

Fue uno de esos días cuando me dio por pensar en lo bonito que sería poder correr con quienes me quisieran acompañar, entrenar al mismo tiempo, sincronizarnos y de ese modo vernos sin usar los ojos, con lo que de verdad importa, el corazón y los sentimientos. Tener la certeza esta vez de que detrás de aquella montaña, al otro lado de la ciudad o incluso a cientos de kilómetros estaría acompañado y haciendo lo que nos gusta.

Así construí un acto de imaginación, pensé que estaría muy bien volar como un ave, crecer como los árboles y correr como hace unos meses, acompañado de mi gente y para ello no pude encontrar mejor plan que una maratón solidaria cuyos ingresos servirán para empujar hacia algo bueno.

El aleteo:

Al lanzar la idea supuse que la gente me seguiría al menos por un pequeño motivo de los de los que se me ocurrían, ya fuera por correr a mi lado o por hacerlo por una buena causa, sea cual fuere me doy por satisfecho, al fin y al cabo, cualquiera de los dos actos no es más que un leve movimiento, un pequeño gesto, un frágil aleteo.

El primero motivo, el correr juntos, no tenía otro fin que mostrar entereza y luchar por un futuro próximo, confiar en lo que vendrá. La segunda razón era poner una pequeña piedra en los cimientos de la lucha contra el cáncer.

Las carreras:

Finalmente, y con las restricciones espaciales a que nos vemos sometidos, todos cumplimos con el plan previsto.

Pili, como siempre, fiable como un vehículo alemán, no falló, nunca falla. Decidió salir antes de lo previsto y así evitar alguna limitación. Añadió otra muesca a su larga culata y con su madrugón contribuyó a que el tiempo de conexión fuera más amplio.

Poco después inició sus andares el bueno de “J” que se enzarzó literalmente con una media maratón, de las que le gustan a él, de piedras, montes y como digo, zarzas, ya que buscando caminos inhóspitos se perdió y acabó con las piernas como si se hubiera exfoliado con una lima de carpintero. Es lo que tiene ser una tortuga aventurera (saludos Jaime y enhorabuena por adelantado).

A las 8:00 h., puntuales iniciaron su 10 k. Reme y su amiga Tati desde Petrer, estoy seguro de que todo les fue bien. Ambas cumplieron con su parte del trato y se lo agradezco de corazón. Ha sido un placer correr con vosotras.

Jesús y Martina hicieron también diez kilómetros y ni que decir tiene que no hay qué contar. Dos metrónomos que se mueven al mismo compás, eso es algo grande.

A las 9:00 h. iniciamos las andadas mi compadre Lisardo y yo junto a mi primo José Miguel a 300 km. De distancia. La hora no fue algo caprichoso, simplemente éste hizo el esfuerzo de correr con viento y a una temperatura de inicio de 1º C., era justo dejarle elegir hora.

La maratón:

Es difícil hacer 42 km. cuando no has entrenado para ello. La idea era buscar un apoyo mutuo y así lo hicimos hasta el final, siempre es reconfortante tener a alguien a tu lado cuando sufres.

Lisardo, como siempre cumplió sin problemas, digiriendo los kilómetros finales como pudo pues arrastró dolores que en otras circunstancias no hubieran aparecido.

El calor de la última parte y una molestia en la rodilla izquierda a mí me llevaron a ascender mi propio Gólgota, gracias a que mi Cirineo particular me echó una mano.

La Alcoraya, el Verdegás, el Moralet, el Rebolledo, las pedanías del término municipal de Alicante fueron testigos de nuestra historia, nuestro pequeño logro, supieron que siempre es más importante saber quién está a tu lado que la empresa que te ocupa en cuestión, que no importa hacer una de las peores carreras de tu vida si el fin lo justifica.

Conclusión:

Gracias Pili, gracias Jesús y Martina, Reme y Tati, gracias “J” y gracias Lisardo por acompañarme en mis desvaríos. Gracias a mi sangre que me acompañó a mas de 300 km. de distancia sin dudarlo.

Gracias a todos, a los que estuvisteis conmigo y a los que no ya fuera porque no pudisteis o simplemente no quisisteis.

Julián

Vertical Trail La Sarga 2020 – Villaverde de Guadalimar (22 y 23-Febrero-2020)

Villaverde de Guadalimar es un pueblecito de la sierra del Segura, lindando con la provincia de Jaén. Villaverde es un pueblecito precioso, verde y generoso en aguas, tiene mucho encanto.

Hace un mes decidí que ya era hora de matar fantasmas y que era mi obligación el tirarme al ruedo de una vez, supuse además que si lo hacía debía ser con un test cuya dureza no excediera de los límites, pero sí que me dejara claro si todo estaba en su sitio.

Pues bien, os diré que en Villaverde del Guadalimar organizan un festival de fin de semana, con el cariño que pone la gente buena (y la buena gente), se nota que obsequian al corredor con todo lo que tienen y sin duda es mucho más de lo que esperaba. En un fin de semana organizan una ruta de senderismo preciosa, un kilómetro vertical, un “Speed Trail”, media maratón y maratón, ¿quién da más?

Como fuere que, como digo, decidí valorar mi estado físico no me decidí a las distancias largas pero creí que sería suficiente además que divertido probar qué es un kilómetro vertical y de paso si sobrevivía, un Trail al día siguiente, de los rapiditos.

El tiempo acompañó, Maricarmen, como siempre me acompañó gustosa, conocí gente y lugares que no olvidaré, como sorpresa me encontré por allí con Abel, todo un regalo y disfruté como un chiquillo. Sin duda, una experiencia inolvidable.

Julián

Enlaces sobre esta prueba

Km vertical

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Julián MASC 1:10:38 62 53

 

Speed Trail

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Julián MASC 1:17:08 23 12

Transgrancanaria 2019 (22-Febrero-2019)

Historia de tres maratones

Hay experiencias que por mucho que te las cuenten, por mucha atención que pongas nunca eres capaz de entender. El narrar algo que has vivido intensamente no es como sentirlo en tus carnes por mucho empeño que pongas en la explicación, es como tratar de describir qué sientes al recibir una descarga eléctrica o la sensación de ahogo cuando te falta el aire, es como ver nacer a tu hijo o ver morir, ver como alguien muere no puede explicarse, son cosas que has de vivirlas en tu propio pellejo para saber lo que son, no se pueden contar.

Hace un año estuve en Gran Canaria disfrutando como espectador de la Transgrancanaria HG, 125 km de puro trailrunning con 7500 m de desnivel positivo. Entonces pude ver como alguien a quien admiro y considero amigo hizo la carrera con bastantes dificultades y el estado en que terminó, aun estando como está curtido en grandísimas batallas me hizo suponer que la Transgrancanaria no era cosa fácil.

Preámbulo

En junio pasado y justo después de nuestra aventura en tierras anglo-escocesas, con las piernas aún calientes a alguien de los allí presentes se le ocurrió plantear el siguiente reto que no resultó ser otro que el que hiciera Josemi hace un año y que a mí me dejara exhausto con sólo escuchar su narración.

Pues bien, una vez diseñado el plan ya no había marcha atrás y sólo nos quedaba organizar el viaje y preparar piernas y cabeza para algo que hasta entonces era nuevo para los tres, a saber: mi primo José Miguel, mi compadre Lisardo y el redactor del presente. Ahora sólo quedaba empezar a rellenar el cuaderno de bitácora y tratar de escribirlo hasta la última página huyendo a toda costa de tormentas y derivas.

Trazando estábamos ya las primeras coordenadas de la ruta cuando nos percatamos de que sin duda otro par de piernas sería de gran ayuda y muy bien venido y efectivamente, Miriam vino a sumarse al grupo con idea de correr la maratón, otra distancia de la Trans.

Preparación

Nunca antes había yo corrido una carrera tan larga y un desnivel acumulado de tantos metros era para mí sin duda un grandísimo reto. Al principio las dudas empezaron a asaltarme y ante las cifras a manejar llegué a la decisión de intentar no obsesionarme con los entrenamientos ya que como bien supuse en una prueba tan larga es más importante entrenar el músculo gris que el rojo y aparte de varios rodajes de más de 30 km, un par de salidas nocturnas y algún que otro entrenamiento con desnivel decidí que poco más podía hacer salvo cambiar la percepción del espacio-tiempo y que el día de la prueba sería la cabeza la que debía mandar.

Inicio

Llegamos a Gran Canaria el miércoles 20 de febrero. A esas horas la 360, la modalidad de 250 km ya había salido, Esteban ya estaba moviendo sus huesos por la isla. Sin palabras.

Esa misma noche ya en Las Palmas decidimos dar un último rodaje por la playa de las Canteras los cuatro solos, disfrutando de un momento íntimo, inhalando la brisa del Atlántico y terminando con un baño reponedor en el inmenso océano. Fue como un instante mágico, liberador, depurativo, un acto provocativo de sacar pecho, de pisar firme, de imprimir nuestras huellas sin miedo en la blanca arena de la playa que nos vería partir horas después.

La carrera

La maratón se celebró el viernes con el amanecer y para la salida hubimos de desplazarnos al Garañón, un paraje precioso en medio de la isla, de senda vegetación y altísimos pinos canarios, se trata de un campamento de recreo con unas instalaciones básicas e infraestructura adecuada para dar soporte a un evento deportivo.

La maratón decidía este año quiénes serían los primeros seleccionados para el próximo campeonato del mundo de Trail-running lo cual la hacía especialmente atractiva. Una carrera rápida y cruelmente engañosa ya que se trata de una prueba con mucho más desnivel negativo que positivo, hecho que en este terreno sólo es bueno si estás muy fuerte y has entrenado sobre escombros y tachuelas.

Miriam salió sonriente, se le veía contenta y ligera, nos desplazamos a verla a varios lugares del recorrido y puntual aparecía desde detrás de aquella piedra o de ese árbol. A pesar de hacer calor supo dosificarse y libró el compromiso con muy buen resultado. Considerando que se trataba de su primera maratón de montaña he de decir que aprobó con altísima nota, rozando el diez.

Una vez recuperada nuestra representación femenina, hecho que le costó poco, volvimos a Las Palmas con la mente puesta ya en las 23.00 h. en que llegaría nuestro turno.

Ya en el apartamento José Miguel optó por echar una larga siesta mientras que ni Lisardo ni yo fuimos capaces. Entonces fue cuando por primera vez las dudas empezaron a atacarme, no solo fui incapaz de dormir un solo minuto, sino que la indecisión me empezó a atosigar, comencé a temer lo peor, el no ser capaz de acabar algo que ya estaba a punto de terminar. Afortunadamente Maricarmen, mi mujer, estaba como siempre a mi lado y su ánimo me recompuso. Mi carrera ya había empezado.

El momento

23.00 h. en la playa de las Canteras. Este momento ya lo había vivido hace un año, pero como dije antes, como espectador y no es igual que te lo cuenten a que seas tú el que se esfuerce por poner la mente en orden, el que trate de no pensar y sobre todo intente convencerse de que no se ha equivocado.

La salida se dio puntual y pronto la arena amiga volvió a acariciar nuestras suelas, una hilera inacabable de luces blancas y rojas parpadeantes se dirigía a la negrura del campo a través y en las primeras rampas era como asistir a un festival de luciérnagas que amistosamente hicieran cola para avanzar de forma ordenada, en fila, cadenciosas, a ritmo.

A partir de este momento me di cuenta de que ya no había marcha atrás ni otro camino que el de las sendas, piedras y barrancos que como finos capilares cubren la isla en toda su extensión. Los primeros kilómetros sirvieron para que Lisardo fiel a su estilo pusiera la reductora y adoptase un ritmo homogéneo y constante mientras que José Miguel y yo anduvimos dudando hasta que la fuerza del primero y la realidad me llevaran a dejarme caer para recomponerme. Así mi primo se marchó con cierta facilidad y en alguna parte detrás de mí estaba el tercero. Los avituallamientos comenzaron a aparecer puntuales y bien abastecidos, las poblaciones siempre te regalaban con la presencia de espectadores animosos incluso a altas horas de la noche. Los cortes se iban librando holgadamente. Arucas, Teror, primera maratón, Fontanales.

La magia

Amanecía para mí en una zona de verdes praderas, húmedas por el relente y de una frescura agradable cuando alcancé por fin el lugar más alucinante que me podía imaginar, la bajada a la Presa de los Pérez. Ya me lo advirtió Josemi hace un año, pero claro, repito que no es igual vivirlo que te lo cuenten.

El descenso a la Presa de los Pérez es un zig-zag trepidante para disfrutar, el agua resbala por las paredes y las rocas cubiertas de musgo te hacen preguntarte dónde estás. El sol empezaba a esas horas a romper en el horizonte y el rocío de la densa vegetación reflejaba miles de lucecitas destellantes. En ese momento me paré, hinché los pulmones y recordé las palabras de mi amigo “J” que días antes me dijo: “disfruta de la carrera, si sientes que tienes necesidad de parar por parar, hazlo y disfruta del momento”, a esas alturas aún me faltaba más de la mitad, pero sentí más que en ningún momento que podía terminar.

Artenara, maratón y media

Artenara es el pueblo más alto de la isla, una población muy bonita y a la que prometí volver hace un año para tomarme un “leche-leche” como dicen por aquí y como siempre, cuando prometo algo intento cumplirlo.

A la entrada del pueblo estaban Margarita, Miriam y Maricarmen esperando. José Miguel hacía un rato que había pasado por allí y como no podía ser de otra manera nos tomamos el cafelito prometido. La verdad es que me vino muy bien, aunque mucho mejor fue encontrarme con nuestras acompañantes que se curraron una buena intendencia.

El viaje a la Luna

Después del paso por Tejeda la siguiente subida era la que llevaba al roque Nublo, un descomunal monolito rocoso en el medio de una llanura de piedra que te hace sentir como un explorador en la luna, como un viajero del espacio. El roque Nublo es el mayor monumento natural de la isla, un regalo que te hacen en la Transgrancanaria, es como si te abrieran la puerta de su capilla más sagrada, de su rincón más secreto, del lugar más íntimo de su casa. Una vez llegas a los pies del roque sólo puedes mirar hacia arriba y sobrecogerte por la inmensidad, por la bravura de la naturaleza que formó estás islas tanto tiempo atrás. Es impresionante.

El Garañón, última maratón

Otra vez aquí, pero esta vez lo que Miriam hiciera horas atrás nos alcanzó ya con las fuerzas al límite, ¡ojalá hubiera estado ella allí!, al fin y al cabo, ya se conocía el terreno y me habría llevado de la mano, fuerzas le habían quedado de sobra.

En el Garañón decidí cambiarme de ropa y obligarme a comer un puñado de macarrones. Yo no soy de comer mucho en carrera, no me entra nada, rellenar la bolsa y a por la última maratón.

Fue al rato de iniciar este último tramo y coincidiendo con un descenso agresivo cuando empecé a sentir que algo no iba bien en el primer dedo de mi pie izquierdo y a partir de aquí un calvario me torturó sin compasión. Es muy duro correr más de 35kms. por montaña con un pie que te castiga dolorosamente a cada paso. La noche se me vino encima y al llegar a Tunte decidí parar un rato para resetear la mente. El momento que tanto temía había llegado, mi cabeza tenía que ser capaz de ganar al dolor así que faltando unos 30 km me pude convencer de que tenía que seguir.

Descenso, dolor, bajada, dolor, salto, dolor, Ayagaures.

Ayagaures

El corte en Ayagaures era la 1.00 h. y llegué sobre las 00.10 h., allí sin atreverme a descalzarme decidí esperar a Lisardo que supuse no debería andar muy lejos y así permanecí hasta las 00.45 h. donde finalmente pensé que no podía demorarme más puesto que sin darme cuenta estaba flirteando con una línea roja.

Este año subieron el kilometraje y su correspondiente desnivel con respecto al pasado, además en un comunicado de última hora anunciaron otra pequeña ampliación todo ello manteniendo los cortes de la anterior edición así que fueron casi 130 km Este hecho sin duda ahogó la zancada de mi amigo, le paró los pies que avanzaban firmes hasta que lo retiraron tras 100 km en sus piernas, no porque se rindiera sino porque le pillaron a traición. En todo caso, mi espera en Ayagaures nunca tuvo sentido, Lisardo sencillamente ya no estaba y yo no lo supe hasta horas después. A partir de aquí fui pillado de tiempo.

El cementerio

El Barranco de Ayagaures es conocido por “El Cementerio” sin duda porque los corredores a su paso parecemos zombies salidos de las tumbas, la gente se arrastra más que correr y millones de piedras sueltas parecen tener vida propia. Lápidas redondeadas por el tiempo. Piedra, dolor, piedra, dolor, piedra, dolor, me quería morir, descansar en paz en mi sepulcro, reposar en aquel cementerio maldito.

Maspalomas

Iba yo con el teléfono móvil en silencio por miedo a que me llamaran y con miedo a llamar, veía que el tiempo corría y que andaba tan justo que no podía perder ni un segundo siendo que me propuse llamar a mi mujer sólo cuando divisase la estatua de Colón que se halla a escaso kilómetro de meta y así lo hice. Mi esposa aguardaba en meta, me había llamado varias veces y estaba muy preocupada, aunque enseguida me regaló su alegría sabedora de que algo de lo que ella también formaba parte afortunadamente tocaba a su fin. El único trago amargo para mí fue el ver a mi fiel acompañante en tantas ocasiones esperándome bajo la escultura del navegante. Lejos de hundirse, decidió aguardar para acompañarme en mis últimos metros en un acto de generosidad.

El final

Allí estaban José Miguel, que había terminado unas horas antes, Miriam con las piernas nerviosas y Margarita y Maricarmen, todos esperando por mí. No hay más que decir. Gracias.

Balance

  1. Si algo he aprendido con esta experiencia es que siempre somos capaces de más de lo que creemos, que sólo necesitamos preparación y que si te rodeas de buena gente nada puede salir mal.
  2. La gente que va a la Transgrancanaria sabe a lo que va y sólo el terminar es un enorme logro. El hecho de que en una carrera un tercio de los corredores son retirados o se retiran habla sobradamente de su dureza
  3. Miriam hizo una carrera impecable y es capaz de más.
  4. José Miguel tiene un futuro amplísimo por delante y fuerza suficiente.
  5. Lisardo no terminó porque no le dejaron no porque no hubiera podido.
  6. Se puede vivir sin uñas en los pies.

Julián

 

dorsal nombre prueba puesto puesto categoría club
2302 Miriam Maratón 139 16 El Trote Gorrinero
414 José Miguel HG-128 302 117 El Trote Gorrinero
602 Julián HG-128 516 66 A To Trapo
599 Lisardo HG-128 DNF DNF A To Trapo

VI EDP Murcia Maratón (27-Enero-2019)

Pasico a pasico, breve crónica de la maratón de Murcia 2019

Estoy hecho de material de desecho, esa es la conclusión a que he llegado recientemente, de chatarra oxidada.

Cuando nací no se estilaba lo del reciclaje así que mis venas y arterias, los músculos que me mueven y la osamenta que me mantiene erguido no puede provenir más que de un vertedero ilegal de las afueras.

Con esta crónica no quiero dar pena, sólo certificar algo, el hecho de que hasta el que mi cabeza se mantenga sobre mis hombros se debe a que hay un pescuezo que la sujeta en su sitio.

Fotos cortesía de D. Alberto Costilla (el Sombrilla)

Mi último paso reciente por el taller me descubrió mi enésima  anomalía, resulta que tengo, dicho en román paladino,  algo así como una canalización demasiado estrecha para los nervios que transmiten la corriente eléctrica que me activa, en concreto he pasado mes y pico de parón atlético por dolores en mi brazo y hombro izquierdos además de la espalda, amén de que la mano se me echaba la siesta cuando le venía en gana, todo ello junto me impedía correr. Lo que digo, otra lesión para mi curriculum.

Tiempo antes de lo acaecido y relatado en los párrafos anteriores decidí apuntarme a  la maratón de Murcia. Ya la corrí en su primera edición y me gustó, así que ¿por qué no rodar 42 kms. y disfrutar de paso de un fin de semana con mi mujer? (tiene ganado el cielo conmigo). Hasta aquí todo correcto hasta que con esta inscripción ha vuelto a quedarme claro el por qué no me gusta hacer planes a medio plazo.

Fotos cortesía de D. Alberto Costilla (el Sombrilla)

Una vez decidido a correr y con unas piernas con menos kilómetros que las de un amputado me dispuse a mantener el plan y ¡acho, pijo!, un pat-telico de canne y un platico michirones y…a tirar millas.

Todo pintaba bien, normal, como otras muchas veces. Feria del corredor muy justita que se compensó con una camiseta chulísima. Al día siguiente todo marchaba según lo previsto, yo estaba recuperado de mis nervios (físicos, los mentales a esta altura ya me dicen poco) y de la forma más tonta, no podía ser de otro modo, al vestirme, como digo, ¡zas! me quedo más enganchado que la Amy Winehouse (es que también tengo una protusión discal, cosas mías, no me falta de nada), lo que digo, una piltrafa de tío.

Allí me hallaba yo a las 7.00 AM maldiciendo mi suerte agachado junto a la cama, mientras las palabras de mi mujer me intentaban confortar. En cuclillas como un niño jugando a las canicas, estudiando la jugada temeroso de cualquier movimiento vertebral mirando al vacío cuando de repente como si me hubieran hecho una carambola me sonó el teléfono móvil con una notificación de facebook. Una grandísima jugadora, la campeona del mundo de canicas a tres bandas, la que nunca falla me había mandado un mensaje de ánimo.

Con este impulso tenía que ponerme en pie aunque sólo fuera por la inercia del soplo de energía, o al menos intentarlo.

Pues eso, me incorporo lentamente, me termino de aviar con más miedo que destreza y ya en la calle me propongo calentar muy despacio, largo, suave, con tiempo y afortunadamente pude notar cómo si no torsionaba y pensaba cada movimiento de la espina antes de llevarlo a cabo, todo podía acabar bien.

La salida se dio puntual, con media maratón y 10 k. simultáneamente. La de Murcia es una de esas pequeñas maratones que puedes disfrutar si te lo propones, un estilo a Zaragoza o Castellón por ejemplo ya que no hay masificación, los organizadores le ponen empeño y lo hacen con mucho cariño. El circuito es en dos vueltas y el único punto despreciable es el paso en cuesta por los kms. 9-11 que por desgracia se repite en los kms. 30-32, es decir que al tío del mazo le dio tiempo de sobra para repartir mandobles a placer, ¡menuda escabechina!

Yo me decidí a salir con el práctico de las 3.30 h. y ver qué tal me encontraba. Todo fue muy bien hasta el km. 30 más o menos donde por obligación más que por elección decido bajar el ritmo y terminar rodando.

La meta en la plaza de la catedral es todo un acierto.

En definitiva, una maratón interesante para disfrutar y además cerca de casa.

Hoy aun tengo que escribir acoplado en la silla, las vértebras van poco a poco a su sitio y la cabeza sigue en su lugar, que no es poco. ¡Qué os voy a contar!, todos tenemos algo a estas alturas:  algún cartílago erosionado, contracturas, roturas, desgastes. No quiero dar pena repito, más bien al contrario, sólo quiero dar ánimos y que el material de desecho no os pare, que las articulaciones oxidadas no os chirríen y si lo hacen no les hagáis caso. A mí hasta ahora me va funcionando.

Mientras la cabeza os acompañe, el resto le seguirá.

PD. Gracias Pili por la carambola.

Julián

Enlaces sobre esta prueba

Nombre Categoría Tiempo Puesto General Puesto Categoría
Julián M50M 3:48:50 179 15